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La Escuela Nocturna

by Juan


Al salir del colegio lo vi, en la esquina, recostado an el árbol. Me miraba como sobrándome. Hacia tres días que no iba a clase. Yo le había dicho que no; que entre éI y yo. su maestro, no podía pasar nada. que no soñase, que era una cuestión de ética y hasta de reglamentos. -Me gustás vos. Me gusta come hablás y la forma en que te movés. En realidad sucede que me tenés miedo -me dijo el ultimo día. -¿Y usted por que me tutea? Usted es un alumno que viene aquí para aprender y no a dar lecciones -le contesté fingiendo enojo, aunque de veras me daba rabia que un tipo así sin cultura intentase Ilevarme por delante. En una 'ocasión anterior, incluso, sugirió que mi rechazo se debía a inexperiencia juvenil; al fin de cuentas, mis veintitrés anos podrían ser más sabios, en todo. Que sus veinticinco-. Además, ¿Quién le dijo a usted que tengo miedo? -Tenés razón. si tuvieses miedo no usarías esos pantalones ajustados, tan provocadores... Está bien hace tu vida, pero después no te quejes si te violan, porque te lo buscaste. Me pareció una insolencia y un comentario traído de los pelos. Antes de que se diera media vuelta y desapareciera. Alcance a decirle: -Soy dueño de vestirme como se me antoje, y expongo mi cuerpo cuantas veces me da la gana, pero lo expongo a quien elijo, no he perdido mi espíritu de selección. Ya salíamos. y desde la puerta del aula me larga su ironía: -Exponelo conmigo y vas a sentir quién es el dueño. Y ahora me miraba desde ese árbol. Todos los alumnos se habían ido, la calle oscura me asustaba y. a la vez, tentaba. Si Roberto tenia el propósito de violarme... no era una posibilidad desagradable. Solamente que. por su manera de ser, lo habría tramado con otros compañeros o sus amigotes. Ya se sabe como piensan esos machistas de barrio. Volví a la entrada. El portero brillaba por su ausencia, seguramente estaría en el boliche y no podía contar con éI. llegué a mi aula y encendí las luces. No sentí miedo sino excitación. Roberto, probablemente subiría. y solo. Me puse a arreglar las cosas del escritorio. Un momento después entró. así. como siempre había gustado: rudo; . a pesar de su desparpajo. con cierta timidez -No le parece, señor, que es tarde para su clase de Matemática? -le pregunté a la par de sentarme en uno de los bancos de adelante y cruzando mis piernas para exhibir mi bulto. Roberto avanza hasta colocarse enfrente mío, casi rozando mi rodilla. -No. no vine a aprender matemática sino a darle unas clases de Lengua -contestó. -¿Qué clase de lengua? dije con doble sentido. Sus manos se apoyaron suave pero virilmente en mi pierna. Me reia descaradamente. No le gustó o le gustó demasiado. agarrándome de una de las solapas me levantó de un tirón y me dio una cachetada. Después un beso agresivo, profundo, casi desesperado. Le mordí los labios y se enardeció. Volvió a pegarme, y me dijo: -Me gusta domar difíciles como vos. Recuerdo de cómo puso otra vez sus labios sangrantes contra los míos hasta darme su lengua carnosa. Apretó bien el cuerpo contra mí y le sentí el bulto, que daba para imaginar cualquier cosa pero enorme. Entonces lo abracé fuertemente. Bajó el cierre de mi bragueta. e~rajo mis huevos afuera. por un costado del calzoncillo. y los sobaba como nunca me había sucedido. Siempre la pija es la reina del sexo. pero esta vez los testículos parecían lo único importante; ésto me desconcertó. Si algo faltaba para excitarme, él conseguía Ilegar hasta el extreme más imprevisible. Su mano continuó acariciando mis huevos ya a punto de enloquecerme. De pronto se escuchó un ruido en el pasillo. Los dos nos metimos debajo del escritorio de madera. Casi ni entrábamos. Pero allí el portero no nos veía y empezó a cerrar las ventanas, a pasar un trapo por los pizarrones, a toser. Roberto me dijo en voz muy baja: -Lo reviento al tipo éste, ¿qué viene a hacer a esta hora? -Sabe que estamos aquí. estoy seguro. -¿Qué le pasa? ¿Está caliente con vos? -No te preocupes, ya se irá -susurré. -No me preocupo... Es más. me excita su calentura. Con toda naturalidad, consciente del ansia de