Gay Erotic Stories

MenOnTheNet.com

Ambiente Familiar

by Javier


Conservo nítidos recuerdos de mi más tierna infancia. El que hoy me ocupa data de cuando contaba unos tres años de edad. No puedo saber si porque atravesaba esa época en que algunos niños tienden a retener sus defecaciones o porque estaba ocasionalmente estreñido, mi madre consideró que la solución era una enema. Cuando trató de aplicármelo, me resistí y puse todo tipo de impedimentos ante lo que debió parecerme tan extraño. Mamá ingenió que mi padre también necesitaba una lavativa. Así, yo se la pondría y luego él me la aplicaría a mí. Recuerdo a mi padre puesto a cuatro patas con el slip bajado hasta los muslos y a mí untándole el ano con aceite de baño, para luego, ayudado por mi madre que reía divertida, colocarle la cánula de la pera para lavativas. Después papá, con mucha suavidad, acarició largamente mi pequeño orificio con su dedo engrasado en aceite e introdujo en mi culo el agua tibia. Me produjo una sensación molesta con un regusto de extraño placer. Tengo que decir que desde siempre la relación entre mis padres fue nefasta. Sus caracteres son totalmente opuestos y mi padre era fiel a su naturaleza egocéntrica y vanidosa, que lo empujaba a una intensa vida social y lo alejaba de nosotros más y más. Precisamente se produjo eso, una claro distanciamiento entre papá y yo. Él ha sido siempre un hombre muy atractivo. Alto, moreno y deportista, se ha cuidado de que su cuerpo y su aspecto no sufrieran deterioros. Mi madre no es tan incontestablemente bella y ha estado volcada al hogar y a sus hijos, tal como le dictaban su carácter y su educación. Cuanto más tiempo transcurría, más lejano sentía a mi padre y, la secreta admiración que sentía hacia él unida a que yo desaprobaba su desapego a la familia, hizo que nuestra relación no fuera nada espontánea. Hace dos veranos, recién cumplidos mis dieciséis años, yo era un chico que había despertado al sexo, abierto a todo tipo de sensaciones. Mi cuerpo se había desarrollado muy actractivamente con la ayuda de la naturaleza y del ejercicio y creo que emitía claras vibraciones sexuales. Vestía con camisetas y vaqueros bien ceñidos, que marcaban mi pecho y amplias espaldad, mi culito respingón y mis fuertes muslos. Percibía deseo en muchas miradas de uno u otro sexo y de de muy diferentes edades. Hace dos veranos, como digo, mi madre y mi hermano, al que llevo siete años, marcharon de vacaciones a la costa unos días antes que papá y yo, debido a que nos retenían asuntos laborales y escolares, respectivamente. La primera noche, mi padre me llevó a cenar con algunos amigos suyos que hacía tiempo que no me veían. Comentaron varias veces el pedazo de guapo chaval en que me había convertido, ante la mirada llena de orgullo de mi progenitor. Comimos y bebimos más de lo habitual y, debido a la animación, regresamos a casa bastante entrada la madrugada. Al día siguiente, cuando mi padre regresó de trabajar, yo le esperaba para comer. Preparamos un plato ligero y después del café me dijo: -Imagino que estarás tan cansado como yo, después de lo de anoche. ¿Qué te parece si echamos la siesta, Javi? -Bien. Me he levantado temprano para ir a la oficina del Instituto. Y además hace calor. Dejamos la mesa y, cuando me dirigía a mi dormitorio, me paró: -Ya que estamos solos, podemos dormir juntos. la cama es grande. Le seguí a la habitación matrimonial y empezamos a desnudarnos mientras nos observábamos disimuladamente. Cuando papá, que estaba a punto de cumplir cuarenta años, quedó en slip, pude comprobar que mantenía un cuerpo verdaderamente hermoso. Amplias espaldas, pecho muy desarrollado con abultados pezones, abdomen musculoso, muslos macizos y, sobre todo, un bulto en la entrepierna, marcando perfectamente su polla, que me tenía como hipnotizado. Sus pensamientos eran parecidos: -Veo que ya no eres un niño. Estás hecho un tío bueno. Un incontrolable rubor de satisfacción me impidió contestar. Al poco de estar tumbados, empezó a llevarse las manos al vientre: -Ayer cené demasiado y, como soy bastante estreñido, noto algunas molestias. Creo que necesitaría una lavativa. ¿Me ayudarás? No me apaño bien yo solo. Un tanto asombrado y curioso, le respondí que sí. En el cuarto de baño, se arrodilló apoyado en la bañera después de acercarme el aceite corporal. Despacio, se bajó el slip hasta mostrarme sus espléndidas nalgas en pompa. Eran y son firmes, macizas y masculinas. -Úntame aceite en el culo, que no estoy acostumbrado. Me arrodillé detrás suyo y él abrió más sus piernas dejando asomar su ojete, que me impactó de excitante que era. Estaba ante una situación con la que había soñado repetidas veces, recordando aquel episodio de mi infancia. Pese a que es un hombre moderadamente velludo, su ano y proximidades están prácticamente limpias de pelo. Su esfínter se me ofrecía como un abultado músculo de gran belleza. Con gran nerviosismo y excitación dejé que el aceite cayera por la ranura de su culo. -Extiéndemelo con la mano. Cuando toqué su ojete, mi rabo acabó de inflarse y endurecerse hasta