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La Importancia de Follarse a Ernesto, Part 3

by El Gran Danakil


Yo estaba tan pendiente de mis sensaciones táctiles y visuales que casi no reparaba en mis bramidos estentóreos, mis roncos gruñidos de placer. Violentos bufidos y rugidos se escapaban de mi garganta acompañando cada golpe de mi pene. Tampoco reparé entonces en el espeso vaho que nos rodeaba, húmedo, cálido, penetrante, acre, áspero, incisivo, picante. Tan denso que casi se podía nadar en él. Escapaban estas vaharadas, que por el frío de la habitación y el calor por nosotros generado se podían ver, de todo mi cuerpo pero en especial las cálidas volutas ascendían de entre mis genitales. La fricción de mi verga con su lengua, garganta, labios la recalentó de tal manera que pensé que pronto se generaría fuego. Él también lo notó y cada vez que la retiraba para que pudiese respirar, en vez de hacerlo por su nariz ( algo ya complicado por los chorros de líquidos viscosos que goteaban de sus fosas nasales )aspiraba directamente por los resquicios de la boca, produciendo una agradable corriente de aire fresco que luego salía por su nariz en forma de burbujas verdes y sonoras. Al sentir los primeros espasmos presionó fuertemente con sus dos pulgares en donde mi "cuerpo de adhiere a mi verga", que no a la inversa, hasta que la eyaculación era ya indetenible. Al día siguiente, mientras las chicas se duchaban fui a ver a "mi compañero de piso". Lo encontré dormido en el suelo con sus orinados pantalones enredados entre sus manos y debajo de sus narices, las botellas vacías a su lado y un gran charco de vómitos. Estaba borracho todavía, pero al oírme entrar abrió los ojos y me miró con deseo. "Eres un maldito cerdo. En estas condiciones no vas a ir a la feria. ¡Faltaba más para un relaciones públicas!. Te quedas aquí trabajando y en contacto conmigo vía e-mail. Pero primero limpia toda la mierda que regaste por el piso" _ le grité _" No sólo eres una mierda como profesional sino que ni siquiera eres hombre para follarte a una mujer. ¡Ah!, y si tanto te gusta el olor a orines te voy a dar una mano". Abrí la bata, saqué mi polla que estaba a 1/3 de una erección completa y le di una buena meada por todo su cuerpo, terminando en su cara y dentro de su abierta boca por el asombro. Se quedó estupefacto. Ernesto parecía enteramente fulminado. Durante unos instantes permaneció inmóvil, mirándome con aire incrédulo, con la boca abierta todavía y los ojos fuera de sus órbitas. Al empezar a dar muestra de volver en sí, di media vuelta y me fui. Estuve todo el día en el recinto ferial muy ocupado, pero no tanto como para de vez en cuando me vinieran a la mente mis travesuras de la noche anterior y a mi rostro esa semisonrisa que todo el mundo tilda de canallesca. La imagen de las carnosa y casi semiesféricas nalgas de Ernesto también me perseguían produciéndome un inmediato escozor en mi picha, pero la dinámica del trabajo y mi profesionalismo contuvieron las erecciones. A pesar de ser la primera vez en mi vida que me descubría fantaseando con un hombre, la idea no sólo no me producía inquietudes, sentimientos de culpa o extrañeza, sino que me excitaba aun más y me daba un vigor animal que pronto fue advertido por subordinados y clientes. Ese día nuestro stand fue un completo éxito y cerré innumerables contratos. Asigné tareas para Ernesto y se las hice llegar vía modem y me negué rotundamente a contestar ninguna de sus llamadas. Sólo acepté los informes que le había solicitado. Al final de la tarde recibí una llamada del Vicepresidente que le dio otro giro a las circunstancias. Esa noche, de regreso, nuevamente telefoneé a Berta e Ingrid desde el móvil, quienes no disimularon su ansiedad y disponibilidad por un nuevo encuentro, pero lo que realmente me sorprendió fue que hubieses llegado al aparthotel casi al mismo tiempo que yo. Estas chicas eran muy previsivas y ya estaban listas para la guerra, solo necesitaban la orden de alistamiento para la batalla. Ellas eran lo menos importante esa noche, pero las necesitaba para mis planes con Ernesto y para desahogar mis testículos pesados y adoloridos. Tenía que reservarme el postre para el final, pero no estaba dispuesto a otro alivio manual. Subí con las chicas y al entrar, Ernesto intentó decirme algo pero antes de abrir la boca le solté: "Ahora no -- en tono seco y contundente -- no ves que vamos a estar ocupados, luego hablaré contigo" y seguí de largo a mi habitación; las chicas se desvistieron y las envié al baño de mi habitación a que fueran preparando el jacuzzi. Mientras tanto yo cambiaba las cintas de vídeo por otras vírgenes y me desvestía, riendo e imaginándome todo lo que podían contener. Mi polla respondió de inmediato al estímulo. En ese momento, vi abrirse la puerta de la habitación y aparecer la cabeza de Ernesto y su cuerpo tras ella. Sus ojos de inmediato saltaron y se dirigieron a mi picha, como atraídos por un magnetismo ineludible, como si no hubiera nada más que valiera la pena ver en toda la habitación. No había alcanzado todavía la completa envergadura de mi polla y la expresión de asombro en la cara de Ernesto