Gay Erotic Stories

Durante las vacaciones solíamos ir a una casa de campo que tienen mis papás en las montañas. Ese verano ellos fueron antes que yo, ya que debía presentar un examen extraordinario, y yo iría cuando ellos regresaran. Cuando volvieron, mi mamá me dijo: "El césped del jardín está altísimo y no puee uno caminar allí porque puede estar lleno de bichos venenosos. Cuando te vayas, lleva contigo al hijo de Pete (el jardinero) para que pode el césped, y mañana lo recogeré para traerlo de vuelta". Dije que estaba bien, y mientras pensaba: "¡Qué suerte!, voy a estar a solas con Gabriel, a ver qué logro". Gabriel era el hijo mayor de nuestro jardinero. Era un chico como de 20 años, muy guapo, de estatura mediana, cabello castaño claro, ojos azules, y un cuerpo estupendo, especialmente sus nalgas tan bien formadas, su cinturita increíblemente pequeña y sus piernas fuertes y musculosas. Era muy callado y serio y yo nunca lo había visto con chicas. Al día siguiente partimos los dos en mi carro. Durante el viaje, que tomaba unas 3 horas, escuchamos la radio y algunos cassetees en el auto estereo; luego contamos chistes, no verdes sino bastante inocentes, y yo, muy casualmente, le tocaba el muslo y él no le daba importancia. Como no protestaba ni se fijaba, dejé mi mano sobre su muslo todo el resto del viaje. Él se durmió y yo aproveché para acercar mi mano a su paquete, aunque no traté nada más, simplemente una que otra vez le rocé el bulto, y me limitaba a acariciar lentmente su muslo duro y amplio. Noté que a ratos el paquete de su entrepierna crecía un poco. Llegamos a la casa de campo y Gabriel dijo que iba a empezar a trabajar inmediatamente ya que le gustaría después nadar en el río o en la alberca. Yo me acosté en una silla larga junto a la alberca y me puse unos anteojos para sol para poder mirar a Gabriel sin que él lo notara. Hice como que estaba dormido. Él empezó a cortr el césped y al cabo de unos minutos estaba todo sudoroso, así que se quitó la camisa. ¡Wow!, qué torso más bello; los pectorales bien definidos, los pezones grandes y parados, el estómago de lavadero, y su cintura que podía ser rodeada con mis dos manos dada su brevedad. El torso y los brazos estaban cubiertos por un fino vello rubio muy tupido, especialmente en el pecho y el abdomen, y podía ver el inicio de su vello púbico, ya que los jeans eran bastante bajos. Él seguía trabajando y estaba bañado en sudor, ya que el prado era bastante grande, aproximadamente unas 100 yardas de ancho y 200 de largo, ya que llegaba hasta el bosque por un lado y hasta la entrada al rancho por la otra. Me levanté y fui a la cocina. Llené una jarra con cubos de hielo y con Coca Cola fría, y puse 2 vasos y la jrra en una charola y fui hacia Gabriel. Serví 2 vasos de soda y le ofrecí uno mientras yo bebía el otro. Él se lo bebió casi de un trago y, lógicamente, le dio un dolor en el pecho por beber de prisa. Le dije: "No es nada, es sólo que bebiste muy rápido. Déjame sobarte". Le sobé el pecho y la espalda hasta que se le pasó el dolor, y aproveché para gozar acariciando su bello cuerpo. Cuando se le quitó el dolor, le serví otro vaso de soda y le dije: "Estás empapado en sudor. ¿Por qué no te quitas los pantalones para que te sientas menos acalorado? Si quieres te presto unos shorts o puedes andar en calzoncillos, al cabo somos los únicos en 20 millas a la redonda". Él obedeció mi sugerencia, se quitó los jeans y quedó en unos calzoncillos tipo bikini que dejaban ver todo su vello púbico, la mitad de su culo, y la delgada tela transparentaba la forma de su verga (e incluso podía ver ésta cuando la luz era propicia) y los huevos. Se notaba que estaba bien dotado. Me volvi a acotar en la silla a mirarlo, y él siguió trabajando. El elástico de los calzoncillos estaba un poco flojo en las piernas (seguramente vencido al tratr de aprisionar esas columnas de Hércules), así que cada vez que se sentaba en cuclillas a cortar alguna rama o arrancar una raíz, podía ver parte de sus testículos y su verga se asomaba tímidamente. Yo tenía puesto mi calzón de baño, también tipo bikini, y el bulto que se formó en él al admirar a Gabriel era muy obvio. Gabriel hacía como qu no notaba, pero yo me daba cuenta que a cada rato miraba de reojo hacia mi bulto y se sonreía. Al mismo tiempo, el suyo crecía ligeramente. Pensé: "Vamos por buen camino, hay esperanzas de lograr algo". Al rato me levanté y dije: "¡Ah Gabriel!, se me olvidaba. Mi mamá quiere que plantes unos bulbos de tulipán que