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Al Maestro con Cariño

by Alan


Al Maestro con cariño Jamás hubiera imaginado lo que pasó aquella tarde en su oficina. Armando era mi asesor de tesis. Yo cursaba el último semestre de la carrera de Comunicaciones y ya ansiaba graduarme de una universidad privada en la Ciudad de México. Lo había elegido a él puesto que en la realidad no había mucho de donde escoger dentro del cuerpo de la facultad. Lo cierto es que Armando, durante los 4 años de mi carrera nunca había sido mi maestro, es más, me caía algo mal. No sólo impartía cátedras sino que además era el Jefe de la Facultad, y creo que eso incrementaba algo su ego. Siempre era muy amable, aunque para algunos algo sarcástico. Yo sabía que era casado y que había estudiado un posgrado en Europa. En fin, no creo que tengo que mencionar que soy homosexual, si no, no estaría escribiendo esta historia. Creo que entro dentro de la categoría de "desde niño lo sabía", aunque no fue sino que entré a la universidad que las simples fantasías de tipo sexual pasaron a convertirse en algo más serio, puesto que por primera vez me sentí también atraído hacia los hombres de forma romántica, o sea, con ternura. Debido a que no soy abiertamente homosexual nunca conseguí novio durante mis años de universitario. Al principio no me importaba mucho, pero después se volvió casi una obsesión e incluso mi rendimiento académico se vio afectado. No me considero mal parecido y difícilmente alguien notaría mi orientación sexual. Volviendo a lo de mi tesis, cuando elegí a Armando lo hice sin ninguna intención en particular. El era atractivo, pero repito que su forma de ser no me atraía mucho. Tiene como unos 36 años, mide casi lo mismo que yo (1.73), cabello negro y unos ojos cafés muy bonitos. Si acaso me había llamado la atención su trasero una ocasión en que lo vi de espaldas vistiendo unos pantalones de vestir. Viste muy bien. Pero eso era todo. Llevábamos ya como tres meses trabajando juntos en mi proyecto y nos veíamos dos veces por semana en su oficina. Una vez me percaté que siempre que conversábamos él cerraba la puerta "para tener más privacidad", pero eso, hasta donde yo sabía, no lo hacía con los demás estudiantes. También noté que a veces cuando quería hablar conmigo, ponía una mano sobre mi hombro. Debo confesar que cada vez que lo hacía no podía evitar estremecerme un poco, puesto que sus brazos eran fuertes y velludos. Aunque claro, de ahí no pasaban las cosas. Una vez, en que llegué a hablar con él, me di cuenta de que estaba algo triste. El siempre se mostraba optimista, o al menos de buen humor. No me atreví a preguntarle que le ocurría hasta que terminamos de discutir sobre mi proyecto. Sus ojos estaban apagados, y de alguna forma comencé a sentir una inexplicable simpatía hacia él, digamos que me conmovía verlo así. - Armando, ¿te ocurre algo? Te noto algo...preocupado - No, no es nada, es sólo que he tenido mucho trabajo esta semana y no me siento...digamos que necesito algo tomarme más tiempo libre. -¿Estas seguro? insistí. No sé porqué, pero de pronto no me importó demostrarle mi preocupación hacia él. - Si, estoy seguro...gracias. Y en ese momento colocó su mano sobre mi hombro y me miró de una forma que nunca lo había hecho. Con cierta, ternura. Dos semanas después ya me había olvidado de esta escena hasta que platicando con una amiga salió el tema sobre Armando y me comentó que había escuchado que él se estaba divorciando. Entonces comprendí el porqué de su actitud en las últimas semanas. Cuando llegó la cita con él (al día siguiente) ya había decidido no mencionar el tema, puesto que nuestra relación no era tan cercana. Esta vez, nuestra plática duró poco tiempo y cuando nos despedíamos sonó su teléfono. Yo ya salía, cuando el me dijo: - Aguarda, sólo contesto rápido. Era ya tarde y su secretaria se había marchado ya. Estábamos solos. No entendía con quien hablaba, sólo parecía estar acordando una cita para ese fin de semana con alguien. En cuanto colgó, se quedó viendo