era indescriptible. Sólo atinó a decirme con voz de asombro casi infantil: "¡JODER!, ¡Qué picha tan grande tienes, macho! Se le escapó de su subconsciente y al oirse decir esto enrojeció de vergüenza. "Es para follarte mejor, Caperucita" Dije lo más sardónicamente posible simulando enfado. Una vez desplegados todos los centímetros de mi gran polla, su cara de asombro cambió rápidamente por una de pánico. Su cerebro empezaba a hacer cálculos y a medir consecuencias en unidades de dolor que le causaría la realización de sus fantasías y el resultado debió haberle parecido escalofriante pues de inmediato retrocedió y giró su cabeza hacia la puerta como en búsqueda de una salida. En dos saltos estaba junto a él, que intentó escurrirse pero fue detenido por mis dos puños que lo asieron por sus axilas con firmeza, lo levantaron y lo empujaron contra la pared con violencia. Acerqué mi cuerpo al suyo, poco a poco, de medio lado para que mi polla no supusiera un obstáculo a la cercanía física, que no contacto aún, que quería para este momento, quedando mi picha en paralelo a un costado de su cuerpo a escasos 2 cms. casi tocando la pared. Sentí su carne trémula, podía oír los latidos de su corazón, y sus venas se definían, abultadas bajo su piel, palpitando rítmicamente. El olor predominante era a miedo, pero la base de ese olor era la lujuria. " ¡Calma, Calma! ¡Tranquilo muchacho! Le susurré. Él se agitaba y trataba de liberarse del cerco, pero sólo consiguió que yo lo sostuviera aun más firmemente. Mi respiración caliente chocaba sobre la piel de su cara y sus ojos se entornaron primero y luego se cerraron completamente al casi frotar mis labios sobre sus mejillas y los contornos de su boca entreabierta y jadeante. De pronto, la rigidez de su cuerpo y la resistencia a mi abrazo cesaron, el miedo abrió paso al puro deseo carnal. Su boca trató de buscar la mía y sus manos empezaron a buscar mi bajo vientre. Rápidamente me alejé de él, le di un fuerte golpe a la altura del diafragma, su cuerpo se ovilló y aproveché para tirar de él y arrojarlo contra el piso. "¿Qué te has creído, maricón de mierda? Dije mientras lo cogía por el cinturón y lo arrastraba hacia la sala cerrando la puerta detrás de mí. "Primero entras a mi habitación sin llamar a la puerta, me espías, cuando te descubren mirando como un poseso lo único que se te ocurre hacer es alabar mi picha, pones cara de loco y sales pitando y cuando trato de ponerte bajo control me quieres meter mano!!! "Maldito hijo de puta, cabrón, mal parido!!!" dijo entre sollozos y quejidos acompañado con odio reconcentrado. "Je, je, je" Fue toda la reacción que produjeron sus palabras en mí. "Me alagas y me alegro de que empieces a conocerme" "¡Te juro por mi hombría que lo pagarás! "No seas ridículo que no es el momento para hablar como en las novelas de caballería del siglo XVII, y además no se puede jurar por lo que no se tiene" Le espeté "Por cierto, hay cambios de planes; mañana regreso a las oficinas centrales y te dejo a cargo de la Feria. Yo no debí haber venido desde un principio y ahora se dan cuenta de que soy más necesario para otros asuntos. Esta es tu gran oportunidad, y la única, para demostrar a todos, pero en especial a mí, que tienes los cojones como para trabajar como un profesional. ¿No querías el ascenso? Pues todo depende de lo que hagas aquí a partir de mañana. Y recuerda que la evaluación para tu ascenso la haré yo. Consideraciones personales, mariconadas y malacrianzas tuyas aparte seré inflexible con los resultados de la Feria. Así que ya puedes empezar a trabajar". Y cogiéndome mi descomunal verga erecta con las dos manos y agitándola de arriba a abajo agregué: "Y por si no te has dado cuenta 'Nosotros' estamos ocupados. Verás, estábamos por follarnos a un par de tías cuando tu nos importunastes, así que te sugiero, por tu propia salud que ni te acerques a nuestra habitación" y me fui. Le dejé fuera de lugar. Era lo último que esperaba de mí: que yo lo dejara a cargo de todo a pesar de estos momentos surrealistas que había vivido en los últimos días. El trabajo y mi ausencia, creía él, le ayudarían a volver a tomar el control sobre su vida para luego tratar de enterrar en el olvido, éste, su infierno. Vanas ilusiones, pues desconocía mis planes para él. Sólo trataba de dejar que la presa se recuperara un poco, cobrara algo de fuerza, para continuar después la cacería, cuando fuera más divertida A la mañana siguiente descubrí que Ernesto no estaba, sólo encontré una nota que decía que estaba en la Feria. "Buen chico" Me dije. Despaché a las hermanitas, o lo que quedaba de ellas y recogía mis 'juguetitos electrónicos' dispersos por todo el apartamento, guardé las cintas de vídeo disfrutando ya con el resultado que esperaba de ellas, me duché, me vestí y llamé un taxi. De camino al aeropuerto, pensaba en lo sola y desconsolada que estaría Mónica durante los 15 días de ausencia de su novio y sonreí de placer. "Estos dos días habían sido divertidísimos pero no tendrían comparación con los que les sucederían" Pensé. Si después de leer esto has deseado haberte llamado Ernesto, sabes que tu amo está aquí: gran_danakil@latinmail.com

