Gay Erotic Stories

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El Desquite

by Cyrano IV


Eduardo y yo tenemos poco más de un año viviendo juntos y ya tenemos serios problemas. Eso es lo malo de los matrimonios "mixtos", según lo veo yo. El ya estuvo casado en dos ocasiones (casado con mujeres, quiero decir) y debe estar pensando que yo soy la tercera en su lista. Desde un principio yo quise dejar muy en claro que no estaba dispuesto a montar una parodia de un matrimonio heterosexual. Yo no iba a ser "Lucy" y él "Ricky". Conmigo no va eso de "marido y mujer". Me revienta los cojones cuando alguna imbécil me pregunta (por que generalmente son mujeres las que me hacen la pregunta): "...y...entre tú y tu pareja...¿quién es es el machito y quién es la hembra?" (¿cuál es el femenino del adjetivo "imbécil"? ¿o es unisex?) Que Eduardo pretenda que yo le planche sus camisas porque lo hago mejor que la lavandería, que le lave sus calzoncillos y calcetines, le prepare la cena y en la cama le mame la verga cada dos días y los sábados le dé el culo, sin que él me haga nunca las mismas cosas a mí, bueno, puedo entenderlo hasta cierto punto, el cabrón estuvo diez años casado y tiende a repetir esquemas de pareja. ¡Pero que me monte los cuernos con una zorra, como le hacía a sus otras... quiero decir, a sus esposas...! Eso es también un esquema de pareja, pero no, conmigo se le quebraría el serrucho. Si él lleva pantalones, yo también los llevo. "Un cuerno saca otro cuerno", lo cornearía yo también a él. Si no le doliera, al menos yo me divertiría. Eduardo fue quien me buscó a mí. El fue mi primer amor en la adolescencia y cuando se dio cuenta que también me amaba, se molestó tanto que hasta me golpeó, fracturándome la nariz, porque él no "quería ser gay". ¡Como si uno pudiera elegir en eso! Dejamos de vernos casi veinte años y cuando volvió a aparecer en mi vida, me juró que después de tanto tiempo, dos matrimonios fallidos, tres hijos y él mismo no sabe cuántas novias y queridas, había llegado a la conclusión que el amor de su vida era yo. Y yo, claro, ya con más de 30 años, solito, aún en el closet...¡Caí como un mismo pendejo! Eduardo me aclaró que él era bisexual y que no pensaba renunciar a las mujeres aunque viviéramos juntos. Yo le acepté la cláusula, igual hubiera aceptado si me decía que él era el hombre lobo y que en las noches de luna llena mordía. Recogí mis cosas y me mudé a su casa. Y aquí estoy ahora, buscando en sus gavetas y entre sus papeles una foto de la tal Isabelle, su actual capricho desde hace unos meses, para ver qué tal me va practicando el vudú con alfileres. En el gimnasio donde me entreno tres días por semana conocí a Gary, un morenazo antillano que da clases de aerobics. Gary, con el nombre de "Black Velvet" es una figura muy conocida en la escena gay de esta ciudad con su imitación de Grace Jones y como nos hemos hecho buenos amigos, yo le cuento mis cuitas con Eduardo y él me cuenta las suyas con Kurt, su adorado tormento, que cuando se emborracha hasta le pega. Decidimos que cuando seamos más viejos escribiremos juntos un libro que titularemos "Maricones que aman demasiado" y repartiremos las ganancias con GLAAD. De momento, estas son nuestras vidas y tenemos que vivirlas. Hablando con Gary me percaté de que era viernes por la noche y que yo nunca había ido a ver su show, porque Eduardo no quiere ser visto en ciertos lugares, y aún y cuando hemos ido juntos a otros sitios "de ambiente", a ese en particular nunca me ha querido llevar, pese a que actualmente es uno de los antros alternos más de moda en la ciudad. Pero el hijo de puta de Eduardo andaría esa noche saltando la cuerda con la puta esa de Isabelle (¿será "Complejo de Edipo" lo que tiene Eduardo?) y yo...Gay free. Le dije a Gary que quería ir con él a ver su show y se alegró mucho. Me dijo que esa noche estrenaría una rutina basada en "La Vie en Rose" y que me la dedicaría. Ya en los vestidores, a la hora de salida de Gary, yo lo veía de reojo mientras nos desnudábamos para cambiarnos. No podía evitarlo. Su verga flácida mediría fácilmente lo que la mía erecta...dos veces, bueno, exagero, gracias a Dios y a la genética yo no soy tampoco un infradotado, pero es que aquello que tenía Gary...