Gay Erotic Stories

Fue cuando me quedé boquiabierto al ver de cerca las trece pulgadas de mi tío. Se me acercó y me besó apasionadamente metiendo su lengua dentro de mi boca hasta sacarme cada gota de saliva dejándome la boca seca, pero sedienta de esos labios. Mientras tanto me agarraba ambas nalgas con sus manos varoniles y me las iba apretando y separándolas poco a poco para luego juntarlas y frotarlas. Me hacía sentir un gran placer. Papá y abuelo no perdían su oportunidad y estaban acostados en la cama tragándose la lengua de cada uno. Tío me llevó a la cama y besaba a abuelo con frenesí mientras papá acercó su lengua a mis labios y yo se la mordía suavemente. Los cuatro en la cama sin importarnos el peso. En eso mi tío iba bajando por el cuerpo de abuelo besándole cada tetilla y los abdominales hasta llegar al ombligo. Papá me besaba el cuello y las orejas mientras me agarraba el pene y me lo frotaba delicadamente sacándome suspiros de placer. Abuelo agarró la cabeza de tío y se la depositó en su pene. Tío comenzó a chupar la cabeza de esas diez pulgudas calientes que sabían hacer gozar a cualquier macho. Papá entonces se bajó y tomó mis ocho pulgadas en su boca, tragándose pulgada a pulgada mintras que yo observaba como tío iba tragándose también pulgada a pulgada del abuelo. Comencé a acariciar los abdominales al abuelo y éste acercó su boca a la mía y comenzó a masajar mis labios con los suyos hasta depositar su enorme lengua dentro de mi boca donde la mía se entrelazó con la de él mientras papá me hacía gozar y tío al abuelo. Tío le pidió al abuelo que se volteara y depositó su lengua entre las nalgas del abuelo que estaban sedientas de una buena y caliente lengua dentro del ano que ardía como una fogata. Papá me preguntó si quería lo mismo y yo sin responderle me volteé y sin darme tiempo depositó su lengua hambrienta en mi ano que al igual que el del abuelo estaba ardiendo. Tío y papá cambiaron de lugar y sentí la diferencia de lenguas dentro de mí. La de tío era más grande y puntiaguda, por lo tanto entraba más profundo que la de papá que sabía hacerme gozar a pesar de la diferencia. Tío hambriento metía y sacaba esa lengua mientras yo besaba al abuelo que ya estaba deseoso de meter en grande. Tío y papá cambiaron de lugar y ví como tío se le trepó encima al abuelo apuntando la cabeza de sus trece pulgadas en el culo del abuelo. Métela duro y rápido-decía el abuelo. Tío sin más que pedir, entró la cabeza enorme en ese culo ardiente y comenzó a enterrar su pene sin compasión y abuelo gritaba de dolor y placer. Tío sin piedad entraba y sacaba el pene para luego dejarse caer con toda fuerza sobre el abuelo. Papá sin poder aguantar más se le fue encima al tío y comenzó a meterle sus nueve pulgadas y de momento se detuvieron para tomar el ritmo. La experiencia de los tres era increíbe. Al unísono entraban y sacaban esos penes que me aguaban la boca. En mi perra vida había visto tanta carne junta. Papá se lo sacó de repente a tío y me pidió que me levantara de la cama a lo que él se acomodaba al lado del abuelo. Acostado bocarriba le pidió a tío que le sacara el pene al abuelo para que éste se pudiése meter sus nueve pulgadas. Tío le sacó sus trece pulgadas y abuelo se le acostó encima a papá y se metió todo el pene. Fue cuando papá le pidió a tío que cogiera al abuelo por detrás y le metiera ese pene también como en los viejos tiempos. Sin pensarlo dos veces, tío se aventó y comenzó a meter pulgada a pulgada su pene dentro del abuelo que ahora si gritaba de placer. Yo enloquecido por el acto me le acerqué de pie al culo del tío y comencé a meterle la lengua y chupar gustosamente es e culo que sabía a miel. Metiendo al unísono gozaban y disfrutaban como en familia. No sé como los gemidos