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"Llegó el momento" pensé mientras cogía por los cabellos a Ernesto para obligarlo a levantar la cabeza y mirarlo fijamente a los ojos. "Sí, todo está a punto. Me pertenece" Empujé vigorosamente al suelo su desnudo y sumiso cuerpo hasta tenerlo de rodillas ante mí. Mi polla empezó a erguirse y a apuntar directamente a su objetivo. Muy pronto Ernesto vería cumplidas sus fantasías con

La Importancia de Follarse a Ernesto, Part 2

Lo encontré desnudo, recostado en la cama. Fue entonces cuando hice un inventario de sus atributos físicos: Su mirada ausente y semblante melancólico, su pelo castaño muy corto y disparejo peinado hacia adelante. Sus orejas grandes y pegadas al cráneo. Sus cejas eran cortas y oblicuas, casi diabólicas pero sus ojos color miel le daban un toque apacible y sereno. Su nariz era larga

La Importancia de Follarse a Ernesto, Part 3

Yo estaba tan pendiente de mis sensaciones táctiles y visuales que casi no reparaba en mis bramidos estentóreos, mis roncos gruñidos de placer. Violentos bufidos y rugidos se escapaban de mi garganta acompañando cada golpe de mi pene. Tampoco reparé entonces en el espeso vaho que nos rodeaba, húmedo, cálido, penetrante, acre, áspero, incisivo, picante. Tan denso que casi se podía

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