Gay Erotic Stories

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Maria, Carlos y Alfredo

by Alfredo247


Mi marido se ha ido y a dejado el ordenador encendido, cuando me dispongo a apagarlo, me pregunta si enviñ un e-mail pendiente. Lo miro y es una historia erñtica titulada The boy and the family old friend, no puedo creer lo que estoy leyendo, trata como un hombre casado seduce al un adolescente hijo de unos amigos del matrimonio. Estoy roja de rabia, cñlera y vergùenza, la leo tres veces seguidas, hasta entonces no me habëa dado cuenta de la terrible excitaciñn sexual que su lectura me habëa producido, me toco el sexo y lo tengo completamente mojado, allë mismo, delante del ordenador me masturbo como una loca. El e-mail iba dirigido gaystory.com. Dejo todo como estaba y me voy a mi oficina, cierro mi despacho y busco en internet gaystory.org. Un archivo de relatos pornográficos homosexuales. Veinte aïos casados y nunca tuve la más pequeïa sospecha de que a mi marido le pudieran gustar los chicos jñvenes. Pensé que después de aquel descubrimiento necesariamente nos separarëamos.

No entendëa como le podëan gustar aquellas historias, sin embargo a më también me excitaban. Después de mucho pensarlo decidë de momento no decirle nada sobre mi descubrimiento. Me dedique a espiarlo, querëa saber së tenia alguna relaciñn sexual con alguien. Nada, absolutamente nada. Tan solo encontré mas historias suyas en gaystory.com. Todas ellas me hicieron masturbarme varias veces. Conmigo seguëa siendo tan buen amante como siempre. Pensé que mientras me hacia el amor quizás estaba imaginado que lo hacia con alguno de aquellos chicos de sus historias. Me dio pena de él. Desee que fuera más feliz y que tuviera oportunidad de realizar alguna de aquellas historias. Mientras tanto yo también encontré una fuente de placer en las historias de gaystory.com. Me excitaban un montñn aquellas historias tan calientes entre hombres y hombres y especialmente entre hombres y chicos. También descubrë las historias de lesbianismo, y especialmente las de mujeres y adolescentes eran las que me hacëan conseguir mas orgasmos.

Empecé a pensar en mi venganza buscándome una amante joven y guapa. De hecho ya tenia los ojos puestos en una, incluso antes del gran descubrimiento. En el piso de al lado vivëan dos hermanos, chica y chico ella de 19 estudiaba en la Universidad el de 14 en secundaria. Sus padres vivëan en un pueblo de la provincia, al cual se desplazaban los hermanos durante los fines de semana, cuando no eran los padres los que venëan a la capital. Los dos eran muy educados y amables. Ambos llamaban la atenciñn por su belleza. Habëa algo que nos unëa a los cuatro: la mþsica. La chica estudiaba violën, el chico piano, y mi marido y yo somos profesores de mþsica y tocamos en una importante orquesta de renombre internacional. El violën y yo piano. Dada nuestra comþn interés tenëamos una buena amistad y de vez en cuando nos juntábamos para tocar algo juntos, en realidad lo que intentábamos era ayudarlos en sus comienzos musicales.

Una tarde estaba yo masturbándome intentando imaginar como seria un encuentro erñtico con Maria, este era el nombre de mi joven vecina, cuando llamaron a la puerta. Me puse una bata de baïo sobre mi cuerpo desnudo y salë a abrir. Allë estaba Maria, sonriéndome y más guapa que nunca. Por un momento pensé en algþn tipo de telepatëa, habëa comunicado mi mente con la suya. Me sonroje, y en mi aturdimiento por ocultar mis pensamientos le dije que precisamente estaba pensando en ella. Ella continuo sonriendo mientras cerraba la puerta tras ella. Mirándome fijamente a los ojos me pregunto en que pensaba, en que eres muy hermosa le respondë, poniéndome ya completamente roja de vergùenza y bajando mi mirada avergonzada. Ella entonces mientras con una mano mi mejilla acariciaba mis ruborizadas mejillas, con la otra me atraëa suavemente hacia su cuerpo. Me envolviñ su calor a través de su ligero vestido veraniego. Note un fuerte espasmo en mi vagina, y como esta prácticamente se licuaba. Con las piernas temblando rodee con mis brazos su cuello, y completamente entregada apoye mi cabeza en su hombro. Asë abrazadas e inmñviles nos mantuvimos unos instantes, sus pechos rozando los mëos, nuestros montes de venus tocándose. Pensabas en esto, me musito en el oëdo, si, fue mi apenas audible respuesta. Entonces levanto mi mejilla y me beso dulcemente. Nunca pensé que un beso podrëa ser algo tan agradable. Mi abrë a sus labios hþmedos y sedosos. Espasmos incontrolables contraëan mi sexo, mientras mi flujo vaginal se desbordaba sobre mis temblorosas piernas. Necesitaba que me hiciera el amor inmediatamente, nunca en mi vida habëa estado tan excitada.