están en un costal en el garage, pero tenemos que escogerlos ya que algunos pueden estar estropeados por insectos y no crecen". Fuimos al garage, yo lo dejaba que fuera delante para poder admirar su culo que se translucía, y fuimos al garage. Le dije. Mira, tú sostén el costall y yo voy sacando los bulbos y escogiendo los buenos. Puse el costal sobre una caja para que quedara al nivel de la cintura de Gabriel y él cogió los bordes para mantenerlo abierto. Yo metí la mano al costal y empecé a remover los bulbos, y cada vez que les daba una vuelta rozaba el cuerpo de Gabriel a través del saco, y dada la altura a la que estaba, le rozaba su verga y huevos. A veces, hacía como que no podía encontrar el bulbo que quería y rozaba con los dedos (y no sólo con el reverso de la mano) la verga, la cual ahora ya estaba dura y estiraba el calzón con mucha tensión. A veces me equivocaba, y en vez de coger un bulbo, agarraba la verga a través de la tela del costal, o le cogía los huevos, los cuales ya se le salían por los lados del calzón. Él podía notar que mi verga estaba completamente parada, estirando todo mi calzón de baño y a veces yo usaba mi mano libre para rascarme o acomodrme mi bulto.Él se sonrojaba cuando yo lo tocaba, pero no me rechazaba ni se movía; obviamente lo estaba disfrutando. Cuado ya había sacado unos 20 bulbos, dije, "Mejor me asoomo, a ver si encuentro más". Metí la cabeza en el costal y puse mi boca sobre el bulto que se apoyaba contra la pared del saco. Él se estremeció, entrecerró los ojos y echó la cabeza para atrás. Yo agarré la verga a través del costal y empecé a sobarla y masturbarla. Él me dejó actuar. Entonces, saqué mi cabeza del costal, me hinque frente a Gabriel, le bajé los calzoncillos de un tirón y admiré la visión de su verga hinchada, parada y vibrante. Tenía fácilmente 10 pulgadas de largo y 3 de grueso, circuncidad, con la cabeza roja como cereza y el resto rosa pálido con venas azules gruesas como cigarrillos. Los huevos colgaban, como del tamaño de limones maduros. Me metí la verga en la boca y Gabriel dijo: "¡Oh sí, Danny!, por fin, después de tantos años mi sueño se hace realidad". Yo me alegré de que él me deseara y mamé como loco, le lamí los huvos y la verga, me la metía profundamente en la boca y me llgaba a la garganta, movía mi cabeza sacándo la verga casi por completo y luego me la metía otra vez hasta que mi bigote le picaba los huevos. Duramos una eternidad conmigo mamándolo y acariciando sus piernas musculosas, su cinturita tan delgada y su estómago de lavader. Finalmente se vino en mmi garganta, echando dentro de mí un torrente de semen caliente y terso como yoghurt o flan. Entonces nos abrazamos y fuimos a la alberca. Nos metimos al agua para refrescarnos y allí Gabriel me abrazó, me levantó y yo abracé su cinturita con mis piernas, y él me ensartó su verga, que ya se había vuelto a parar, en mi culo ansioso. Allí me cogió, me cargó así hasta la parte poco profunda de la alberca, me acostó boca arriba y empezó a cogerme con una fuerza tremenda. Mi culo sentía que lo estaban abriendo con untronco de leña, debido al grosor de su verga, y el dolor era muy intenso, pero al mismo tiempo yo estaba en la gloria recibiendo ese miembro enorme en el culo. Después de cogerme por mucho tiempo, se vino dentro de mí. Luego, yo me levanté, él se hincó y me mamó como nunca me lo habían hecho en toda mi vida. Su boca y su lengua parecían una ordeñadora automática cruzada con una amasadora eléctrica. Me dejó exhausto y me vine en su boca y él se tragó mi semen. Luego yo me lo cogí. Luego nos fuimos a mi cuarto y cogimos toda la noche. Al día siguiente cuando mi mamá llegó inventé que el carro se había descompuesto en el camino y llegamos muy tarde a la casa de campo y por eso el jardín no estaba terminado. Ya de regreso en la casa de la ciudad, Gabriel y yo nos arreglamos para vernos en secreto muy a menudo. Su habitación estaba como a 60 pies de la mía, cruzando el jardín, y afortunadamente mi cuarto tenía una puerta deslizante que daba al jardín, así que el podía entrar a hurtadillas. De todos los amantes que he tenido, Gabriel fue uno de los que más recuerdo y añoro. Joven, hermoso, perfecto de cuerpo y siempre listo para darme place. Cuando me fui avivir fuera de la casa dejé de verlo por un tiempo. Años después lo encontré, él estaba ya casado y con niños, pero varias veces volvimos a disfrutar uno del otro cuando yo lo visitaba. Después, consiguió un trabajo en el extranjero y no lo he vuelto a ver.