Gay Erotic Stories

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Deliciosas Vacaciones

by Jotauve


El encuentro fue por internet. Coincidimos en una chat varias veces y charlamos de temas muy variados, y la química funcionó entre los dos. El morbo de conocernos y el deseo de follarnos fue importante para tomar la decisión de hacer una escala en su ciudad, en un viaje que tenía planeado a otro lugar. Me puse en sus manos para que me arreglara el hospedaje y confió en mí al pagar la señal que debía abonar en el hotel. Durante el viaje traté de tranquilizarme y dominar mis nervios; no sabía si Tito vendría a vivir conmigo los dos días de mi estancia en su ciudad y si, al vernos, seguiría dispuesto a follar. Tito, mientras esperaba en el aeropuerto, también se preguntaba cómo sería yo, si no sería un adefesio, y si realmente le apetecería meterse conmigo en la cama; sólo tenía una cosa clara: acogerme, acompañarme algunos ratos y basta, si yo no le gustaba. Nos reconocimos inmediatamente en el aeropuerto. Me causó una buena impresión. Se había afeitado la barba, no era muy alto pero sí musculoso y bien proporcionado. Nos comportamos como viejos conocidos durante el trayecto al hotel. Yo todavía no sabía cuál sería su decisión, su plan para estos próximos días, y me inquietaba un poco, pero quería guardar las formas y no ser indiscreto. El hotel era una casa de dos plantas, agradable, con la bandera gay ondeando en su exterior. Estaba muy cerca de la playa y en el barrio gay. Saqué del maletero del coche mi equipaje y él una pequeña bolsa. Le pregunté si se quedaba conmigo: me sonrió y me dijo que sí. Una vez que entramos en la habitación y nos quedamos solos, me acerqué a él para agradecerle con una caricia en la cara sus gestiones y su amabilidad. Palpé su paquete por encima del pantalón. No estaba mal. Seguramente no estaba tan abultado como el mío, pero ofrecía buenas perspectivas. El primer beso en la boca fue cálido y sabroso. Arreglamos nuestras cosas y me desnudé para ir a la ducha. Al salir del baño, Tito estaba en pantalón corto y una camiseta muy ajustada a su pecho sentado en la cama. Yo me quité la toalla que me cubría y me tumbé a su lado. "Quiero follar contigo ya", le dije. Él estaba indeciso por si yo estaba cansado del viaje. "Me importa un bledo el cansancio; quiero aprovechar estos dos días contigo y despelotarme como nunca lo he hecho". Se tumbó junto a mí y empezamos una larga sesión de besos en la boca y en el cuello. Tenía mi polla dura y notaba que la suya también lo estaba. Le ayudé a quedarse en pelotas. Me agradó verle desnudo. Sus pectorales eran pronunciados, sus piernas recias, su culo era musculoso; tenía depilado el pecho y la espalda. Sentirle sobre mí, el contacto de su cuerpo y la suavidad de su piel me resultaba excitante. Se empleó a fondo con su lengua: me recorrió todo el cuerpo y me puso a cien. Era de película; no, era mejor, era real. Sentía un gran placer pero sobre todo me alegraba la seguridad de que no tenía reservas y estaba dispuesto a todo. Pasamos un buen rato con sexo oral, chupándonos todo el cuerpo y sobre todo mamándonos las pollas. Me propuso, al fin, dar una vuelta y comer algo. "Esta es una zona libre para los gay, me dijo, así que podemos ir por la calle como nos dé la gana". Íbamos en shorts, pero sobre todo me excitaba ir paseando con él, agarrados de la mano o pasándonos el brazo por la cintura, o tocándonos el culo sin llamar la atención, sin que nadie nos dijera nada. Nos cruzábamos con otras parejas igual que nosotros. Hacía lo que me apetecía desde siempre y que nunca había podido hacer por las conveniencias sociales (a la mierda con ellas...). En la terraza del restaurante había algunas tías con unos buenos machos, pero la mayoría, y desde luego los camareros, eran gays De nuevo en nuestra habitación, tendidos sobre la cama, fumamos un cigarro. Al fin, Tito se desnudó, me quitó mi ropa y quedamos desnudos uno junto al otro. Tomó él la iniciativa. Yo estaba encantado de sentir por mi cuerpo, otra vez, la humedad de su lengua, la presión de sus labios, las caricias de sus manos. Agarró mi polla y la frotó suavemente; la tengo circuncidada, no