límites que no conocía. Era tal mi calentura que pensé que me iba a correr espontáneamente. -Así, frota sin miedo, que se lubrique bien. Méteme un dedo y frota, ó la cánula podría hacerme daño. Tuve que hacer grandes esfuerzos por contenerme cuando traspasé su ano. Su gran músculo se cerraba e iba succionando mi dedo. Papá comenzó a menear su culo suavemente. Azorado por la situación, retiré mi dedo y mi padre, sin previo aviso, se incorporó apoyando su culo sobre mi paquete caliente y erecto. Volviéndose a medias, sonrió y dejó ver su gordo nabo que apuntaba al techo. -Se va a enfriar el agua. Puedes aplicarme la lavativa. Volvió a recostarse sobre el borde de la bañera y dirigí la cánula a su ojete, que la recibió con facilidad. Cuando la pera quedó vacía, le dejé en el baño y regresé al dormitorio, donde tuve que echar mano de toda mi voluntad para no tocarme y correrme con urgencia. No me cubrí con la sábana porque íntimamente deseaba mostrar a papá mi paquete en todo su esplendor. Aquella situación morbosa y caliente era más fuerte que todas mis inhibiciones. Al regresar, mi padre se paró en la puerta para mirarme intensamente. No dijo nada. Llevaba el frasco de aceite en la mano. -¿Estás mejor? -Sí... pero noto una pequeña molestia en el recto. No sé si tendré algún bulto o hemorroide. ¿Quieres mirar si tengo algo raro? -Claro. Se tumbó en la cama boca abajo con los muslos muy separados y volvió a bajarse el slip hasta debajo de sus nalgas, ofrecidas mediante el arco que forzaba su zona lumbar. Arrodillado tras él, dejé que el aceite formara un pequeño reguero entre sus glúteos hasta llegar a su ojete, que me pareció más abultado y abierto que antes. -Ve con cuidado. Yo te diré si noto alguna irritación. Le acaricié el brillante esfínter de abajo hacia arriba repetidas veces. Lo notaba cada vez más abierto y palpitante, de manera que parecía que mis dedos podían deslizarse dentro involuntariamente. Con un movimiento rápido de su mano, echó su polla y sus cojones hacia atrás. Quedaron ante mi vista seguidos a su culo, entre sus muslos y sobre la cama. Yo iba a tope pero continué con el masaje, realizando una trayectoria cada vez más amplia para rozar sus huevos contraídos, su dura polla y sobre todo, su gordo capullo descubierto que vibraba con cada toque. Se agarró las nalgas con ambas manos, abriéndolas para dejar su ojete lo más dilatado posible. -Méteme ya un dedo, Javi. Respiré profundamente y mi dedo corazón fue abriéndose paso por aquel suave túnel, frotando su pared próxima a la próstata. Es, para quien no lo conozca, difícil de comparar la mórbida jugosidad de un recto limpio y lubricado, el excitante y dulce relieve de su interior... en suma, el más atrayente y perfecto estuche. -¿Notas algo? -No. -Méteme un dedo más. Junté mi índice al dedo medio y proseguí masajeando aquel tubo inmaculado y jugoso que, tan pronto se abría relajándose como tiraba de mis dedos, succionándolos. Miré mi entrepierna y advertí que mi capullo encharcado formaba una buena mancha en el slip. Mi padre, ya de rodillas, movía su culo y su polla y sus huevos parecían a punto de reventar. Sin que él me lo pidiera añadí mi dedo anular y, con los tres, continué mi mete-saca al tiempo que los giraba en el interior del ávido túnel, frotando todas sus paredes y yendo más adentro con cada acción. Sus nalgas en pompa se movían más violentamente, empujaba su carnoso y reluciente esfínter que se abría hacia fuera facilitando que mis dedos entrasen y saliesen a mayor velocidad, mostrándome las paredes rojizas del comienzo de su recto. De improviso, llevó su mano hacia atrás alcanzando mi paquete. -No me toques, que me corro. Haciendo caso omiso, se volvió y tumbándose de espaldas patiabierto y ofrecido, agarró mi cipote, tirando hasta tumbarme sobre él. Nuestras bocas chocaron ó se buscaron, no lo sé, pero fue un estallido de emociones cuando nos unimos en un profundo beso. Un beso ávido de lucha de lenguas, dientes y labios. Era el encuentro de dos pasiones largamente contenidas, la completa y auténtica reconciliación que buscábamos inconscientemente, la más completa entrega. En aquel apretado abrazo, un par de meneos que mi padre dió a mi picha bastaron para que perdiera el control y llegara a un orgasmo violento e intenso. Continuamos estrechamente unidos, sin parar de besarnos y acariciarnos por todo el cuerpo. -Pero qué rico estás -me dijo. Mi trempera no había disminuído y papá se colocó sobre mí, besando y mordiendo mi cuello hasta hacerme enloquecer. Continuó lamiendo todo mi cuerpo: mis tetillas, mis axilas, el dorso de mis brazos, mi cintura... Estaba viviendo unos exquisitos placeres que jamás había podido imaginar. Yo no podía estar quieto y adopté una postura en la que pudiera atacar su cuerpo. Viendo papá mis intenciones, nos tumbamos de costado para dejar nuestros genitales a la altura de la boca del otro. Mamé con hambre canina aquel cipote que me había traído al mundo. Pasaba la lengua y los labios por sus cojones y por el interior de sus muslos, imitando lo que él iba haciendo conmigo y que me