fijamente al escritorio y su mirada se perdió por un instante. Tuve que interrumpirlo. - Armando, ¿está todo bien? -¿mande? Ah...disculpa, no me di cuenta...si, todo está bien, era mi abogado que me confirmaba una cita este sábado para... En este momento se le quebró la voz y se detuvo. Yo no sabía que hacer, así que sólo acerté a acercármele y decirle: - Armando, si quieres puedes hablar conmigo...te he notado algo triste en las últimas semanas y quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que sea. En ese momento me miró y me dijo con los ojos ya humedecidos: - Me estoy divorciando. - Lo siento de veras. Ha de ser difícil... En ese momento, y para mi total sorpresa, rompió en llanto y se abrazó a mi. Jamás pensé en que pudiéramos estar en esa circunstancia. Ver en ese momento su vulnerabilidad me excitó en cierta forma. - Cálmate, todo va a estar bien. Yo podía sentir en ese momento el calor de su cuerpo contra el mío mientras acariciaba su espalda tratado de confortarlo. - Tengo miedo. Me dijo - No te preocupes, las cosas siempre tienen una solución... - Esto no. -A lo mejor si se dan otra oportunidad... Claro, yo ni sabía las broncas pudiera tener con su esposa y sólo decía lo primero que me venía a la mente. - No. Yo...yo he sido quien tomó la decisión. Ya no podía más.- me decía entre sollozos. Para entonces el se había sentado de nuevo en su sillón. No tenía idea de lo que me trataba de decir. - Alan...(no lo había mencionado, pero así me llamo), yo...¿puedes confiar en ti? dijo mientas se secaba las lágrimas. -Claro que sí. Puedes decirme lo que sea y puedes estar seguro de que va a quedar entre nosotros. El me miró un rato y me dijo armándose de valor. .Alan..soy homosexual. No podía creerlo. Me quedé sin habla. Por un lado sentí cierta alegría (sé que suena horrible) pero por el otro me sentí mal por el. Creo que él esperaba alguna reacción de mi parte, así que ahora fui yo quien tomó la iniciativa del contacto físico y lo abracé fuertemente. Armando, no te preocupes...está bien. No es algo del otro mundo, créeme, yo te entiendo... -¿Tú me entiendes? me preguntó sorprendido. En ese momento me di cuenta que quizás por mi forma de decirlo, me había declarado también homosexual ante él. Pero algo me decía que también debía ser honesto con él. -Si. Sí es lo que piensas, yo también...soy gay. En realidad nadie más lo sabe , así que tú eres la primera persona a quien se lo digo. De pronto, toda la expresión de su rostro se transformó en una inucitada alegría. -Tu también lo eres?! No lo puedo creer...es increíble! Entendía que le hacía bien saber que no era el único homosexual alrededor pero no era para tanto. Antes de que pudiera decir nada, el me dijo: -Perdón, a lo que me refiero es que tú...bueno, yo...yo te quiero mucho. "Que amable", pensé, sobre todo por que nunca hubiera imaginado que yo le caía tan bien. -Gracias Armando, yo también te aprecio mucho. -No, no me entiendes. Yo..yo siento que te amo. En ese momento el mundo entero se volvió una experiencia surreal. No podía terminar de entender lo que acababa de escuchar y trataba de recordar cómo había llegado ante tal situación. Pero de pronto, al ver el hermoso (más hermoso que nunca) rostro de Armando frente al mí, supe que yo también había desarrollado sentimientos hacia él. En ese momento, un frío recorrió mi cuerpo y antes de que él pudiera volver a hablar supe lo que tenía que hacer, tenía que aprovechar esa situación. Me lancé hacia él y lo besé. Era mi primer beso con un hombre, y fue sin duda la mejor experiencia hasta ese momento. Armando me correspondió incluso con más ímpetu y comenzamos a sentir nuestras lenguas, a humedecernos con saliva mientras nuestros brazos exploraban por primera vez el cuerpo de alguien del mismo sexo. El tocaba mi espalda y mi cintura. Yo, con más valor, decidí tomar sus nalgas entre mis manos. Aquellas que una vez habían despertado mi libido. A través de la tela de sus pantalones podía sentirlas...firmes y apretadas. El en ese momento él se sonrió mientras me