Gay Erotic Stories

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Para Toda Lavida

by Towers


Desde los 18 años vivo con los hermanos José y Próspero, con quienes perdí la casa de mis padres en una apuesta jugando a las cartas. Para no dejarlos a ellos y a sus otros tres hijos sin techo y ante la desesperación de perderlo todo, mi familia negoció con ambos y pasé a ser su empleado de por vida o hasta que ellos dieran por saldada la deuda. Parece de otro tiempo, pero yo cometí el error y no podía perjudicar a los inocentes y que con ello perdieran su única posesión. Así que asumí mi realidad sin ningún tipo de resentimientos y ahora a los 28 años (1,76m. 76 Kg.), creo que me gusta servirlos y a ellos que los sirvan. Mis obligaciones eran (y siguen siendo) mantener la casa, cocinar y atenderlos ante su menor deseo. El trato con mi padre no incluyó nunca mi cuerpo, pero desde el primer momento presentí que querían algo mas que un sirviente. Al atardecer del tercer día, José me llevó al cuarto y me ordenó desnudarme y voltearme. Al negarme, entre él y Próspero me dieron una golpiza tan grande que solo quería obedecerlos para librarme de las bofetadas, correazos y golpes que ambos me propinaban por todos lados. Luego, con dolores y marcas en todo mi cuerpo fui violado por cada uno de ellos. José solo me reclino sobre una silla, se engrasó los dedos y comenzó a introducirlos por mi culo, acto seguido, puso la cabeza de su guevo en la entrada de mi ano y me dijo al oído que no me resistiera que hiciera como cuando iba al baño; lo siguiente que sentí fue un dolor tan grande y profundo que casi me hizo perder el conocimiento al introducir su verga de un solo envión. Suerte que me agarraba fuertemente por mi cintura porque de lo contrario me hubiera desplomado. Gritaba y lloraba, pero noté a la vez que estaba tan excitado que acabe como 5 minutos antes que mi violador, quien no dejó de cogerme hasta que se vino dentro de mí. Al desmontarme me mandó al cuarto con su hermano quien me esperaba en la cama con su verga parada y lista para mí, solo me acosté a su lado dócilmente y sin cruzar palabra comenzó a cogerme con tal fuerza que sentí su miembro golpeándome salvajemente la próstata y abriéndome hasta lo que parecía era mi limite. Entre el dolor y el placer pensaba y analizaba mis posibilidades; me quedó claro que era mejor dejarme hacer lo que ellos quisieran y cuando lo desearan ya que nunca aceptarían un no por respuesta. Los chorros de leche dentro de mí me hicieron volver a la realidad y aunque estaba muy caliente no tuve oportunidad de acabar. Fui enviado al baño a limpiarme y descargar toda el semen para volver a la cama con Próspero con quien tendría que dormir a partir de esa noche. Desde ese día nunca mas me he resistido a tener sexo con ellos y aunque los golpes, maltratos y abusos han continuado por estos 11 años, nunca ha sido por negarme a satisfacerlos, a pesar que siempre después de un castigo viene una cogida. Ambos hermanos son productores de moras y fresas aquí en San Javier del Valle. José, el menor, tiene 33 años, es de contextura fuerte (1.72, 80kgs), pelo claro y siempre con una barba de dos días que le hacen parecer un tanto descuidado. Por su parte, Próspero es 11 años mayor, mas alto pero delgado (1.78, 75kgs), con un aspecto huraño y de pocos amigos, que exige que todo sea perfecto y no admite errores. Sexualmente son completamente opuestos. A José debo mamarle, besarle el cuerpo y acariciarlo (así me lo exige) para luego cojerme por horas. Con él no hay posición o lugar fijo, me coge de pié, en la cocina o me acuesta en la sala. Si su hermano nos ve o no, le da lo mismo, lo único que quiere es pasarla bien conmigo. Su miembro (18cm.) no es tan grande como el del otro, pero lo usa mejor. Cuando