estaba llevando al paraíso. Pero lo mejor llegó cuando, separando los cachetes de mi culo, empezó a pasar suavemente su lengua por mi ojete para, poco a poco, imprimir más firmeza e intentar introducírmela al tiempo que soplaba y aspiraba en el interior de mi culo. Éste sí que fue un placer sofisticado que me enloqueció. Hundí mi boca en su ojete e intenté besarlo como si fuesen sus labios. Su elástico esfínter respondía perfectamente a mis lamidas y se abría facilitando la entrada de mi lengua. Nuestras pollas estaban a reventar. Puesto a cuatro patas, después de haberme besado profundamente, me pidió: -Fóllame, hijo. Javi, jódeme. No puedo más, lo estoy deseando. Sus poderosas y viriles nalgas abiertas y ofrecidas, mostrando aquel ojete tan sabroso, abultadito y palpitante, eran el mejor regalo que un padre puede hacer a su hijo. Acercándome por detrás, le pasé mi mano por el culo y por los huevos y la polla. -Estoy que reviento. Fóllame ya. Quiero que te corras dentro de mi culo. Acompañó sus palabras cogiendo mi cipote y enchufándoselo en su ano. Yo sobaba y separaba sus macizas nalgas, al tiempo que empujaba mi polla hacia dentro. Fue delicioso sentirme en su recto caliente, unido a su culo como si fuésemos una sola persona, proporcionándole a mi padre el rabo que le completaba. Mi cola no encontró obstáculos en aquel resbaladizo culo que tan bien la ordeñaba. Papá usaba su poderoso esfínter de una forma admirable. Yo perdí el control y le agarraba de la cintura para acompasar el ritmo, tiraba de sus pezones, besaba su cuello y su nuca, sobaba su polla y sus gordos cojones. Soltándose del abrazo, giró sobre sí mismo para quedar boca arriba, con las piernas levantadas y el culo abierto, donde metía y sacaba sus dedos mientras con su otra mano se meneaba el nabo. Me lancé sobre él y mi polla le penetró con furia. Se la sacaba del todo y se la volvía a meter con energía al tiempo que me dejaba ver su ojete cada vez más abierto y anhelante. -Cómo te gusta que te joda el coño, ¿eh papá? ¡Qué hambriento y encharcadito lo tienes! -¡Sí¡ Fóllame como a una furcia, rompe el culo-coño de tu padre. Nos besamos enloquecidos, acelerando el vaivén de nuestro mete-saca. Después de profundas embestidas, nos corrimos simultáneamente con las bocas unidas, sin poder ahogar nuestros gritos y gemidos de insuperable placer. Exhaustos y abrazados nos dejamos dominar por el sueño. Según iba despertando me encontré tumbado de costado, con mi padre abrazándome por detrás. Percibí el calorcillo de una turgencia apoyada en mi ojete que me palpitaba ávido y húmedo. Sin querer terminar de despertar, fui rozándome con la polla de papá y, como si estuviésemos imantados mi ano se fue abriendo y alojando su capullo. Con pequeños empujones iba tragando su rabo. Me asombré de que, tal vez por la posición, por la calentura del deseo o porque dirigía mis movimientos, apenas me dolió y sí me produjo un placentero calor que se incrementó al moverme, sintiéndome lleno de la carne de mi padre. Papá comenzó a ayudar la follada y notar sus huevos pegados a mi culo me añadía un dulce gusto. Comenzamos a sentirnos cercanos y desinhibidos: -Viciosillo, te gusta la polla de tu padre, ¿eh? -Sí, me encanta sentirme lleno, embutido por tu salchichón. Mi musculoso y respingón culo empujaba violentamente contra el cipote de mi padre, aumentando mi placer hasta el paroxismo. Me parecía increíble que la naturaleza nos pudiera proporcionar tantos placeres de delirio, a los que estaba despertando en una sola tarde. -Putillo mío, culo caliente. Tienes un culo precioso. -Jódeme, papá, fóllame. -Te voy a romper ese culo estrecho... Voy a regártelo con la leche de tu padre. Yo me dejaba hacer plácidamente, ayudando únicamente con los violentos vaivenes de mis nalgas. Papá me tenía agarrado tocándome las tetillas, acariciándome los muslos y besándome la nuca, el cuello y la boca. La corriente de placer se hacía más y más intensa y, sin tocarme la polla, noté que me estaba empujando a un increíble orgasmo que no podría evitar. Así, exploté abundantemente en una corrida en la que participaba todo mi cuerpo y, con mis irrefrenables contracciones culares, provoqué que mi padre se viniera también, golpeando locamente el fondo de mi culo. Fue el delirio. -Refresca al calentorro de tu hijo. Jódele, dale fuerte por el culo. Así, papá, así. ¡Ah! -Sí, putito mío. Te doy todo mi ser. Me derrites. ¡Toma pollazo! ¡Toma! ¡Oh! ¡Me corro! Cuando nos recuperamos, nos abrazamos frente a frente y noté que papá, mientras me besaba tiernamente, tenía los ojos húmedos. -Me emocionas, Javi. Esto que hemos hecho no puede compararse a nada que haya vivido antes. Es lo máximo, la más fuerte unión. Nunca he llegado a sentir tan intensamente. Me haces tan feliz... Por supuesto que aquella siesta es lo más intenso que he vivido y, estoy casi seguro, viviré jamás. Papá y yo buscamos todas las ocasiones posibles para darnos placer. Compartimos aficiones y nos encontramos ahora muy, muy unidos. Él se ha vuelo más humano y el ambiente familiar es por el momento mucho más armonioso.