besaba. Yo nunca había sentido algo así, y creo que mutuamente decidimos dejarnos llevar por ese momento tan increíble y no pensar en nada más. Comencé a besarle los ojos, la nariz, la frente, el cuello. El por su parte, deslizó sus manos hacia mi trasero y con unos de sus dedos empezó a masajearme el ano por encima de mis jeans. El no lo sabía en ese momento, pero eso que es lo que más logra excitarme. Mis deseos por amarlo en cuerpo completo pudieron más que yo, y comencé a desabrocharle el cinturón, a desabotonarlo y bajar su cremallera. Sus pantalones cayeron de inmediato al suelo. Fue entonces que pude sentir por primera vez su miembro erecto queriendo salir de sus boxers de cuadros. Ya una mancha de semen había humedecido la tela, podía sentirlo e incluso olerlo. Para entonces mi pene también se había excitado y presionaba mi ropa interior. Continuábamos besándonos en el cuello, y por fin decidí sacarle el pene (el cual mediría unas 6 pulgadas) de los boxers y mientras que con una mano le recorría los testículos, con la otra comenzaba a masturbarlo suavemente. El también me desabrochó los jeans y me bajó la truza blanca de un tirón. Con su dedo índice volvió a explorarme el ano, sólo que esta vez lo introdujo lenta pero firmemente. Yo ya había experimentado metiendo plátanos por mi trasero, así que cuando él hizo esto no me dolió en lo más mínimo. Yo gemía de placer y él no dejaba de pronunciar mi nombre una y otra vez. -Alan, te quiero tanto, susurraba en mi oreja–tanto! . Le quité la camisa y le besé el cuello, las tetillas y su pecho, el cual era abundantemente velludo. Bajé por su abdomen hasta colocarme justo frente a su verga. Era hermosa. La cabeza era como una ciruela jugosa y madura, en tanto que el tronco era liso y suave (a pesar de la erección) emergiendo de una tupida y negra selva de vello púbico, Me sostuve de sus nalgas al tiempo que me acercaba por primera ocasión a tener un pene en la boca. Antes que nada, su olor me enloquecía y por fin decidí tocarla con mis labios...después la besé y la introduje lentamente a mi boca. Fue sin duda algo indescriptible. Armando acariciaba mi cabello al tiempo que se doblaba de placer. No se cuanto tiempo se la estuve chupando, pero finalmente comenzó a venirse. Como era mi primera vez no me atreví a tragarme su semen, pero permití que me bañara el rostro. Entonces le dije: Déjame lamerte el culo. El asintió. Con las piernas aún temblorosas, Armando se dobló hacia el su escritorio y abrió las piernas después de que le retiré el pantalón y los zapatos. Lamer su ano fue toda una experiencia, estaba cubierto de vello y tenía una calidez y una humedad únicas. Todo un manjar. De alguna forma lo estaba penetrando con mi lengua y ya para entonces sus gemidos eran casi un llanto de placer. Yo mientras me hacía una ‘chaqueta’ con la mano derecha. Después de que me corrí, me coloqué encima de Armando y lo abracé por detrás. Decidimos no hacer el amor puesto que ninguno de los dos llevaba condones. Nuestros cuerpos yacían juntos empapados en sudor y en pleno éxtasis. Continuamos platicando y me explicó que una de las razones por la cual había tomado la decisión de divorciarse había sido yo. Y que no era el hecho de iniciar una nueva vida lo que le preocupaba tanto esos días sino el pensar que yo nunca correspondería sus sentimientos. Dos meses después presenté mi examen profesional y me gradué. Ninguno de los dos ha ‘salido del closet’ totalmente, pero aún estamos juntos e incluso pensamos mudarnos a otra ciudad a vivir en pareja. Desde entonces hemos aprendido juntos a hacernos el amor y a conocernos en todos los aspectos. Aunque nunca me dio clases, de alguna forma él fue mi maestro. Si te gustó eta historia puedes escribirme a wolf_1907@hotmail.com Due to international translation technology this story may contain spelling or grammatical errors. To the best of our knowledge it meets our guidelines. If there are any concerns please e-mail us at: CustomerService@MenontheNet


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