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En Los Baños

by GIO


Tengo que confesar que me he convertido en un adicto a las vergas. Estoy convencido de que no hay otra parte del cuerpo masculino que posea más personalidad. No puedes decir que en realidad conoces a un muchacho hasta que no le das una mirada a su pene. El largo, la gordura, el color, la forma, el estado de circuncisión, la rectitud o curvatura cuando se endurece... ¡Hay tantos aspectos que considerar cuando se mira una verga! Creo que es por eso que mi pasatiempo favorito consiste en mirar penes. ¡El internet es un gran recurso para esto! Pero los baños y las duchas son aún mejores, debido a que uno puede tener un contacto real con el objecto en estudio. Uno puede apreciarlo por sus propios ojos. Me encanta ir a los baños (incluso mucho más de lo que fisiológicamente lo necesito) y pararme frente a los urinales para que, con mucha precaución, pueda echar un vistazo al pene del chico que esté vaciando su vejiga a mi lado en esos momentos. Me he percatado de que a la mayoría de los hombres no parece preocuparles que sus vergas estén lo suficientemente cubiertas mientras mean como para que nadie las mire. He notado que la mayoría permite que se me haga fácil lograr mirar sus respectivos órganos viriles mientras orinan, puesto que nunca se me hace muy difícil llegar a tener aunque sea una pequeña imagen del objeto que tienen entre las piernas. Es incluso bastante común que algún muchacho se me exponga por completo en la medida en que notan lo que estoy haciendo y que a ellos les guste dejarse ver también. A lo mejor es por eso que he visto tantos penes en mi vida. La mayor parte de las veces, tienen tamaños y formas normales, pero no es muy raro llegar a ver algunos sorprendentemente largos, o flacos, o pequeños, gruesos, oscuros, colorados, claros, circuncisos, no circuncisos, erectos en línea recta hacia alfrente, o curveado hacia arriba o hacia abajo, etc. Y si el chico me lo permite, como pasa en bastantes ocasiones, llego a tener más que un simple vistazo de sus vergas... La experiencia que más recuerdo ocurrió una de las primera veces que fui a un baño para tratar de mirar algún falo. Es mejor seleccionar baños que no estén muy accesibles, para que así la cantidad de hombres que entran y salen no sea demasiada. En esta particular ocasión, no había nadie en el baño cuando yo entré, y tuve que quedarme adentro unos 10 ó 20 minutos esperando que alguien entrara. Yo estaba frente a uno de los tres urinales que estaban disponibles. Pensé que era mejor colocarme frente al del medio, para que si alguno de los hombres que entraba decidía usar los urinales, tendría que pararse a mi lado. Cuando escuché que la puerta se abría, me puse más cerca de mi urinal y, con la verga en la mano, hice como si estuviese meando. Miré hacia la puerta y vi a este hombre joven caminando hacia donde yo estaba. Medía unos 5'8" de alto y calculé que pesaría alrededor de 160 libras. No era particularmente atractivo, pero estaba obviamente por encima del promedio normal. Unos segundos más tarde, el hombre se paró a mi lado y prontamente pude oír que un chorro de orina caliente retumbaba en la porcelana blanca. Me pareció que el chorro duraba para siempre. Sentí que mi propio pene, en mi mano, se endurecía poco a poco mientras escuchaba cuánta agua la verga de este tipo estaba produciendo. Me puse tan nervioso que no me atrevía a tratar de mirar su instrumento todavía, pero de pronto oí que el sonido de la orina había desaparecido y que el hombre comenzaba a agitar su pene para limpiar cualquier gota que pudiese aún quedar sin caer. El problema fue que, después de unos minutos, era obvio que ya él no estaba meando, y, sin embargo, todavía permanecía frente al urinal. Estaba seguro de que él estaba esperando que yo hiciera algo, así que no dudé mucho en tomar las fuerzas para atreverme a mirar su verga de una vez y por todas... ¡Y no me arrepiento, pues fue una de las mejores vistas que jamás he tenido! ¡Casi no podía creeerlo! No podía quitar los ojos de su precioso instrumento no circuncidado, el cual