estamos tirando no es extraño que me escupa, me insulte o pegue, en otras palabras no tenemos restricciones (el no las tiene conmigo). Prospero es más metódico, debo acostarme con él siempre en la cama, colocarme para que me coja sin ningún tipo de caricias o muestras de cariño, siempre en la mañana al despertarse o en la noche antes de irse a dormir. A pesar de todos estos años, el grosor y tamaño de su pene (22 cm) me hace gritar al comienzo de cada cogida pero luego me acoplo a él y mi culo lo acepta para disfrutarlo al máximo. A lo que no termino de acostumbrarme es al hecho de no tener ningún gesto de cariño para conmigo, pero creo que si fuera diferente no me daría tanto morbo el tan solo rozarlo. Durante sus cogidas, logro tocarle el cuerpo (lo cual me excita mucho), pero solo para empujarlo hacia mí. Las únicas veces que sale de su monotonía es cuando me porto mal (admito que soy malcriado) o me equivoco en algo. Entonces, debo desnudarme para ser castigado (algunas veces con una correa, solo en mis nalgas). Se calienta tanto que termina llevándome al cuarto para montarme una y otra vez. Un día de Noviembre marco un cambio significativo en mi vida, cuando me fui a dar mi baño diario al río que baja del páramo de la Culata (pese a que en casa debo bañarme al levantarme y al acostarme). El torrente, aunque helado me relaja y ayuda a sanar los golpes, además de permitirme escapar un poco de la monotonía al hablar con la gente que va al lugar. Ese día en particular me puse a conversar con unos muchachos de Caracas, cuando apareció un señor con una amiga y de inmediato sentí como él me miraba fijamente. Momentos después los muchachos se vistieron y se fueron, dejándome solo. Yo continúe con lo mío y la pareja siguió su camino. No habían transcurrido ni cinco minutos cuando el extraño regresó y comenzó a buscarme conversación. Le dije que era de Mérida y que vivía con unos “familiares”, para no tener que dar muchas explicaciones. El era de Caracas y estaba visitando una amiga que se casaba. Tenia 45 años y un aspecto impecable, no como los de José y Próspero (ellos son campesinos). Era alto, como de 1.80mts con unos 80 kgs de peso, se veía muy educado (profesional). Me sentí inmediatamente atraído hacia él, y después de conocernos un poco mas me invitó a su casa que estaba a menos de 2 minutos de donde nos encontrábamos. Era la primera vez en todo el tiempo que he vivido con mis amantes que me iba con otro hombre, o tan siquiera mantenía una conversación con alguien a quien yo le atraía en forma tan evidente. Temblaba de solo pensar que me vieran, pero la curiosidad y la atracción por este desconocido pudieron mas que mi miedo. Al llegar a su casa me planto un tremendo beso en la boca (el primero de mi vida), acto seguido nos quitamos con desespero la ropa y nos tiramos en la cama. Yo, como estoy acostumbrado y no conocía otro tipo de relación, me volteé y le ofrecí mi culo. Sorprendido y susurrándome al oído me dijo que si me iba a coger pero todavía no, que haríamos el amor, que no le gustaba el sexo por el sexo. Continuó besándome y lamiéndome todo el cuerpo, alentándome a hacerle lo mismo. Cuando empezó a mamarme el culo me hizo gritar de placer, mientras más forzaba su lengua dentro de mí mas quería que me penetrara con el cañón que tenia por guevo. Darío (así se llama) disfrutaba su rol de “hombre de mundo” y yo que me guiara a su antojo. Mi cuerpo se estremecía al sentir sus caricias, mi verga estaba reventando por todas estas nuevas experiencias. No estaba acostumbrado a tanta atención y lo estaba disfrutando al máximo. Me subió las piernas, se puso un condón y me fue penetrando poco a poco. El cojerme de frente le permitía besarme, pellizcarme los pezones y masturbarme al mismo tiempo. Me lamía los