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Capítulo I: En El Autobús.

by Daniel Santana


Desde que mis padres se habían ido de vacaciones a Marbella disfrutaba de la casa para mí solo. No tenía ningún control paterno ni materno y eso me gustaba. Esa noche volvía del centro en autobús a mi casa. Eran las nueve y media y las farolas iluminaban tenuemente la vía desierta, pues llovía con bastante intensidad. En el autobús no había más que una pareja y una madre con su hijo. Yo estaba sentado en la última fila, la menos vigilada y la más cómoda también. Miraba distraídamente por el cristal, mientras pensaba en mis cosas. En ese momento llegamos a la última parada dentro de la ciudad. Más allá sólo había campo con decenas de chalés, entre los que estaba el de mis padres. No pude creer quien se subió en esa parada. No lo había visto en mi vida, pero era el chico de mis sueños. Mediría metro noventa, muy musculado, de espaldas anchas y cintura estrecha; piel morena, pelo oscuro y dos esmeraldas por ojos. El pelo lo llevaba corto y tenía un piercing en la ceja. No podía quitarle la vista de encima. Di gracias a los hados del Destino por permitirme ver semejante Adonis, pero más tarde tendría que darles más. El chico miró, buscando un sitio donde sentarse, y nuestras miradas se cruzaron. Retiré la vista bruscamente, pues creí que había sido muy obvia mi cara de asombro y deseo. Seguí mirando por el cristal, intentando recordar la figura majestuosa del excitante desconocido. En esto, noté una sombra a mi lado, levanté la vista alarmado y mis ojos se encontraron con los suyos. - Perdona, ¿te he asustado?- me preguntó con una voz suave. - No..., no...- mentí descaradamente - Resulta que me acabo de mudar por aquí y como no me conozco las paradas tengo miedo a pasarme la mía. - ¿Dónde vives? - En el camino Gustavo Adolfo Béquer. - Entonces nos quedamos en la misma parada. Yo vivo dos calles más allá. - ¿Te importa entonces que me siente a tu lado? - No, no. Me llamo Jose. - Rodrigo, encantado. - Encantado.- y él no podía imaginar cuanto. El resto del trayecto (unos quince minutos) nos los pasamos hablando de lo típico: estudios, familia, etc. Así supe que vivía con sus padres, que ahora los suyos estaban en Marbella (dulce casualidad) y que en octubre empezaba tercero de BUP (como yo), porque tuvo que repetir segundo. Un año mayor que yo, al menos. También supe que iba a estudiar en mi mismo instituto y recé para mi interior que en la misma clase. Hablando, llegamos a nuestro destino. Seguía lloviendo a cántaros y no teníamos paraguas (quien puede saber que si a las cuatro de la tarde no había una sola nube en el cielo, cuatro horas después iba a diluviar) así que tuvimos que correr por la carretera para llegar a nuestras casas. - Deberías entrar hasta que escampe un poco. - Muchas gracias, pero mejor llego a mi casa.- mi mente decía "que insista, que insista" - Pero, hombre, si no hay nadie en ella y vas a coger una pulmonía. Venga vamos. Y se alejó corriendo para que yo no pudiera replicar, cosa que no pensaba hacer. Le observé con la poca luz que daban las tres farolas mal puestas. Sin lugar a dudas era muy atractivo. Me quedé con cada detalle de su perfecto cuerpo mientras lo alcanzaba, pues para algo estaba en el equipo de atletismo del instituto. Cuando me vio a su lado me sonrió: - No sabía que corrieras tan bien. - Estoy en el equipo de atletismo del instituto. Así que no intentes superarme- le devolví mi mejor sonrisa. - Eso lo veremos...- y apretó aún más su paso. Yo apreté también y me coloqué a su altura. Le sonreí y le superé. Pero heme aquí que tuve que bajar el ritmo, pues aunque habíamos llegado al paseo donde vivía, yo no sabía cuál era su casa. Me pasó y me guiñó el ojo, señalándome un chalé de la izquierda pero, lógicamente, él llegó antes. - Si llegas a saber que casa es hubieras ganado. Así que te concedo el honor del premio. - No, tú llegaste antes que yo, así que tú has ganado. Así son las reglas. - Lo dejamos en empate, pues. - De acuerdo. - De acuerdo.- y nuestras manos se chocaron. Sentí un cosquilleo especial al tocar su mano que me hizo estremecer. - Estás helado.- me dijo- Venga, entremos ya. Sacó las llaves del bolsillo y probó varias veces, hasta dar con la que era. Se notaba que se acababa de mudar. Abrió la verja y entramos al jardín. - Perdona que no esté arreglado, pero ya sabes.... La verdad es que con la lluvia y la poca luz, no distinguía nada, así que nada tenía que perdonarle. Nos dirigimos por la vereda hacia la casa y en el descansillo pudimos al fin guarecernos de la incesante lluvia. - ¿Siempre llueve así por aquí en agosto? - Bueno, en agosto, septiembre, octubre, noviembre,.... - Ya entiendo. En ese momento, para más INRI, las llaves se le resbalaron de las manos mojadas y cayeron por la escalera hasta llegar, como movidas por una mano invisible, al fango oscuro del jardín. - ¡Joder!- gritó Rodrigo y se lanzó tras ellas. Se alzó el suéter y la camisa que llevaba debajo y metió la mano en el lodo. - ¡Joder!- repitió.- ¡Qué asco! - Deja que te ayude. Me arremangué la manga y metí la mano en donde creía que habían caído las llaves. Después de un rato de buscarlas, las encontró Rodrigo. Corrimos de nuevo hacia el descansillo y esta vez acertó a la primera. Entramos a la casa hechos un asco. (Continuará...) Due to international translation technology this story may contain spelling or grammatical errors. To the best of our knowledge it meets our guidelines. If there are any concerns please e-mail us at: CustomerService@MenontheNet

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Capítulo I: En El Autobús.

Desde que mis padres se habían ido de vacaciones a Marbella disfrutaba de la casa para mí solo. No tenía ningún control paterno ni materno y eso me gustaba. Esa noche volvía del centro en autobús a mi casa. Eran las nueve y media y las farolas iluminaban tenuemente la vía desierta, pues llovía con bastante intensidad. En el autobús no había más que una pareja y una madre con su

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Web-01: vampire_2.0.3.07
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