¡Wow! Yo había escuchado a los adolescente que van a hacer body building hablar acerca de la mitológica macana de Gary, pero no había tenido el placer de ser presentados... El se percató de que yo lo miraba de soslayo y me dijo, con su fuerte acento creole: "Si tú quiere mirá...¡No problema!...Si tú quiere tocá ¡Tampoco problema! Yo ya estoy acostumbrado, man. A muchachitos yo no deja tocá porque no quiere problema con menores, pero tú si puede. ¡Tú más vieja que yo!" Obviamente le aclaré que "más vieja" sería la puta de su madre, pero acepté su invitación. Le agarré aquella manguera de bomberos con las dos manos... ¡Sentí escalofríos! Me recordó cuando yo tenía ocho o nueve años, en el zoológico, que me dieron a tocar una serpiente...¡Brrr! Sólo que aquella era fría fría y ésta de Gary era...caliente caliente. Abusando de la confianza, le descorrí el prepucio y en la operación debo haber tocado algún mecanismo automático, porque la grúa telescópica aquella empezó a pararse ella sola como una cobra real. Yo le preguntaba a Gary dónde le ponía el fluido hidráulico, porque erigir aquel poste requeriría unos tres litros de sangre al menos, pero Gary se reía y me respondía que su secreto era tener una conciencia limpia y una verga "fat free". Al levantar la vista vi nuestro reflejo en los espejos de los lavabos. Me sonrojé. ¡No, por Dios! Intentar cualquier cosa con Gary, así a la carrera, me recordaba al colega aquel que, visitando el obelisco de Washington, suspiró profundamente y exclamo: "¡Ay no! ¡Sería una locura!" Pero la idea de masturbarlo...esa si me resultaba factiblemente excitante, más aún en un vestidor abierto donde cualquiera podía entrar y sorprendernos. Y si Eduardo se enterara...Miré a Gary a los ojos y el me sonrió y me hizo un guiño de aprobación. Cruzamos un trapeador en la puerta y yo me dediqué a la tarea de pulir aquel cañón. ¡Dioses! ¡Aquello parecía una pieza de tecnología Vorlon! ¡Se diría que tenía vida propia! Reaccionaba a cada caricia y a cada apretón latiendo, elevándose, cambiando de color sutilmente...concentré mis esfuerzos en la corona del glande, viendo nuestro reflejo en los espejos. Al poco tiempo eyaculó, lanzando su esperma a más de un metro de distancia. Yo me masturbé como loco y en menos de 10 segundos, eyaculé también. Gary me dijo: "¡El blanquito tiene la mano suave! ¡Manita de ángel, suavecita, rica! ¡Gracias mi rey, estuvo muy rico!" "¡De nada, Mamá Dolore, el placer fue mío!" le respondí yo, aunque dudaba que Gary, por su edad y procedencia, tuviera alguna idea de con quién lo estaba comparando. Terminamos de ducharnos y cambiarnos. Le pregunté a Gary si no podíamos pasar por mi casa para cambiarme de ropa y ponerme algo más adecuado para la noche. Yo llevaba mi ropita de oficina y pensaba que tal vez debía llevar algo más...vistoso. Gary sufrió tal ataque de risa que le daba patadas al piso y puñetazos a las paredes. Cuando al fin pudo hablar me dijo: "¿Tú como que te está creyendo que yo soy Ru Paul? ¡Ja! ¿Tú cree que si el sitio donde yo me presenta tuviera siquiera techo, yo estaría aquí dando clase de aerobics pa´ podé viví? ¡Aquello es poco meno que un basurero! ¡Cuando llueve, tenemo que pa´suspende la función! ¡Ay, mi blondy! ¿en que güeco staba tú metío hasta ahora, man?" Yo me sonrojé. Me sentía abochornado. Pensé que Gary habría interpretado mi comentario como una ironía...Eran tantas las cosas que ignoraba, tantas las que tenía que aprender... y tenía muy poco tiempo en esto. Gary se dio cuenta de mi bochorno y me abrazó: "Tú no avergüenza, mi blondy, yo te voy enseñá como son las cosas pa´que tú puedas pa´defendete tú sola, man." Partimos a toda velocidad en su auto, un Mustang ´67 convertible color amarillo pollito, reconstruido yo creo que hasta con algunas piezas del OVNI de Rosswell. Salimos de la ciudad y rodamos una media hora. Al fin llegamos a una...bueno, era una...