los dos. le baje el cierre del pantalón. Quedé sin aliento ante lo que veía: era realmente enorme. Y el portero cerca. Una verdadera locura. -Esto me vuelve loco. como a vos mis huevos murmuré. -Sacala toda. La tengo bien al palo. Lo hice y. tal si no hubiera ningún peligro. Comencé a pajeársela rítmicamente. Apenas si cabíamos debajo del mueble, por lo que el escritorio crujía con mis manotazos: pero la presencia de don Rogelio sólo agregaba lujuria al acto. Le dije: -Ahora te la voy a chupar. Me incliné y le di unas lamidas. Lo miré a ver como reaccionaba. Sin salir del hueco del escritorio, se sacó el pantalón y el slip. Hizo tanto ruido que el portero no pudo sino escuchar. Entonces me coloque de costado y se la tragué iniciando un bombeo goloso y sin pausa. Minutos más tarde. él jadeaba. -Te voy a inundar la garganta; ya. dale un poco más. más, que me viene -prácticamente gritó segundos tragué el semen tibio y espeso. salado,alma de aquel condenado rebelde! Lejos de tranquilizarse, sus manos querían arrancarme la ropa. Ya era imposible ocultar ruidos y gemidos. Le dije: -Esperá. Ya se va a ir el portero. Esperá. Después me tocás y cogés cuanto desees. -A mí él no me asusta. Te dije que iba a violarte. El portero no lo impedirá, Se escuchaban unos ruidos provenientes de un pupitre. -iPor favor...! -le rogué. -¿Escuchás? El tipo se está pajeando. -No; debe estar limpiando los bancos -murmuré. -Yo salgo ahora. No me importa que me vea -insistía Roberto. -Evitemos el escándalo nos echarán a los dos... Para distraerle comencé a tocarle nuevamente su verga. -Quiero cogerte, ¿entendés? no me importa que el viejo guacho nos vea...Y se está pajeando otra vez, ¿ois? Son golpes de paja, los conozco muy bien. -Cállate. por favor.... -Bueno, pero entonces date vuelta, quiero hacerte el culo ya mismo. -Aquí no hay lugar: además. tengo miedo... Es imposible que el portero no nos oiga. En efecto, Rogelio nos escuchaba. Súbitamente se paró frente al escritorio. Dijo: -Si. dásela por el culo; rompéselo o los denuncio. Me quede helado. Pero. aunque parezca mentira,la situación era infinitamente A Roberto tampoco parecía deserotizarlo: su pija estaba completamente parada. -Creo que equivoca... -intenté justificarme frente al portero. -iAh, si? iY qué están haciendo allá abajo, dando una clase de Anatomía? -Por el culo. dije! -ordenó -Tranquilo, viejo, que sin que vos me lo pidas se lo voy a romper. Entre los dos me sacaron violentamente de debajo del escritorio y acostándome sobre uno de los pupitres, luego de despojarme de mi pantalón, que quedó a la altura de las rodillas, comenzaron a hundirme por turno sus dedos en mi cola, yo la apretaba; no les iba da dar el gusto de violarme. Me hacían doler. Creo que grité, por lo que el portero me tapó la boca. Súbitamente, me penetró con toda violencia. Ni se molestó en ponerse saliva para lubricar su cabeza; con dos o tres golpes me la enterró hasta los huevos. Yo me sentía humillado; y para colmo, don Rogelio dijo: -Miren a la maestrita. ¡se la traga sin chistar! En el mismo instante, mi agujero se inundó de leche-Salí, che, ahora me toca a mí. Dijo el viejo desabrochándose la bragueta. No me dejó respirar y al instante tenia clavada una verga venosa. y posiblemente. sucia. Tardó en acabar. Me arañaba la espalda con sus uñas filosas. Yo sentía su boba chorreándome. Por fin. el semen del viejo también colmó mis entrañas. Pudo ahorrarme su comentario: . -Parece que la yegua gozó,¡eh! Pero no terminó ahí; agregaría: -Quiero que me la chupe así muerta... Aquello se había transformado en una autentica violación. De pronto lo comprendí: Mi alumno y el portero eran cómplices; lo tenían pensado desde el principio: no se trataba de una casualidad, vaya en que terminaría la cosa pensé. Sorprendièndolos. alcé mis pantalones y salí corriendo del aula. No se de que modo bajé la escalera, y cuando guise acordarme ya estaba en la calle. Al otro día di parte de enfermo y, una semana después solicité al pase a otra escuela. Juan Si quieres escríbeme a guslab@chasque.apc.org para intercambiar historias y pics.

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