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Mis Vecinos, Parte 2

by CarloMagno


Mis Vecinos, Parte II ...Como ya les contaba mis nuevos vecinos estaban a todo dar. Sandro estaba esa tarde limpiando la azotea y espontáneamente surgió esa atracción que nos hizo masturbarnos uno enfrente del otro, y luego, cuando me invitó a su casa y le encontré cubierto sólo por una toalla, supe que la presentación oficial sería completa... Con toda la agitación de hacía rato, el cuerpo de Sandro emanaba un aroma a sudor limpio mezclado con el olor del jabón de baño (casi podría apostar que era el Heno de Pravia) y su cabello húmedo que dejaba escapar algunas gotas resbalando sobre mi nuca y cuello. Nos besamos apasionadamente, le quité la toalla mientras el desabotonaba mis shorts. Me empujó contra el sofá y se echó encima de mí, lamiendo a su gusto mis pezones. El contraste entre el calor de nuestros cuerpos y el frío de las gotas de agua que caían de su cabello era increíble. Me limité a acariciar su cabeza y hombros en tanto que el iba descendiendo hasta llegar a mi ombligo, donde introdujo su lengua y me hizo ver las estrellas, ¡qué manera de explorar cada orificio! Con desenfado abandonó mi ombligo y continuó descendiendo hasta llegar a mi ingle. Me sujetó las piernas y las levanto a la altura de sus hombros, dejando mi ano expuesto a las caricias de su boca. Me lamió cada pliegue, cada rincón, y luego el perineo, hasta alcanzar con su lengua mis testículos. Con algo de dificultad se introdujo ambos a la boca en una maniobra que me resultó un poco dolorosa pero luego ya no podía soportar que dejara de hacerlo. Una de sus manos se ocupaba de mi verga, en tanto que con la otra se masturbaba la propia. Bajé mis piernas, y le obligué a subir a mi nivel, así nos seguimos besando mientras el dejaba reposar todo su peso contra mí, y allá abajo nuestros miembros se estrujaban, abundantes en líquido pre-seminal. Entonces, siempre él arriba, cambió de posición para quedar en un perfecto 69. No tenia un pene espectacularmente grande, 17 o 18 centímetros, pero de increíble belleza. Se abandonó al placer de mamarme el pene, en tanto que yo hacía lo propio, pero la tentación de lamer su orificio pudo más, un hoyo color canela y rosado, oliendo a limpio, caliente y húmedo. Admiraba la redondez de su trasero y me dí cuenta que cuando se bronceaba lo hacía por completo pues no tenía la horrible marca esa de cuando te bronceas con bañador puesto. Sólo en esos recónditos lugares se notaba que hasta allí no llegaba el sol. El tomó su pene y lo empujó hacia atrás, dándome a entender que quería que se lo continuara mamando, correspondí con sendos lenguetazos sobre su glande, y cada vez fuí extendiendo más el alcance hasta alcanzar sus bolas, por definitivamente lo mejor era succionarle el ano, y empujar la lengua hasta poder penetrar aunque fuera unos centímetros dentro de él. Se retorcía de placer y por poco eyaculo en su garganta. Con ambos muslos aprisioné su cabeza para detenerlo. El se dió cuenta y se puso de pie. Me llevó hasta el otro sillón, para una sola persona. Después que me senté, el se subió al sillón, poniendo un pie en cada descanso para el brazo, mirando hacia mí, empezó a descender lentamente aferrándose a mi cuello. Comprendí lo que quería hacer, así que empuñé mi pene y lo apunté hacia arriba, en tanto que él seguía bajando. Hicimos contacto. Mi miembro no lograba penetrar, le sugerí usar lubricante, pero se negó. Con furia se dejó caer y de golpe entré en él. Seguía sosteniéndose de mi cuello, y empezó con un rítmico sube y baja, en tanto yo guiaba cada penetración. Podía observarlo, como entraba, como se dilataba su orificio. Acaricié sus testículos con la