¿construcción? En todo caso una estructura de aparente factura humana hecha a base de largas varas de bambú hincadas en la arena. En el "área de parqueo" (o sea, la arena de la playa) había una buena cantidad de autos e incluso un autobús turístico. En la puerta se hallaba un rastafari vestido como Shaka Zulu, hasta con escudo y lanza corta, escoltado por dos watusis de más de dos metros de altura. Al vernos descender del auto comenzó a reirse a carcajadas y le dijo a Gary algo en inglés antillano que no entendí, pero que sin duda se refería a mí. Gary me presentó ante el portero como "Blondy" y el portero se presentó como "Floyd". El uso de seudónimos era de rigor en "The Frito Fish", como llamaban ellos a aquella parodia de fuerte apache mezclado con "La Isla de Gilligan". El lugar, restaurant de orilla durante la semana donde sirven exclusivamente pescado frito y expenden cerveza, era punto de encuentro los fines de semana en las noches de una creciente comunidad antillana para escuchar música y bailarla. Reggae, calipso, limbo...al principio sólo con cintas y discos, luego con alguna banda ocasional. Poco a poco había ido creciendo su fama, más aún cuando lo descubrió la comunidad gay. Pero siendo semi ilegal por carecer de la mayoría de los permisos y licencias y no siendo más que un corralón cercado de bambú, los antillanos se cuidaban mucho de mantener el orden y no darle motivos a la policía para que los visitara. De ahí que se reservaran el derecho de admisión... Una vez adentro, la cosa mejora, el "local" sigue sin tener techo, pero en general es agradable. ¡Y está lleno a reventar! Grandes mesones con banquillos están dispuestos en torno a una tarima donde se ubica una "steel band" que interpreta calipsos y hay una pista de baile con redes de pescadores a modo de techo virtual. La iluminación es mala y como era de esperarse, abundan los focos de colores, aunque percibo que hay varios focos blancos en la red, si bien pocos están encendidos. Gary, perdón, "Velvet" aquí adentro, asume aires de diva al entrar y ser recibido con aplausos y silbidos. Con un gesto imperial me indica que me siente en un mesón donde hay como veinte hombres, gringos o europeos, si juzgamos por el físico, todos medio ebrios y sin camisa. Podrían ser australianos, pero no lo creo en estos lares. Los saludo a todos con los brazos en alto y me presento con el que tengo al lado. Un poquito en inglés, un poquito en francés, me entero de que casi todos ellos son noruegos, salvo tres o cuatro que son suecos o daneses, no entendí bien y forman parte de la tripulación de un barco que está esperando que llegue al puerto la carga que han de llevarse. Ninguno de ellos habla una papa de castellano, salvo uno sentado al otro extremo de la mesa, "Siegfried", algo mayor que el resto del grupo y como de mi edad, que lo habla bastante bien. Los marineros conocen, eso sí, muchas o casi todas la palabrotas y expresiones soeces del idioma de Cervantes, pero con acento y léxico castizos, donde abundan términos como "polla" o "guindas", lo cual reduce mucho su poder ofensivo si las utilizan aquí. Me dedico a darles un curso intensivo de conversión de insultos y maldiciones y claro, la parte práctica del curso consistía en decirse "mamagüevo" , "hijoe´ puta" (con la debida entonación local) y "¡Ay, mariquito, pélame ese culo!" unos a otros y otras cosas por el estilo. Pero lo encontraban divertidísimo. "Siegfried" me pregunta si habitualmente voy a ese lugar. Le explico que ésa es mi primera vez. El sólo bebe cerveza, una detrás de otra. Pero es evidente que está "hasta el culo"...y no por el acohol precisamente. Dirigiéndose al resto de la tripulación, les explica algo en...verga, qué se yo, algún idioma escandinavo de esos y todos los vikingos se echan a reír a carcajadas volteando hacia mí y levantando los vasos y las latas de cerveza. "Odín", el que está sentado a mi lado, riendo a mandíbula batiente, me da unas palmadas en la espalda como si fuese mi cumpleaños, me aprieta el culo con la izquierda y se agarra la verga con la derecha. "Siegfried" ordenan a uno de los meseros una ronda de ron doble para todos y me dice entonces: "Les dije que tú querías invitarles un trago a todos, para ver si alguno quería dormir esta noche contigo. Eso te convierte en algo así como la mascota del barco. ¡Tú les gustas! Puedes dormir con el que más te guste, o con todos ellos. Estos muchachos son temibles, es mejor tenerlos de amigos, pero tú les caíste de maravillas y ahora con el detalle del trago, son todos tuyos hasta...hasta que se les pase la rasca. Pero aprovecha, lo que tú les digas los hace reír" Los escandinavos bebían como cosacos y me obligaban a beber con ellos, así que al poco tiempo yo también veía el mundo distinto... ¡Hip! Un redoble del "steel band" anuncia que la actuación de "Velvet" va a comenzar. Se escuchan los primeros compases de "La Vie en Rose" en versión de Grace Jones, sale un cuerpo de baile compuesto por seis negritos adolescentes y finalmente Gary, o sea, "Velvet" cantando sobre una pista. Tiene razón, no es (ni será) Ru Paul, y tendrá que seguir dando clases de aerobics for a long, long time... aunque al corralón éste le pongan la cúpula de San Pedro a manera de techo. Pero bueno, peor es nada, el público aplaude más o menos y "Velvet" acomete entonces (más bien perpetra) su muy personal versión de "Les Feuilles Mortes" pero sin pista, acompañado por un acordeón. El público ni le para, todos vuelven a sus conversaciones y a sus arrumacos. Tampoco esta vez cumplió su promesa de dedicarme la pieza, pero yo entiendo, en noche de estreno, se sabe, los nervios traicionan, el público, la incertidumbre, el... "¡¡¡El Coño de su Madre!!!" gritó yo a voz en cuello y todos mis marineros repiten en coro, como si estuvieran en la escuela: "¡El conio de siu máder!". Al voltear a la izquierda había visto varias mesas más allá al Eduardo, supongo que con la tal Isabelle, muy amartelados los dos en una mesita donde no cabían sino ellos dos y una botella de champaña... "Poderoso caballero es don Dinero". Eduardo le murmura cositas tiernas en la orejita y ella sonríe y hace mohines de niña malcriada...¡Que tierno!... ¡Amor de ratoncitos! ¡Par de malditas ratas peludas! ¡Por eso es que la rata podrida de Eduardo no quiso traerme nunca a este "place"! ¡Este es su lugar de "rendez -vous" con la perra anoréxica esa! Rápidamente evalúo la situación. Sobre la mesa no hay ningún objeto arrojadizo, pues los tragos son servidos en vasos plásticos y la cerveza viene en latas. No hay botellas, floreros, ceniceros, hieleras... ¡Un banquillo! ¡Eso!... pero no, nunca fui muy bueno en balística y un mínimo error en el cálculo de la parábola de la trayectoria podría desportillarle el cráneo a un inocente o dos. En ese momento no es que importe mucho, pero si lamentaría poner de sobreaviso ,sin herirlas, al par de ratas chancrosas esas, además de que, si voy a ir a la cárcel, que al menos me quedara el saborcito dulce en la boca de haberlos mandado yo a ellos dos al hospital, no a unos perfectos desconocidos. ¿Qué