es muy grande ni gorda, pero es bien proporcionada; estaba ya dura y deseosa de pelea. La metió entera en su boca. Ufff. Era una delicia sentirla aprisionada, sentir su lengua pasearse por toda ella, en círculos, arriba y abajo, tocando las paredes de su boca. Me gustaba verle tan aplicado, tan empleado a fondo en mi rabo. Nuestras miradas se cruzaron más de una vez; no hacían falta palabras; había un sentido de complicidad entre los dos. Su posición, de rodillas teniendo mis piernas entre las suyas, me permitió tocarle con el pie sus huevos y su pene, agitárselos y hacer que se alegrara... noté que le gustó. Subió hasta mi boca y nos volvimos a besar profundamente. Metí su oreja en mi boca y le eché el aliento con pequeños suspiros excitantes. Rozó mi cuello con su lengua y me hizo gemir. Fantástico.. Cambiamos de posición y empecé yo a recorrer su cuerpo con mis besos. Agarré con mis manos sus pectorales y formé una buena masa de carne, que estaba deliciosa al paladar. Sus tetillas se pusieron duras y afiladas; chupé y chupé, lamí una y otra. Bajé hasta su ombligo y le metí en su agujero la lengua mientras le iba sobando los huevos. Notaba cómo su polla estaba ya tiesa y me dediqué a ella. Primero las caricias por fuera con la lengua: estaba también circuncidado y en su glande fui dejando una buena porción de saliva, que extendí por todo su tronco. Lo recorrí hasta el empalme con los cojones y la ingle. Agité la lengua y le di suaves lengüetazos. No veía la cara que ponía Tito pero notaba sus espasmos y su excitación. Subió de punto cuando me metí aquel pedazo de carne en la boca: su punta me llegaba hasta la garganta; subía y bajaba sin descanso, a distintos ritmos, compaginándolo con el movimiento en ocho de mi lengua en su glande. Joder... necesito una verga en la boca... Súbitamente Tito se movió: "tengo que follarte el culo", me dijo, "no aguanto más". "A tu servicio, mi amor", le respondí. Tomó un condón de los que había en la mesilla de noche. Nos reímos al ver que era de color verde... Vérselo puesto le daba un aspecto morboso. Yo estaba tumbado de espaldas y me levantó las piernas, hasta depositarlas en sus hombros. Procedió con mucho cuidado; veía mis signos de dolor, aunque yo aguantaba para tenerlo dentro de mí. Ahhh.... Oggg... Notaba cómo se introducía poco a poco aquella verga que acababa de saborear. Al fin la tuve dentro de mí toda entera. Joder qué maravilla, ufff. Qué manera de disfrutar el uno del otro. El cabrón me empezó a masturbar al ritmo que nos movíamos sincronizadamente. Bajé mis piernas de su hombros, y los pasé por su cintura, y le apretaba contra mí para que su penetración fuera más profunda e intensa. Coño, aquello, era demasiado... Jadeábamos los dos sin parar, hasta que con la mirada nos dimos cuenta que estábamos para corrernos. "Córrete dentro, córrete dentro de mí, quiero sentir el calor de tu leche", le dije... Explotamos a la vez. Mi semen se derramó en su mano. Estábamos agotados... Después de un rato de descanso para reponernos, nos vestimos para salir. Tito tenía la preocupación de mi cansancio. "Déjame aprovechar todo lo que pueda, estoy tan excitado que no siento el cansancio". Fuimos a una disco. Estaba lleno de tíos de toda especie, jóvenes y mayores, blancos y negros, deslumbrantes unos y normalitos otros, enrollados entre sí muchos... Me apeteció abrazar y besar a Tito en aquel ambiente, provocar a otros, como otros me provocaban a mí... Al cabo de un rato nos fuimos a otra disco. Ahí el ambiente era más tranquilo, no había tanta aglomeración, pero iban subiendo a una plataforma unos chicos preciosos, esculturales, semidesnudos, que al ritmo de la música se iban despojando de sus escasas ropas y seguían danzando completamente en pelotas, moviendo sin cesar sus largas pollas. Joder qué espectáculo; estaban para violarlos sin compasión. Por dinero, los muy putos, se dejaban acariciar el cuerpo, tocarles las bolas o el pene, magrearles el culo o lo que te apeteciera. De vuelta al hotel, estábamos calientes. Era tarde y hora de dormir, pero una mierda... yo no estaba dispuesto a perder otra ocasión de tener sexo. Como nos tumbamos desnudos en la cama, uno