Gay Erotic Stories

Durante el tiempo que trabaje con Jake, él me cogía todas las noches y me mamaba con ansia. Le encantaba que yo me viniera en su boca o que le salpicara mi semen encima de su cuerpo velludo. Yo estaba satisfecho: un buen trabajo, un buen cogedor, y comida y techo gratis, así que no tenía que gastar ni un penique. Aunque odio la rutina y mi trabajo era muy disciplinado y metódico, era sólo por 6 semanas, así que no me importaba. Además, había muchas otras cosas. Jake solía llevarme con él a reuniones sociales de sus amgos, en su mayoría judíos ricos de edad madura. Solíamos llegar a las fiestas y él me decía que me mezclara y diviertiera. Muchos hombres maduros eran atraídos por mi guapa presencia y mi juventud, y buscaban mi compañía. Yo no soy afeminado, así que ellos no podían adivinar que yo fuera joto; sin embargo, me deseaban. Jake me dijo que no le importaba que yo tuviera sexo con otros, siempre y cuando usara protección para que no le fuera a contagiar alguna enfermedad. Muchas veces sucedió el sexo con esos ricos viejos o con sus acompañantes - generalmente jóvenes guapos, a veces sus hijos o sus empleados - y yo lo disfruté mucho. En una de esas fiestas, el anfitrión me dijo: "Jake me dijo que estás interesado en arte. Yo tengo una colección de arte judío español que me gustaría mostrarte. ¿Puedes venir conmigo al estudio?". Yo lo seguí a un cuarto grande con sus 4 paredes ocupadas con libreros y miles de libros. Había unos gabinetes de madera y vidrio con objetos artísticos, un sofá y un gran escritorio de madera. Yo admiré los objetos de arte: dagas enjoyadas, cubiertas de libros, sillas de montar, copas y jarras de cristal, etc. Él me dijo que me sentara y trajo un gran libro con tapas de cuero repujado, muy hermoso, donde guardaba una colección de miniaturas y grabados antiguos. Él se sentó junto a mí y puso el libro sobre nuestros muslos y rodillas. Era un libro tan grande que neesitaba dos personas para sostenerlo. Él metió su mano bajo el libro como si lo detuviera y tocaba mi muslo. Él dejó la mano allí. Yo lo miraba, era mayor que Jake, entre 45 y 50 años de edad, con más canas, entrecano. Tenía una barba negra, era fuerte y musculoso, de estatura mediana y se veía sano y vigoroso. No era muy guapo pero su cara era agradable; se parecía algo a Topol, el actor del Violinista en el Tejado. Él me mostró los grabados que eran muy intereaantes. Entonces, puso su mano sobre mi muslo - era obvio que le costó mucho valor hacerlo - yo sonreí y no me moví. Él retiró el libro y lo puso a un lado. Empezó a acariciar mi muslo por largo tiempo y poco a poco se acercaba a mi entrepierna. Cuando su mano llegó allí, mi verga estaba completamente parada y dura. Los pantalones de mi traje eran holgados, así que se formó una tienda de campaña. Él agarró mi verga a través de a tela y la sobó sensualmente. Yo me excité y me quité el saco, me abrí la camisa para revelar mi pecho velludo. Él me desabrochó los pantalones, bajó el zipper y sacó mi verga . Me pidió que me parara frente a él y continuó acariciándome la verga y los huevos, con una expresión de adoración en su cara. Yo empujé mi pelvis hacia adelante y mi verga parada de 8 1/2 pulgadas casi tocaba su cara. Él abrió la boca y se la metió. ¡Caramba!, ciertamente sabia como mamar. Su lengua se movía como loca, tratando de meterse en mi orificio del pene, lamiendo alrededor de la cabeza, a lo largo de la verga, y soplaba, chupaba, y me hacía muchas cosas que no me habían hecho antes, como mover la lengua