hago, qué hago?... "Black Velvet" termina de masacrar a las ya muertas hojas (por si alguna quedaba moribunda) y sale del escenario sin pena ni gloria, entonces la "steel band" comienza a tocar calipsos y el público se lanza a la pista para "echar un pie". Mis vikingos se levantan casi todos, unos a sacar a bailar a las aborígenes que estén dispuestas, otros, a bailar solos o entre ellos. Tengo que hacer algo que en verdad le duela a Eduardo en su orgullo de macho mamarracho... Recuerdo en ese momento a mi adorado Bosé: "No se es fiel con la razón, si con el alma..." Tengo que demostrarle al cabrón de Eduardo que le estoy siendo infiel con toda mi alma. Decirle que masturbé a Gary en un vestidor no le daría sino risa... Necesito algo más fuerte, un escándalo público... En eso veo en la pista de baile a Siegfried, bailando solo. Al verlo de pie me doy cuenta que sólo viste un pequeño "short" de tela floreada muy ligera y unas sandalias como de gladiador. El tipo no está nada mal...al menos por fuera. Se me ocurre algo... ¡Tú vas a ver, Eduardo hijo de puta! Me quito la camisa, me coloco la corbata en la frente a modo de cintillo indio y me acerco a Siegfried. Sin preguntarle siquiera, lo abrazo y me pongo a bailar con él. El tipo está como un zombie y sólo me sonríe, pero me abraza también y pega su mejilla de la mía. Yo froto mis pezones contra los suyos y trato de mirar hacia atrás, pera ver si Eduardo me está viendo. Nada todavía, no me ha visto. Comienzo a apretar a Siegfried por todas partes, le meto las manos bajo la goma de la cintura del "short" para amasarle las nalgas, lo beso en los hombros, en el cuello y en la cara, froto mi verga contra la suya... De reojo puedo notar que la puta de la Isabelle nos ha visto y le hala la manga de la camisa a Eduardo , señalando hacia nosotros, muerta de la risa. Yo me pego más aún a Siegfried, lo beso en la boca, un beso de tornillo que enreda nuestros bigotes como si fuesen "Velcro" (TM). Aquello es ya un coito virtual en área pública. La verga de Siegfried está dura como roca, parece pata de perro envenenado, ¡tiesa! Comienzo a escuchar murmullos y risotadas, las otras parejas y bailarines solitarios dejan de bailar y se va formando un corro en torno nuestro. Alguien enciende los focos blancos que permanecían apagados en la red que hace de techo. La pista se ilumina. Miro hacia Eduardo y veo que tiene tal cara de sorpresa que casi casi se le chorrea la baba. ¡Así te quería tener, coño de tu madre! ¡Ahora vas a probar en carne propia lo que duele una cornada! La "steel band" no toca ya calipso, solo un redoble rítmico muy suave que me sirve de metrónomo en mis movimientos pélvicos contra la verga de Siegfried. ¡Ahora! ¡La estocada final! Me arrodillo frente a Siegfried, le bajo los "shorts" hasta los tobillos y me meto su respetable verga erecta en la boca de un solo bocado. Gritos de sorpresa, aplausos, risotadas. De un grupo pequeño de turistas españoles alguien me grita "¡Ole, mataor!" Mi tripulación vikinga está al borde de la histeria. Me pongo a mamar como nunca antes he mamado, con furia. Siegfried me dá un manotazo en la cabeza y me dice: "¡Coño! ¡Cuidado con los dientes, cabrón, me vas a dejar como el marido de la Bobbit!" En un momento así nadie pide disculpas, pero tomo nota de la observación y continúo mi rutina. Me ensalivo un dedo y se lo meto en el culo. El público nuevamente grita "¡Ole!" Siento que Siegfried va a acabar de un momento a otro, me saco su verga de la boca y termino masturbándolo, de modo que su esperma sale disparada contra mi cara. Yo abro la boca para recibirla como si fuera un tiro de fantasía, pero Siegfried tiene mala puntería con la verga y me da en un ojo, la nariz y la barbilla. Unas gotas caen al piso..."Semen en la pista..." (No suena mal...