junto al otro, le acaricié el pecho y me recosté sobre él para besarlo. Noté cómo su polla se iba poniendo en condiciones, así que proseguí con mi plan de excitarlo del todo para follar de nuevo. "Joder, tío, eres insaciable", me dijo sonriendo. "También tú estás cachondo y con ganas por lo que se ve...", le respondí. Estaba tan caliente, que se revolvió y montó sobre mí. Lamió todo mi cuerpo por delante, y me hizo girar después, para seguir con sus besos por la espalda. Su cuerpo sobre el mío; sus piernas se apretaban contra las mías. Mmm que sensación tan agradable sentir su peso y notar cómo su polla se agitaba entre mis piernas. Me tenía inmovilizado agarrándome los brazos mientras me besaba el cuello y me mordía la oreja y metía su lengua en ella. Se irguió para coger un preservativo de la mesilla de noche. De qué color será éste, nos preguntamos divertidos... la leche: era negro! "Me vas a clavar una banderilla negra", le comenté (en los toros las banderillas negras son de muerte). Nos reímos al ver su polla "negra", pero no le bajó la erección. Ensalivó mi culo y empezó a meterme aquel tronco. Agggg, me hacía daño el cabrón, pero me la metió entera. Descansó un rato para que me acostumbrara a tenerla dentro, y empezó suavemente a meterla y sacarla de mi culo. Me resultaba ya placentero; era una gozada. Sin quitarme la verga de dentro nos pusimos los dos de rodillas. El rodeaba mi pecho con sus brazos y yo lo tenía agarrado por el culo. Estábamos fuertemente entrelazados por fuera, y unidos por dentro. Esta posición nos permitía besarnos en la boca, exprimirnos completamente y saborearnos el uno al otro. Caí rendido en la cama, pero su polla no salió de mi interior. Siguió moviéndose sin parar. Mi polla estaba entre mis piernas y notaba cómo sus cojones golpeaban a veces los míos. Mi excitación llegó a un punto insostenible. Reventaba por dentro; se me pusieron los ojos en blanco, la boca se me abría buscando aire, mi próstata, o lo que fuera, explotaba, perdí la noción de la realidad. Grité como un cerdo y mi leche salió como un volcán; también se debió correr Tito en aquel momento porque sacó enseguida su verga y noté la humedad de su semen en mi espalda. Cayó sobre mí sin decir palabra. Yo tampoco estaba para decir nada. Se recostó sobre mí, nos besamos y, abrazados, nos quedamos dormidos. Qué placer tan agradable despertar y tener a tu lado un macho guapo y bien armado. Por "buenos días" acercamos nuestros cuerpos para fundirnos en un beso, las piernas entrelazadas, juntas las pollas y disfrutar el contacto de nuestra piel. Mejor que el buen desayuno que tomamos después, fue la masturbación que inició Tito a nuestras dos pollas juntas: agarró las dos con una mano y empezó a frotarlas suavemente. Era tan preciosa la mañana que fuimos a la playa. Cuando llegamos había ya muchas parejas gay o grupos de jóvenes tomando el sol, tumbados sobre la arena casi completamente desnudos. Era una maravilla estar junto a Tito, rozando su cuerpo, besarle cuando me apetecía, sin las inhibiciones ni los prejuicios sociales que tanto me atenazan. En el agua entablé conversación con una pareja: uno de ellos era simpático, abierto, además de tener un cuerpazo de ensueño. Tito no tenía inconveniente en que ligara y me llevara a la cama a quien me gustara, pero estaba más bien retraído, lo mismo que el otro muchacho. Yo estaba dispuesto a un trío o un cuarteto, pero no sin Tito. Estoy seguro de que si él y el otro chico lo hubieran querido, nos hubiéramos montado una orgía descomunal, pero no pudo ser. Antes de hacer las maletas y salir para el aeropuerto, nos duchamos juntos. Las caricias con las manos enjabonadas y el agua tibia nos prepararon para el último revolcón en la cama. En un excelente 69 nos comimos las pollas hasta vaciar del todo los depósitos de nuestros huevos. No paramos de amarnos hasta que llegó la hora de marcharnos. La despedida en el aeropuerto fue formal. No estábamos ya en territorio gay. Por qué no habrá ciudades gay -mejor, un mundo gay-, con libertad para expresarse, con el sexo como norma y el placer como objetivo? jotauve@hotmail.com

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