Ella pareciñ adivinar mis pensamientos, se aparto un poco y mirándome con sus hermosos ojos verdes, me dijo que me tranquilizase que tenëamos todo el tiempo del mudo para hacerlo. Después una de sus manos se introdujo por la abertura de mi bata de baïo, y como el ligero aleteo de las alas de una paloma, la punta de sus dedos recorriñ mi cuerpo desnudo, garganta, punta de mis pechos, caderas, cara interior de mis piernas, finalmente fueron a posarse en mi nido de amor. Sus dedos delicados abrieron mi hþmeda flor, y recorrieron todos sus perfumado pétalos hasta que finalmente uno de sus dedos introdujo delicadamente su punta en mi interior. Nunca en mi vida habëa sentido algo agradable. Luego apartando un poco su boca de la mëa , saboreo con la punta de su lengua mi miel de amor, ofreciéndome a continuaciñn mi propio flujo. Sþper excitada chupe su lengua. Ella entonces volviñ a colocar sus dedos sobre mi sexo, acaricio brevemente el inflamado botñn de mi clëtoris y con tan solo un par de movimientos precisos y seguros, me provoco el orgasmo mas fuerte de mi vida. De pies, con todo mi cuerpo tenso como un arco, el orgasmo se prolongaba interminablemente, irradiando de su mano sobre mi sexo, olas y olas de placer sacudëan mi cuerpo, un grito ronco saliñ de mi garganta antes de desvanecerme.

Desperté en el suelo, Maria me ofrecëa un vaso de agua mientras me sonreëa. Un momento después las dos estábamos sobre mi cama. Le pedë que me dejara hacer a mi, que mi marido no volverëa hasta tarde y que tenëamos toda la tarde para nosotras. Cuando comencé a desnudarla lentamente, las sombras del atardecer, ya habëan empezado a llenar la habitaciñn.. Sus pechos blancos y pequeïos se ofrecëan a mis caricias, era la primera vez que acariciaba a una mujer, me sorprendiñ la suavidad de su piel, sin prisas me deleite con su cuerpo joven y hermoso. Ella entregada gemëa bajo mis caricias. Desaba devolverle el intenso placer que ella me habëa dado. Abrë sus hermosas piernas y bese su aromática flor, mi lengua ávida se aventuro en su conquista, yo también conseguë arrancarle un grito de placer, en un largo orgasmo, con mi lengua en su sexo, y con la punta de mis dedos jugando con sus pezones erectos. Después ya sin ningþn pudor hicimos el amor como dos locas, buscando el placer hasta agotarnos. Toda una experiencia nueva para mi, y que no tenia nada que ver con hacer el amor con un hombre. Todo era mas fácil, adivinábamos mutuamente las necesidades de nuestros cuerpos, el ritmo justo y la intensidad precisa para que nuestros cuerpos se deslizaran por un tobogán interminable de orgasmos. Abrazadas, las piernas enlazadas, los cuerpos fundidos uno sobre el otro, nuestros sexos frotándose uno contra el otro, 10, 20, ... perdimos la cuenta de los orgasmos.

Nuestros cuerpos no se separaron hasta que nos sobresaltamos con el ruido hecho por mi marido abriendo la cerradura de la puerta. Me puse la bata de baïo, cerré la puerta del dormitorio y rápidamente intente imaginar una historia convincente para explicar la presencia de Maria en el dormitorio y el que yo no estuviera vestida a aquellas horas de la noche. Le dije que yo estaba duchándome, cuando Maria llamo a la puerta, que habëa discutido con su novio y que estaba bajo una fuerte crisis nerviosa, que le habëa dado una pastilla para relajarse y que estaba ahora descansando en nuestro dormitorio. Le pedë que saliera de nuevo a la calle y que volviera en media hora, para que a ella le diera tiempo a levantarse y que el se diera por no enterado de lo sucedido. Cuando el se fue, arreglamos juntas la cama y se fue para su casa, no sin antes darnos un apasionado beso de despedida y prometernos muchas tardes como aquella. Cuando el volviñ, tuve que inventar toda la historia de Maria y su novio. No quede muy convencida de que se lo creyera.