mano que me quedaba libre y luego empecé a masturbarlo. El seguía cabalgando sobre mi pene hasta que sentí que estaba a punto de darla. Le dije que se detuviera pero no quiso hacerlo, yo deseaba venirme en su boca, se lo dije entre bufidos y se bajó. Se arrodilló y abrió su boca mientras yo me masturbaba hasta estallar en chorros de lechoso líquido. Le introduje sin compasión el pene hasta la garganta creo, a él le rebalsaba por las comisuras de los labios pero con las manos se encargaba que nada se le escapara. Cuando terminé él continuó lamiendo hasta dejarme limpio por completo tanto el pene como el pubis en general. Pero él aún no terminaba. Yo sentí deseos urgentes de ir a orinar y le dije que me disculpara un momento, que ya regresaba, pero él pareció divertido, me acompañó al baño, se metió en la tina y me pidió que le orinase encima. Si nunca lo han hecho no saben lo que se pierden, oriné largo rato sobre él, con el hilo dorado que a duras penas salía de mi pene semi-erecto, mientras él continuaba masturbándose con más fuerza hasta explotar en semen. Luego nos duchamos y me llevó a su cuarto. Este muchacho grandote estaba falto de cariño, se acurrucó cerca a mi pecho y dejó que lo abrazara. Temblaba de frío, así que halé las sábanas y nos envolvimos. En eso escuchamos allá abajo una moto. Javier usa un pequeño escarabajo, así que debía ser Marco Antonio, me sobresalté. Para colmo mi ropa estaba en la sala. "No te preocupes, yo lo arreglo." Sandro saltó de la cama, se puso un jean cortado a la carrera, sin nada debajo. Salió, no sin antes advertirme que no saliera de la habitación. Aguzé el oido, no lograba entender nada del rumor de voces. Se acercaban pasos. La puerta se abrió y Sandro entró. "Oye, ven! Te presento a Toño," (por Marco Antonio, supuse). Me lanzó la ropa. Yo me moría de verguenza. Empecé a vestirme. "No compadre, qué pena, que irá a pensar, mejor salgo por la otra puerta." No me dejó decir más. Toño ingresó a la habitación, al parecer había estado aguardando tras la puerta. "Hola, yo soy Marco Antonio, me extendió la mano." Yo estaba con los shorts a media pierna, ¿había alguna escusa válida? Se sentó con desfachatez en la cama. "Desde que llegamos acá te estábamos echando el ojo, bromeó." "Ah sí, no me digas," respondí con fingido cinismo. Desistí de subirme los shorts que para colmo se habían enredado, era de esos con un fino forro interior. "Si todos los sábados Chano (por Sandro) se sienta a verte cuando sales al parque de al frente. Es cierto, cada sábado de tarde salgo a entrenar un poco de fútbol (que no lo hago tan bien como quisiera) al parque de enfrente, con unos amigos. Yo no tenía idea que ellos ya me estaban mirando, y yo fantaseando con ellos, que loco mundo. Toño puso sus manos bajo mis axilas y me jaló hacia él. Llevó mi cabeza hacia su pene y dejó salir al monstruo que se manejaba. Con dificultad podía meterme un tercio en la boca. Enorme, salino, palpitante, lo mamé con todas mis fuerzas, hasta que empezó el lapso final, resoplaba con energía y me quitó para darle permiso a la boca de Sandro. Aproveché para ubicarme detrás de Sandro y bajarle el pantalón corto, y lo penetré con mayor gusto que hace un rato, pues ahora tenía pleno dominio para perforarlo. Llegamos al clímax casi al mismo tiempo. Eso ya fue el acabose, en total y desaforado intercambio de penes, huevos, anos, pezones, semen y saliva a raudales... Marco Antonio terminó de desnudarse, nos abrazamos y descansamos... Esto fue el inicio de algo nuevo en nuestras vidas. Si deseas hacer un comentario, o sugerencia, o simplemente quieres Intercambiar experiencias y otros, escríbeme a carlomagno_1@yahoo.com


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