###

3 Gay Erotic Stories from Javier

Abrazo Misterioso

Las reuniones en casa de Gabriel eran frecuentes en aquella época de estudiantes. Nuestro grupo de compañeros de universidad gustaba de las reuniones en las que se toca la guitarra y se bebe hasta bien entrada la noche. Como era ya costumbre, unos dormían en los cuartos y otros sobre los colchones que Gabriel acomodaba en su sala. Aquella noche los asistentes eran los de

Ambiente Familiar

Conservo nítidos recuerdos de mi más tierna infancia. El que hoy me ocupa data de cuando contaba unos tres años de edad. No puedo saber si porque atravesaba esa época en que algunos niños tienden a retener sus defecaciones o porque estaba ocasionalmente estreñido, mi madre consideró que la solución era una enema. Cuando trató de aplicármelo, me resistí y puse todo tipo de

Sol, Playa y Arena!

Por primera vez en mi vida me invitaron a conocer el mar en Puerto Rico, que Rico, al llegar vi a mucha gente, chicos y chicas, todos en traje de baño super ajustados, y diminutos, por supuesto yo solo veia a los chicos que jugando volley ball, y tirados en la arena, con las piernas abiertas, ya se imaginaran, como me puse, al sentir que era notorio mi calentamiento, me fui al

###

Web-01: vampire_2.0.3.07
_stories_story