Era sábado y me pidiñ que saliéramos a cenar, normalmente cuando salëamos a cenar, después siempre querëa hacer el amor. No se porque aquella noche saco el tema del lesbianismo, me contñ que le excitaba mucho ver a dos mujeres juntas, que si yo nunca habëa pensado en tener una aventura erñtica con otra mujer. Ya tomando la ultima copa en casa, y un poco borracho me confeso que alguna vez se habëa masturbado imaginando que Maria y yo hacëamos juntas el amor. De hecho, me dijo, eso es lo primero que pensé cuando llegue a casa y te vi saliendo del dormitorio en bata de baïo. Pensé que Maria estaba contigo, y no me he acabado de creer lo que me contaste. Entonces te contare lo que tu quieres que te cuente, pero con la condiciñn de que tu me cuentes algo sobre gaystory.com.

Note que se ponëa muy nervioso, y antes de que respondiera comencé a contarle, lo que me habëa ocurrido aquella tarde con Maria. Nada mas empezar mi narraciñn note a través de su pantalñn que su pené se ponëa erecto. Continuamos la historia en el dormitorio desnudos. Sabia que a algunos hombres les excitaba el imaginar a dos mujeres haciendo el amor, pero no podëa pensar que fuera tanto. Me acariciaba, me besaba, mientras yo le describëa nuestro encuentro y masturbaba su superexcitado pené. Respecto a lo de sus visitas a las paginas gay de Internet, me contñ que era simple curiosidad, que nunca habëa tenido ningþn contacto homosexual pero que tenia curiosidad. Yo le anime a tenerlo, la vida es muy corta, le dije, debes probarlo todo, yo te ayudare, no te preocupes. Entonces le propuse que me hiciera el amor como si yo fuera un chico, por detrás, a pesar de que lubrico, me doliñ bastante, pero pasados los primeros momentos me gusto, en realidad disfrute un montñn. Al parecer tenemos mucha mas sensibilidad en el ano que en la vagina. Le propuse una escenificaciñn en la cual yo harëa de Carlos el jovencito hermano de Maria. Realmente no podëa ocultar, lo que disfrutaba, yo también tengo que reconocerlo, me gusto ponerme en el papel de aquel guapo muchacho, haciendo levantar con toda su fuerza la pasiñn de un hombre. Se corriñ dentro de mi, gritando: Carlos amor mio.

Al dia siguiente, entre orgasmo y orgasmo, le conté a Maria todo lo sucedido, incluido mi descubrimiento de las exploraciones de Internet de mi marido, asë como la excitaciñn que habëa conseguido representando el papel de su hermanito. Por su parte ella me contñ que su hermano también visitaba gaystory.com y que le habëa confesado que le gustarëa que le hiciera el amor mi marido Alfredo. La semana siguiente Carlos cumplëa 15 aïos y Alfredo 35, pensamos que un buen regalo para los dos seria el facilitarles el realizar sus mutuas fantasëas sexuales. Los juntarëamos a ambos en un dormitorio en la penumbra, un antifaz ocultarëa su personalidad. Sin embargo a ambos quien era el otro, pero que el otro no sabia quien era él. Mi marido yacerëa desnudo sobre nuestra cama, þnicamente cubierto por una sabana, antes le habia hecho fumar una buena dosis de marihuana, que yo sabia que agudizaba su sensibilidad al tacto, y le hacia un poco mas pasivo, que era lo que deseábamos de el en aquella ocasiñn. A Carlos le aseguro su hermana que Alfredo estaba bajo el efecto de una droga y que estaba prácticamente inconsciente. Maria llevo a Carlos hasta la puerta de nuestro dormitorio. Entro y cerro la puerta. Nosotras en el dormitorio de al lado contemplábamos a través de un televisor conectado a una cámara de video todo lo que ocurrëa en el dormitorio. Asë vimos como Carlos se acercaba sigiloso hasta el borde de la cama, como levantaba con cuidado la sabana que cubrëa el cuerpo desnudo de mi marido. Durante un largo minuto se quedo quieto contemplando arrobado el cuerpo masculino objeto de su más intensa obsesiñn sexual. Vimos como a través del pantalñn se acariciaba su sexo erecto. Maria y yo nos llevamos simultáneamente la mano hacia nuestros excitados sexos. La pelëcula acababa de comenzar. El chico se sentñ sobre la cama y comenzñ a acariciar el vello que cubrëa el pecho del hombre, luego se inclino para besar los pezones erectos. Vimos como en la penumbra el pené del hombre comenzaba a erguirse. El chico se volviñ para ver el prodigio.