de placer y los gritos que de momento sacaban no habían despertado a Manuel. Tío me pidió que me trepara a la cama y tratara de enterrar mis ocho pulgadas en su culo ya que le picaba por tener un buen pene dentro de él. Sin hacerme esperar me subí a la cama, coloqué mis manos sobre sus caderas para poder colocar mi pene en su culo que estaba calientito. Mis pies firmes obre la cama y mis manos en sus caderas me permitieron enterrar suavemente mi pene en ese culo que estaba como la mantequilla. Entró sin resistencia y ahí estábamos los cuatro dándonos el gusto del milenio. A los cinco minutos tío me pidió que le sacara mi pene de su culo y me acostara bocabajo en la cama. Obedeciéndolo ví como iba sacando poco a poco las ocho pulgadas que le tenía enterrada al abuelo ya que con el pene de papi no podía entrar las otras cinco. En eso se me acercó y se acostó sobre mi esplada y comenzó a besarme el cuelo y con su mano derecha me volteó la cara y agarró mis labios con los suyos y depositó su lengua mientras iba frotando sus trece pulgadas calientes en la ranura de mi culo que palpita al sentir ese monstruo. Levantó un poco su cuerpo y fue cuando sentí la cabeza de su pene en la entrada de mi culo. Al fin vas a disfrutar del regalo que he mantenido bien gurdadito para tí. En eso miraba a papá que gemía de placer al entrar y sacar sus nueve pulgadas del culo del abuelo. Abuelo subía y bajaba y depositaba su lengua en la boca de papá. En eso tío había enterrado la cabeza dentro de mí y ya estaba la primera pulgada profunda. Si te duele, dejáme saber-decía el tío. Pero yo solo movía mis nalgas de lado a lado para dejar que sus trece pulgadas entraran sin compasión. Me parecía una eternidad como tío iba metiendo cada pulgada haciéndome sufrir de placer. Cuando me dijo ya están todas dentro de ese culito caliente empecé a moverme con ganas. Y él empezó a entrar y sacarla poquito a poquito haciéndome gritar de placer. Me abrazaba con sus dos manos agarrándome por el estómago mientras entraba y sacaba su pene de mi culo. Sentía su aliento sobre mi cuello y me volteaba para ofrecerle la lengua que él gustosamente agarraba con sus labios carnosos y dejaban caer saliva por mis labios. De momento me lo dejaba todo dentro y se movía sacándome cada suspiro. De pronto escuchaba como papá gritaba que se venía y abuelo también se venía. Tío me dijo que ya no aguantaba y yo tampoco. Entre gritos de animales salvajes en la noche nos desbordamos como lobos sedientos. Sin más poder, nos quedamos acostados un rato hasta que tío se levantó y el abuelo salió suspirando y sin decir una palabra. Yo me quedé entre medio de los dos. Al otro día nos levantamos antes de que Manuel nos descubriése. Abuelo ya estaba en la cocina preparando el café y al llegar aún soñoliento ví como el abuelo estaba pegado detrás de Manuel hablándole al oído. Al verme se despegó y me preguntó como había amanecido. En eso llegaron papá tío en calzoncillos. Tío le dió un pequeño y angelical beso en los labios a MAnuel y otro al abuelo y uno a mí para disimular. Al mediodía decidimos ir a pescar, pero tío dijo que iba a quedarse en la casa para descansar un poco ya que iba a necesitar energías y además quería enseñarle un poco los alrededores a su niño. Nos despedimos, pero a los cinco minutos no me sentía bien y le pedí al abuelo que me regresara a la casa a lo que él me contestó que me regresara sólo si quería. Al ver que iba a bajarme del carro, dijo que me llevaba. Me dejó en la esquina cerca de la casa y siguieron su camino. En eso entré a la casa y no ví a nadie en la casa. Me dirigía al baño cuando de momento escuchaba voces en elc cuarto de pápá. No te preocupes, ahora estamos tú y yo... 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