estaba bastante firme, pero aún no completamente duro. Su mano agarraba su vergota, y con movimientos lentos y cortos retraía el prepucio que cubría la gran cabeza de hongo, considerablemente más gruesa que la base. Debió haber percibido cuánto tiempo permanecí admirando el gran tamaño de su pene, porque lo próximo que sentí fue su mano acariciando suavemente mis nalgas, y después de unos cuantos segundos me dijo: "Trágatela". En menos de un segundo, me encontré a mí mismo de rodillas frente al gran pene de este hombre. Sus manos se depositaron sobre mi cabeza, mientras me empujaba suavamente hacia esa verga que con su mano el había pelado hacia atrás para desnudarla por completo. No pude evitar sacar mi lengua para lamer el comienzo del glande. Al principio, sólo estaba lamiendo el frenillo de su pene, el cual se me antojaba delicioso (y lo cual él estaba disfrutando sobremanera), pero luego empecé a hacer movimientos circulares con mi lengua para lamer todo el glande. Después de unos minutos haciendo esto, tomé la cabeza entre mis labios y chupé fuertemente. Vi que su mano se colocaba alrededor de la base de su verga, que era considerablemente más oscura que el resto de su cuerpo, y empezó a pajearse hacia arriba y hacia abajo, mientras yo mantenía en mi boca la cabezota de su maravilloso pene. Me hubiese gustado meterme toda la verga en la boca hasta que pudiera sentir los vellos de sus huevos sobre mis labios y la punta de su palo en mi garganta. Pero la idea de que este hombre se estuviera realmente masturbando en mi boca era demasiado excitante como para que yo quisiera hacer otra cosa. Dejé todo el glande entre mis labios y me dediqué a lamer con violencia la apertura de su pene, buscando encontrarme con algún fluido que sus bolas ya hubiesen producido. Su mano comenzaba a moverse cada vez con más rapidez. Sus huevos se tensaron y se acercaron mucho a su abdomen, por lo que los acaricié, poniendo con ternura mi mano sobre todo su peludo escroto. Yo sabía lo que él estaba buscando: quería venirse en mi boca mientras se hacía una deliciosa puñeta; una imagen que me excitaba cada vez más, mientras trabajaba afanosamente por acercarlo a un explosivo orgasmo. Sobre mis labios, podía sentir que el prepucio corría de arriba a abajo, recorriendo toda la verga mientras la mano se movía con una rapidez asombrosa. Escuché que empezó a gemir, y sabía que se iba a venir muy pronto. Hubo una especie de explosión en mi boca, y tuve que apretar mis labios alrededor de la cabeza para que no se escapara ni una sola gota de leche. Era la primera vez en mi vida que me iba a tragar el semen de un hombre. Había un sabor agridulce en mi lengua que jamás había probado, así que me lo tragué todo, mientras mantenía en mi boca la cabeza de su pene, que ya empezaba a perder dureza. Después de esta experiencia, también me he convertido en un adicto al semen. ¡Así que si encuentro alguna verga linda que apreciar, no puedo pensar en otra forma de conocerla mejor que no sea probar también la leche que produce! Si te gustó mi historia o tienes algo parecido que contarme, escríbeme a: giogio2000@latinmail.com

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CRUSH Turns Into SEX

I went to a private all boys school and I had a crush on Craig for 3 years before this incident. Craig is the sporty footballer type. He developed a well-toned muscular body way before any of us, and would walk around during lunchtime with his shirt unbuttoned, showing off his hard pecs and 6-pack, driving the gay students mad. Craig was handsome and he knew it. He has this

En Los Baños

Tengo que confesar que me he convertido en un adicto a las vergas. Estoy convencido de que no hay otra parte del cuerpo masculino que posea más personalidad. No puedes decir que en realidad conoces a un muchacho hasta que no le das una mirada a su pene. El largo, la gordura, el color, la forma, el estado de circuncisión, la rectitud o curvatura cuando se endurece... ¡Hay tantos

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Web-01: vampire_2.0.3.07
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