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Cálidas Vacaciones En Una Isla, Part 2

by M. H.


Parece ser que no buscar un hotel de lujo para turistas en la playa fue una buena decisión. Acerté bastante con alojarme en una casa de huéspedes particular en el centro de la ciudad. Al portero-conserje-cocinero-mesero (pues hacía de todo) de edad mediana y moreno, que generalmente estaba sin afeitar, lo veía de vez en cuando en sus quehaceres, pero era más bien parco de palabras, aunque no de sonrisas. La caliente bienvenida que me dio el morenazo nada más que llegar a la pensión, contada en la parte primera de esta narración, me dejó extenuado. Tras la inolvidable sesión de exploración nuestros cuerpos, de las largas mamadas y profundas cogidas en la boca, y de los ardientes besos, nos abrazamos fuertemente, nos entrelazamos las piernas y comprobamos que nuestras pollas volvían a crecer. Pero yo estaba tan cansado que me sin darme cuenta ni quererlo me quedé dormido en sus brazos. No sé cuanto tiempo estuvimos así, pues cuando me desperté al cabo de 3 horas yo estaba sólo en la cama, el morenazo se había ido. Yo estaba acostado sobre la espalda, mi verga más tiesa que un palo y la puerta de la habitación entreabierta. Me tapé inmediatamente con la sábana, que quedaba formando una especie de tienda de campaña sobre mi polla, y me puse a recordar lo sucedido. ¿Había sido todo un sueño muy lejos de la realidad? ¿Las caricias de sus pies y muslos, los golpes de sus caderas al cogerme, y el intercambio de nuestro semen al besarnos eran sólo producto de mi fantasía? No podía ser. Los restos secos de nuestra leche en mi pecho y el sabor que aun tenía en la boca me indicaron que había tenido realmente una de las más bonitas bienvenidas que jamás haya tenido en un hotel. ¿Porqué se fue el morenazo? Días después me explicó que había tenido que separarse de mis brazos y piernas, que lo tenían agarrado como un pulpo, porque era la hora de irse a trabajar al Casino en el que estaba encargado de los juegos de bingo. Me decidí por levantarme y ducharme para ir a dar un paseo por la ciudad y a comer algo. Me coloqué una toalla alrededor de las caderas y salí del cuarto para meterme en el baño. La puerta no estaba cerrada, pero dentro me encontré con ese jovencito rubio que ya había visto pasar por delante de mi pieza. Estaba afeitándose, realmente no sé ciertamente qué es lo que se afeitaba, pues era bastante lampiño. Su cuerpo era muy bien proporcionado y el cabello rubio le caía de forma ligeramente ondulada. Estaba descalzo y sólo llevaba una toalla alrededor de su cintura. Me saludó muy amablemente y me dijo que no me fuera que él estaba a punto de terminar. Que si quería me duchara ya, que a él no le molestaba. Nos presentamos y me dijo que se llamaba Jack, que era holandés y que estaba pasando allí unos meses para aprender el idioma. Me metí en la ducha, cerré la cortina de plástico como pude, pues era más estrecha y quedaban ranuras a la izquierda, a la derecha y en medio. Desde la ducha pude comprobar como la toalla de Jack se había abombado y que de pronto una verga rubia, con circuncisión, inmersa en un bosquecito de vello rubio se le salía por la toalla, que en ese momento se le cayó al suelo. Pude ver que en ese momento Jack se enrojeció y la levantó inmediatamente. Mientras se ataba la toalla nuestras miradas se cruzaron y despertaron en mí un enorme deseo de poseer para mí ese lindo cuerpo. Pero como no conocía todavía los gustos y apetencias de los moradores de la pensión traté de disimular y seguí duchándome. Lo que pude dominar con la fuerza de la razón me fue imposible de hacerlo con mis instintos. Mi verga se paró. Para taparla la agarré con la mano y empecé a enjabonarla. Claro es que la excitación fue cada vez mayor. Jack había terminado de afeitarse, abrió la cortina de plástico, yo creí que era para decirme que se iba, pero en vez de despedirse se metió en la ducha y me dijo „¿me dejas que me duche brevemente? es para refrescarme brevemente, hace mucho calor." Hacía mucho calor de verdad, y más calor sentí al notar contra