Maria me sonriñ y comenzñ a acariciar mis pechos, mientras yo ya habëa comenzado a masturbarme abiertamente. El chico acariciaba ahora los muslos fuertes del hombre, mientras miraba hipnotizado como progresaba la erecciñn del hermoso pené del hombre. Maria y yo nos besamos excitadas viendo la belleza del sexo entre un chico adorable y un hombre maravilloso, su hermanito y mi marido. Ahora el joven besaba la punta hþmeda y rosada del pené grande y blanco. Ahora el chico se desnudaba, era la primera vez que yo lo veëa desnudo, blanco, delicado y hermoso su cuerpo me deslumbro por su belleza, Maria adivino mis pensamientos, me pregunto si me gustarëa hacerle el amor, ella me lo facilitarëa si yo le dejaba un dia a Alfredo. Al principio no entendë como podëa desear a mi marido, luego me sentë celosa por partida doble, pero acepte su oferta. El chico ahora se abrazaba desnudo al cuerpo del hombre. Se masturbaba sobre el. Ahora no veëamos lo que hacia pero imaginamos que pretendia que los dos penes se acariciasen. Ahora vimos como se levantaba sobre los pies y las manos, los dos cuerpos solo se tocaban por las puntas de sus penes y a veces solo era un puente de liquido preseminal el que las unëa. El chico estaba nervioso, parecëa que querëa hacer demasiadas cosas a la vez, que las prisas del deseo le impedëan disfrutar aquellos momentos.

Ahora cogiñ una mano del hombre y se acaricio con ella, las mejillas, el pecho, las piernas, el sexo. Cambiando ahora de postura intento masturbarse apretando su sexo contra el del hombre, pero estos se escurrëan y no lograba mantener un contacto estable. Me hubiera gustado juntar a los dos con mis manos. O mejor, juntarlos en mi vagina. Hubiera sido feliz de que mi cuerpo hospedase la pasiñn de aquellos dos seres. Que gozasen uno del otro dentro de mi. Maria y yo ya habëamos tenido un par de orgasmos cada una, y aquellos dos enamorados todavëa no habëan tenido ninguno. Lo que vimos después no nos lo esperábamos, el muchacho dio la vuelta al cuerpo del hombre, y se puso a acariciar sus nalgas y a introducir un dedo hþmedo en su ano, luego utilizando el lubricante que nosotras habëamos dejado encima de la mesa lo utilizo no para lubricarse él, que era lo que nosotras esperábamos sino para lubricar el ano del hombre, al cual después poseyñ con movimientos rápidos y cortos.

Se debiñ de correr en un instante, en el mismo instante que un gemido del hombre le sobresalto. Asustado, cogiñ sus ropas y saliñ inmediatamente del dormitorio. Cuando unos instantes mas tarde yo entre, mi marido seguëa bocabajo, le penetre con dos dedos y él volviñ a gemir, debëa de pensar que yo era todavëa Carlos. Le di la vuelta, él seguëa con los ojos cerrados, y él pené erecto, lubrique mi ano y poco a poco introduje su pené dentro de mi. Se corriñ mientras yo retorcëa sus pezones. Después me fui sin descubrir el cambio. En el programa del dia siguiente Alfredo disfrutaria del pequeïo Carlos segþn su deseo. Quedaba pendiente Alfredo-Maria y Yo y el chico, y por supuesto una gran fiesta los cuatro juntos.

Espero feedback y comentarios, si hay gente que le gusta continuare la historia. Alfredo

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