¿Verdad, Michael?) El publico ruge, grita, aplaude, ríe, los turistas españoles corean a voz en cuello "¡To-re-ro! ¡To-re-ro!" Agitan pañuelos y algunos histéricos de más allá se sacan los calzoncillos y me los lanzan, otros baten sus latas de cerveza cerradas y al abrirlas, nos bañan con sus chorros a presión. ¿Un pasodoble en "steel band"? ¡Me dedicaron "El Gato Montés" al menos los primeros compases! ¡Y no sonaba tan mal! Aún permanezco de rodillas ante Siegfried, cuando siento dos fuertes manotazos en el hombro. Pienso: "Ese es el cabrón de Eduardo que viene a reclamarme, ahora va a escuchar lo que le tengo preparado" Me pongo de pie, chorreando semen y cerveza, giro y me encuentro cara a cara con...¿Gary? o sea ¡"Velvet"! Con expresión de hiena enloquecida me dice: "Por lo que veo, Kurt y tú ya se conocen...¡Hasta son... íntimos!" "¿Cuál Kurt?...¿Tu marido?" pregunto yo sorprendido y le digo: "¡No! ¡El es Siegfried!" "¡Si, ciertamente, él es Siegfried y tú eres Blondy! ¿Tú ya no te recuerda?" me dice Gary... eh... "Velvet". "¡Déjame que te explique, Velvet, yo no sabía...!" "¡Bueno!" me dice Gary-Velvet "¡Ahora ya lo sabe y pa´ quitate del jocico el gusto por el marío ajeno...! ¡Toma esto!" Y me disparó un derechazo directo a la boca que me tiró en la pista cuan largo soy. ¡Me rompió los labios! Ahora si había sangre en la pista... Aquello de las estrellitas y los pajaritos dando vueltas...¡Es cierto, es cierto! ¡Se ven de lo más bonitos! Mientras trato de incorporarme de nuevo veo a Gary-Velvet cayéndole a golpes a Kurt-Siegfried, quien a duras penas se va subiendo los "shorts". Cuando al fin logro ponerme de pie, Gary me salta encima e intenta estrangularme con mi propia corbata, pero...Eduardo se mete a separarlo de mí y trata de aplacar los ánimos, logrando tan sólo que Gary le tire un coñazo directo a un ojo dejándolo ciego por unos momentos. El detalle que faltaba por decir es que Eduardo, desde que yo lo conozco (y nos conocimos en el colegio a los 6 años de edad) practica karate, e incluso ha sido campeón nacional en varias oportunidades. Sin necesidad de ver nada (como se dice que combatía un verdadero samurai y los sacerdotes chao-ling) le suelta un manotazo a Gary y lo lanza unos tres metros por los aires. Shaka Zulu-Floyd viene a ver qué es lo que ocurre con su "corps" de guerreros watusi, justo en el momento en que Isabelle se le guinda al cuello a Eduardo y le exige que no se meta en pleitos de maricones, que si nos matamos entre nosotros, mejor para la raza humana. La sangre me hierve. Yo seré todo lo maricón que la puta esa quiera, pero soy un caballero, como Popeye; no puedo pegarle a una "hembra" de la raza "humana"....Pero le digo: "Mire, aquí la que sale sobrando es usted, caricatura de puta, ridícula. Suelte a mi macho o no respondo..." Ella me da un bofetón y mirando a Eduardo le dice: "¡No lo puedo creer!...¡Eduardo! ¿Es cierto lo que dice este...pervertido? ¡Tú también eres...!" Eduardo asiente lentamente con la cabeza... "¡Este mundo esta podrido por los malditos maricones! ¡Todos los hombres ahora como que son sodomitas! ¡Que asco! ¿Qué se hicieron los verdaderos hombres?" clama Isabelle a las alturas, dándose media vuelta y arrancando a caminar (si de algo le sirviera el dato, una población creciente de casi siete mil millones de habitantes cada vez más hambrienta y miserable sugiere que aún quedan por ahí algunos "verdaderos hombres" muy activos en el planeta...) Yo no le podía pegar...pero nadie me dijo que no podía empujarla, justo en el momento en que venía llegando a la escena una trinitaria de unos ciento cincuenta kilos, con cara de bull dog y aparentemente la propietaria del local (al menos de la patente de licores que les permite vender cerveza). Gracias a mi empujón, Isabelle perdió el equilibrio, se le partió