alrededor haciendo un 8. Sentí su garganta, y él siguió tomando más y más, sin ahogrse ni toser. Cuando toda mi verga estuvo dentro de su boca y su garganta, él se las arrregló para sacar la lengua y al mismo tiempo lamerme los huevos. No me imagino cómo podía hacerlo. Yo estaba excitadísimo y le pregunté si podía venirme en su boca. Él asintió con la cabeza, y entonces me vine como nunca lo había hecho. Eché tanto semen que parecía que orinara, tanta era la cantidad. Él lo tragó todo y luego me limpió perfectamente con la lengua. Me sentó sobre sus muslos, me abrazó y dijo que quería permanecer así por un rato, con su cara descansando sobre mi pecho. Se sentía muy cálido y afectuoso. Ese hombre me gustó mucho, se llamaba Avram. En otra ocasión, fuimos a una fiesta donde varios hombres estaban reunidos en un cuarto contando chistes y bebiendo, y uno de ellos me agarró del brazo y me dijo en voz baja: "Ven conmigo cariño, quiero darte algo". Me llevó a su limusina y pidió al chofer que cerrara la división para que no nos viera. Era un hombre mayor, comode 55 ó 60 años, gordo, colorado de cara, su calvicie era avanzada, pero tenía una cara muy alegre, como un Santa Claus rasurado. Me dijo: "Me gustas mucho, quiero darte un regalo". Sacó de su bolsillo una caja y me la dio; era un reloj Rolex auténtico. Le dije que era un regalo demasiado caro ya que ni siquiera nos conocíamos bien. Él dijo: "¡Oh!, no te preocupes, quiero conocerte mucho". Me empujó hacia atrás, y tiró de mi parte inferior del cuerpo agarrándome de la pretina de mis pantalones; me los quitó de un tirón y sacó mi verga. No estaba eracta ya que su compañía no me excitaba. Él se la metió en la boca y empezó a mamar de inmediato. Esto fue algo muy excitante. Yo no sabía cómo se siente meterse en la boca una verga flácida, ya que siempre había mamado vergas paradas o siempre estaba duro cuando memamaban, pero es algo increíblemente sexy: sentir cómo empieza a crecer una verga dentro de la boca o cómo la verga de uno empieza a crecer dentro de la boca de alguien, es uno de los placeres más grandes del mundo. El hombre estaba en la gloria, mamando, y cuando mi verga creció a su tamaño máximo, se puso frenético de deseo. Se sacó su verga, de unas 6 pulgadas de largo, rechoncha como él, y se masturbaba mientras me mamaba y lamía la verga. Le pregunté si quería que me viniera en su boca y dijo: "No, por favor quiero ver cómo sale tu semen y me salpica en toda mi cara. Me vine y mi esperma aterrizó sobre sus mejillas y su frente. Él estaba en éxtasis mirando mi eyaculación y me dio las tgracias (yo era quien debía decirle gracias por el reloj). Él me buscó en otras 2 ocasiones y me rgaló una esclava de oro y un anillo con un diamante de 2 kilates. No me gusta usar joyas, así que las guardé en una caja de depósito en el banco Hubo muchos otros encuentros sexuales con los hombres ricos y maduros del círculo de amigos de Jake. A veces, yo tenía sexo con Martín, especialmente cuando el quehacer era poco (casi siempre). Él solía dejar a Jake en el trabajo y regresaba a pasar un rato en la piscina conmigo. Fue un verano excepcionalmente caluroso considerando cómo es el clima inglés, así que hubo muchos días soleados y podíamos nadar. Nadábamos desnudos. Me gustaba el bello y esbelto cuerpo de Martín, y él me cogía y yo lo gozaba. No le gustaba mucho que se lo cogieran, pero yo lo hice unas cuantas vees y él gritó de placer y lo tomó muy bien. Algunas veces me invitaba a fiestas con sus amigos. Una vez fui a un apartamiento