pies y acariciaba mis piernas mientras su guevo lo tenia en lo mas profundo de mí. Le abría mis nalgas con mis manos para que sus movimientos lentos pero profundos me hicieran gemir y tenerme en éxtasis total. Estaba en las nubes cuando sentí que aumentó su ritmo y me preguntó si estaba listo para acabar. Cuando lo hicimos, su leche caliente la sentí dentro de mi culo a pesar del condón. Continuo lamiéndome el cuerpo y limpió el semen de mi pecho con su boca para luego depositarlo en la mía a través de un beso apasionado. No quería que esto acabara, y así estuvimos acariciándonos por un rato. De repente, me di cuenta que habían pasado cuatro horas desde que salí de la casa y una desesperación invadió mi mente. Me vestí y salí sin despedirme, solo le dije que nos veríamos otro día en el río. Corrí hacia la casa y al llegar me esperaban mis amantes correa en mano, estaban muy molestos, me ordenaron desvestirme y entre ambos me azotaron mas de 30 veces. Lloraba, me retorcía de dolor y les pedía perdón pero no pararon de castigarme e insultarme. Al terminar la cueriza, el verme el cuerpo cubierto de marcas me hizo sentir completamente degradado y sin voluntad para revelarme. José me colocó sobre la mesa, el estar todo adolorido me daba mas sensibilidad, mi miembro no lo podía desmentir, le respondí como nunca debido a eso. Mi entrega fue tal que lo hice acabar en menos de 10 minutos y al instante ya estaba su guevo duro de nuevo buscando acción. Yo también, mi culo estaba tan sensible como mi cuerpo y pedía mas de mi amante. En eso, Próspero me llamó a la habitación para que evidentemente pasara la noche con él. Yo realmente quería seguir con José, pero que podía hacer. Tenía que cumplir con mi deber. Próspero comenzó a cogerme al nomás acostarme. Estaba caliente como nunca, su brutal montada me hacía morder la almohada para no gritar, y eso era solo el comienzo de lo que sería una larga noche. La azotaina no solo había dejado mi cuerpo sensible, sino a ellos tan calientes que me sospechaba que ese día lo recordaría para siempre. Próspero seguía cogiéndome con furia cuando vi a José parado en la puerta con su verga a millón. Se acercó y me hizo mamarlo, era la primera vez que los 3 estabamos juntos, su verga en mi garganta apenas me dejaba respirar, sentía que me desmayaba por falta de aire. Esto los excitó mas todavía, mi culo era cogido salvajemente y ya no me importaba ni el tamaño ni el grosor, solo sentirme deseado por ambos. Mi cuerpo era de ellos, mis instintos animales eran más fuertes que la autoestima. Acabaron casi al mismo tiempo llenando mis dos orificios de leche. Esa noche se turnaban en mi boca y en mi culo cogiéndome hasta el amanecer, al final el semen me corría por mis piernas. Y lo más importante, José por primera vez se quedaba con nosotros en la cama, lo que no seria la última ya que decidieron comprar ese mismo día una mayor para que los tres durmiéramos juntos. A las 6 AM tuve que levantarme a hacer las labores del hogar. Mi garganta y mi culo parecían estar anestesiados por la noche tan intensa de sexo, lo que me tenia muy feliz y con ganas de seguir. Pero mis obligaciones me llamaban. Mientras servía la mesa, me vi en el espejo las marcas de correa y me excité de nuevo, entonces comprendí que aunque había disfrutado mi encuentro fortuito del día anterior, era la vida de servilismo y mano dura que me daban Próspero y José lo que yo quería. Caí en cuenta que era un ser afortunado de tener dos hombres que me dominaran y me usaran a su antojo. Y esto estaba seguro que de parte mía era para toda la vida o hasta que ellos quisieran. FIN Comentarios: Towers_0@yahoo.com

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Web-02: vampire_2.0.3.07
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