un tacón y chocó con aquella mole humana a quienes los watusis llamaban "Mamie" ("Si la montaña no va a Mahoma, yo mando a Isabelle contra la montaña") y por reflejo, "Mamie" le dio otro empujón para amortiguar el choque. Isabelle le dio un bofetón (ya era costumbre en esa tipa) ¡Mas le valiera que no! ¡La negra le dio tantos golpes que la volvió mermelada! ¡La haló por el pelo y la arrastró por toda la pista, dándole de patadas por todos lados al creer que era la causante de todo el lío! En ese momento, Gary regresó del hiperespacio donde lo había enviado Eduardo, pero esta vez, armado con un banquillo y se lo estrelló en la cabeza a Eduardo. Este, desorientado por el impacto, comenzó a lanzar golpes a diestra y siniestra como en una película china y el "corps" de Shaka Zulu se le tiró encima para dominarlo, por lo que yo me metí en el medio para defenderlo y los cafres aquellos empezaron a golpearme a mí también. Mi fiel tripulación vikinga no iba a permitir que le hicieran eso a su mascota y le cayeron encima a los antillanos...Total que se armó un despelote tipo caricatura donde todo el mundo golpeaba, mordía, le halaba los pelos y pateaba a todo el mundo, las mujeres se metían a sacar a sus hombres y terminaban dándose de pescozones entre ellas y recibiendo los que les daban los hombres también, los banquillos y las latas de cerveza volaban por los aires, la montaña trinitaria le desgarraba el lujoso vestido a Isabelle cuando trataba de huir y le pegaba en la cabeza con el otro tacón que le quedaba intacto, se volcaban las mesas, los miembros de la "steel band" corrían a poner a salvo sus instrumentos, todo aderezado con insultos, gritos, amenazas y maldiciones en varios idiomas. Aquello había degenerado en riña colectiva y el panorama se ponía cada vez peor. Como pude, agarré a Eduardo, quien estaba semi inconsciente, y lo remolqué hacia la puerta, saqué las llaves de su BMW de su bolsillo, lo senté en el asiento del copiloto y arranqué, rumbo a nuestra casa. En la carretera nos cruzamos con una caravana de patrullas y coches celulares de la Guardia Nacional que iba a toda velocidad en sentido contrario, con todas las luces y sirenas encendidas y que, a no dudarlo, se dirigían a poner orden en la trifulca aquella del "Frito Fish". ¿Quien los llamaría tan pronto y qué les diría para que enviaran un pelotón completo? Bueno, yo me había encontrado un teléfono celular rodando por el piso y como vi que no tenía el seguro puesto...marqué... Ahora que tengo a Eduardo aporreadito en la cama, mis instintos maternales afloran. Yo estoy tan golpeado y maltrecho como él, pero mientras él me hace ver que agoniza, yo trato de hacerle más llevadera la convalecencia. Sopitas de pollo frías, natillas, purés de fruta, yogurt...Bolsas de hielo, banditas, antisépticos, pomadas de iodo y mentol, masajes con aceite en los pies... ¡Y mucho amor! El lunes le enviaré un ramo de rosas a Gary con una nota explicándole...De todos modos pienso buscar otro gimnasio. La prensa del domingo me hace reir, aunque tengo los labios, literalmente, partidos. En primera plana del periódico mas amarillista del país puedo leer: "¡Descomunal reyerta internacional!. Detenida en la redada policial esposa de conocido empresario" Si, logré mi desquite y salvé mi relación con Eduardo. Son tantas las cosas que ignoro, tantas las que tengo que aprender...Pero tengo el resto de mi vida para lograr la excelencia. Por más de treinta años viví metido en el closet...por cobarde, pero ahora que salí, estoy dispuesto a luchar como un león por mis derechos. Ya lo sabes, Eduardo, ve practicando como untarte el lubricante, porque cuando sanemos de éstas, muchas cosas van a cambiar entre nosotros. Ya sabemos de lo soy capaz...C´est mon droit.

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