viejo en Norwich y hab£i allí muchos amigos suyos. No eran hispanos, como yo esperaba, sino principalmente griegos, marroquíes e italianos. Había mucha música, bebida, algo de dorgas, pero principalmente sexo. No todos eran homosexuales, pero la mayoría no rechazaban un culo joven y firme como el mío. Recuerdo especialmente a un marroquí, Zayd, muy alto y delgado, blanco, con un gran bigote y la verga más grande que yo había visto. Medía por lo menos 1 pie completo. Vivía junto al apartamento de la fiesta y me llevó allí diciendo que me iba a mostrar algo. En cuanto entramos a su apartamento, se bajó los pantalones y me mostró sus joyas valiosas: su pene de 1 pie de largo, completamente parado, apuntando hacia el techo; un par de huevos perfecto, grandes como naranjas; y un culo precioso. Yo me hinqué y me metí en la boca su verga enorme, lamiendo sus pelotas enormes, y luego me lo cogí, ya que su actividad sexual favorita era recibirlo en su culo. Él era capaz de cogerse a sí mismo con su verga de burro, pero quería que otros hombres lo penetraran (de todas maneras, para cogerse a sí mismo, debía tenerla apenas a medio parar, ya que si estaba completamente parada, no podía bajarla ni doblarla, apuntaba siempre hacia arriba, como un pararrayos de acero). Había un tipo italiano, Gianny, a quien yo le gustaba mucho, y él me gustaba. Él quería masturbarme, principalmente, y aún cuando una vez me cogió (y lo hizo maravillosamente), lo que le gustaba más que cualquiera otra cosa era masturbarme. Se volvía loco al puñetearme, y le encantaba ver cuando me venía. Recuerdo su bigote café y su rostro perfecto. Pero de todos estos bellos miembros de la clase trabajadora, el mejor de todos era Ian, uno de los pocos amigos ingleses de Martín. Era un mecánico y era perfecto en todo sentido: 6 pies 3 pulgadas de alto, musculoso, con pectorales muy desarrollados, un par de piernas gruesas y fuertes, un culo perfecto, y una hermosa verga, circuncidada, de 9 pulgadas de largo, con un par de testiculos con forma de pera que podían arrojar su semen hasta 7 pies de distancia. Le encantaba cogerme y nunca se cansaba de mi culo. Lo hacía en todas las posiciones, conmigo en 4 patas, o acostado boca arriba con mis piernas levantadas, o acostado de lado aconchando mi cuerpo con el suyo, o sentado sibre su verga, etc. Y podía cogerme 5 ó 6 veces en una noche. Apenas terminaba y ya estaba listo para otra cogida. Me dejaba exhausto. Cuando llegaba al orgasmo solía maldecir, me llamaba puto, sodomita, joto, mamavergas, y otras cosas. Y al venirse solía morderme con furia como loco; me mordía el pecho, los pezones, los hombros, los brazos, y muchas veces me sacó sangre. Todavía tengo una pequeña cicatriz en un hombro, con la forma de 2 de sus dientes. Cuando alguien me pregunta digo que fue una cortada con un vidrio. Yo lo llamaba "mi hombre lobo". El tiempo que trabajé con Jake no tuvo nada de aburrido, y él me mantenía sexualmente satisfecho todas las noches, mamándome y cogiéndome. Me sentí muy triste cuando lo dejé, pero el tiempo corría y tenía que regresar a casa pronto. Él se despidió con lágrimas en los ojos, me besó cariñoso y me dijo: "Deposité un pequeño bono extra en tu cuenta del banco, Danny. Si alguna vez necesitas algo, sólo llámame y te ayudaré" (¡Más tarde supe que depositó 2,000 libras en mi cuenta!). Me fui. Tomé un autobús para ir a la estación de tren. Iba cruzando la calle frente a la estacióbn de British Rail cuando sentí que algo me empujaba, y ¡estaba volando!.... (continuará...)