mi pecho y mi verga la espalda y el culo de Jack. Al agacharse para limpiarse los pies sentí su culo muy cerca de mi polla, tanto que le di un pequeño empujón. Jack se volvió, se sonrió, me besó y me rogó que lo acompañara a su cuarto para refrescarnos la boca con frutas que allí tenía. Nos secamos rápidamente, nos pusimos la toalla alrededor como si saliéramos de un baño romano, él primero y yo detrás nos dirigimos a su habitación, que estaba al lado de la mía. Tras cerrar la puerta Jack se dirigió a un plato de frutas que tenía sobre la mesa. Me ofreció fresas, mangos y bananos. Yo me comí unas fresas muy dulces y maduras. Mientras él pelaba un banano me invitó a sentarme sobre su cama, después se sentó él a mi lado, me dio la vuelta y me acostó boca abajo. En ese momento sentí como Jack me abría las nalgas, me lamía el culo, y trataba de meterme con mucho cuidado el banano. Yo me retorcía de placer y él me decía que no me moviera tanto para que no se rompiera. Lo metió al menos hasta la mitad y luego se puso a lamerme el culo alrededor del banano, a comerse el banano que sobresalía y a chupar y succionar para comerse el resto del banano que había quedado dentro de mi culo. Inmediatamente después me colocó de espaldas, levantó mis piernas y se las puso sobre sus hombros, a la vez que empujón a empujón fue metiendo su dorada verga en mi culo. Los golpes que me daba con sus caderas hacían que su polla entrara cada vez más y que yo sintiera un enorme placer al verme ensartado por este fornido rubio, que no tenía más de 25 años, pero que me cargaba como si fuera un albañil de 40. De niño siempre nunca me habían gustado los caballos ni el deporte de la equitación que practicaban mis tíos. Hoy llegué a la conclusión que una de las cosas más bonitas del mundo debería ser cabalgar, al menos por la cara de felicidad que ponía Jack cada vez que después de haber sacado su polla casi del todo me la metía nuevamente con un fuerte movimiento de sus caderas. Jack no cesaba de cabalgar y tampoco de moverme mi polla rítmicamente con su mano derecha. No sé cuanto tiempo estuvimos así, pero sí sé que me hubiera gustado parar el reloj y continuar sintiendo ese placer sin que las horas pasaran. Poco a poco fue incrementando la velocidad y el ritmo de sus movimientos, cada vez se repetían más los golpes de sus huevos contra mi culo, cada vez me sentía más en su poder. Un rubiales llenándome el culo de repetidos chorros de su semen y mojándome mi abdomen con el semen que a golpes salía de mi verga. Mientras Jack, que había sacado su verga de mi culo, y se había echado encima de mi para lamerme el semen de mi vello, abdomen, ombligo y pecho, noté que de mis nalgas salía un fluido caliente que me bañaba los muslos. Al oído me susurró que le había hecho muy feliz y me pidió que yo también me comiera un banano como él lo había hecho. A lo largo del día descubrimos otras recetas para comer banano. Riquísimo está el banano bañado con leche. Yo estaba medio aturdido con tantas nuevas experiencias. Ninguna de ellas estaba planificada. Era el primer día de mis vacaciones, pero ya había llegado a una conclusión. Al regreso a mi país me sería muy duro, por no decir imposible, volver a salir con los compañeros y compañeras de la Universidad. Tendría que buscarme amistades nuevas. O quedarme para siempre en tan afortunada isla. Lo que siguió pasando durante mis vacaciones lo narraré en la tercera parte. Si alguien quiere escribirme, me alegraré y le contestaré. mario98@members@gayweb.com

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3 Gay Erotic Stories from M. H.

Cálidas Vacaciones En Una Isla, Part 1

Parte primera: Uno de los huéspedes me da una bienvenida caliente No quería un hotel de lujo para turistas en la playa. Prefería un casa de huéspedes particular en el centro de la ciudad. Por eso llegue con el bus desde la terminal del aeropuerto al centro de la ciudad y me puse a caminar por sus calles con mi mochila al hombro. Debido al cálido clima que me esperaba no

Cálidas Vacaciones En Una Isla, Part 2

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