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El instructor negro de mi nuevo gimnasio

by Samuel181


EL INSTRUCTOR NEGRO DE MI NUEVO GIMNASIO

Los continuos deplazamientos fuera de la ciudad debido a una investigaciñn académica que debo realizar en la universidad como requisto para graduarme en la maestrëa que estoy realizando, habian hecho que disminuyera la frecuencia de mis idas al gimnasio al que normalmente frecuentaba. Pero en un momento sentë que el stress afectaba cada vez mas mi estado de ánimo, por eso decidë volver a tomar la rutina de los ejercicios diarios. A pesar de mis 23 aïos, llevo una vida un poco agitada y eso hace que la presiñn cada vez me afecte más.

Soy un muchacho rubio, 1,73 de estatura, delgado, con un buen cuerpo gracias a mi constante ejercicio. Cuando regresé encontré que muchas cosas habëan cambiado en el gimnasio, la gente que lo visitaba era diferente, el horario de atenciñn se redujo, los instructores eran menos amables, etc, etc, por eso tomé la determinaciñn de buscar otro que cumpliera con mis expectativas y que no quedara muy distante de mi casa, ya que mi horario preferido para hacer ejercicio es ya tarde en las noches.

Dediqué un fin de semana para recorrer los que quedaran en el barrio y me matriculé en uno que reunëa las condiciones que que estaba buscando.

El lunes siguiente acudë por primera vez y de manera muy animada ingresé al sitio. Encontré que realmente a esa hora (alrededor de las 8 pm) la cantidad de usuarios no era mucha, lo que permitëa una mejor labor de ejercicios y la utilizaciñn de los aparatos de entrenamiento.

El administrador del local fue muy amable conmigo, me realizñ el examen médico de rutina y llamñ por los altavoces al instructor que debëa hacerce cargo de mis ejercicios. La verdad es que no esperaba tanta especialidad, y eso me confirmñ que fue una buena decisiñn el cambio de gimnasio.

Al rato llegñ un negro (no espera que lo fuera) de unos 30 aïos, fornido, y de aproximadamente 1,78 cms de estatura. El administrador me lo presentñ y además de ser un poco hosco, sentë con su apretñn de mano, que tenëa una recia personalidad. Su nombre era Yovani. Lo seguë hasta el salñn de calentamiento, en donde comenzamos la rutina necesaria para comenzar en forma a hacer los ejercicios, El impartëa las ñrdenes muy secamente y yo las cumplia a cabalidad.

Esa noche Yovani estuvo ocupado indicando las rutinas que debëan realizarse a las 4 personas a su cargo. Después de 2 horas terminamos por ese dëa y me fui para mi casa.

Debo admitir que a pesar de nunca haber considerado fijarme en un hombre de color, la personalidad ferrea de Yovani me dejñ un poco inquieto. Las primeras semanas transcurrieron sin muchos cambios, mis prácticas se realizaban cada vez con mayor empeïo y cada vez aumentaba más la frecuencia en cada uno de los ejercicios programados.

En la cuarta semana comenzamos la rutina con las pesas. Encontré a un Yovani un poco más cercano, tanto que a veces bromeaba con cada uno de nosotros. En una de esas ocasiones en donde es imprescindible la ayuda de otra persona para realizar un ejercicio, le pedë el favor de que me sostuviera la pesa mientras me acomodaba en el mueble. El desde atrás me sostenëa la barra y yo me acomodé para permitir que él me hiciera entrega de ella. Al acercarme pude sentir como su pubis hacëa contacto con mi cuerpo y no puedo mentir al decir que sentë un corrientazo por todo mi cuerpo. A pesar de no estar excitado, sentë que Yovani tenëa algo fuerte entre sus piernas.

Esa noche en mi cama mi pensamiento antes de dormir fue acerca de la sensaciñn vivida. Recordé todo aquello que se dice de los negros: su tamaïo, su vigor, su fuerza, y esa misma noche tuve mi primer sueïo erñtico con ese hombre. Yovani ocupñ mi mente toda esa noche y al despertar me encontré con una erecciñn que hacëa mucho tiempo no sentëa.

Las semanas transcurrian y cada vez la confianza entre Yovani y yo se acrecentaba más. Me contñ que era casado, que tenëa un pequeïo hijo de 3 aïos, y muchas otras cosas de su vida personal y laboral.

La verdad es que no habëa tenido la oportunidad de apreciar a ciencia cierta el cuerpo de Yovani, pues siempre acudëa al gimnasio con su ropa de trabajo que no permitëa observarlo detenidamente. Su pantalñn deportivo era bastante amplio al igual que la camiseta que usaba, solo se podëa percibir que tenëa unos brazos muy fuertes y un pecho muy amplio, además de poseer uno de esos traseros dignos de la raza negra.

Comencé en las noches, en la soledad de mi cuarto a imaginarmelo desnudo, a imaginarlo haciéndole el amor a su esposa, y me sorprendiñ a mi mismo, el interés que Yovani estaba despertando en më.

Una de esas noches de gimnasio entré como de costumbre a buscar a mi instructor y aprecié como el local estaba prácticamente vacëo, pues esa noche transmitëan por televisiñn uno de esos partidos de fþtbol de la selecciñn de mi paës.

En la sala de pesas encontré a Yovani ejercitándose. Me quedé boquiabierto al confirmar lo que siempre imaginé: Su cuerpo era espectacular. Estaba con una de esas camisetas sin mangas y con un pantalñn de lycra muy ceïido a su cuerpo, lo que permitëa apreciar el inmenso bulto que yo habëa sentido ya en varias ocasiones muy pegado a më. Mi mirada se dirigiñ instintivamente a su entrepierna pero rápidamente la cambié para no despertar sospechas. Sus piernas parecëan dos enormes troncos de un árbol de ébano.

El sudor corrëa por su cuerpo y me explicñ que habëa aprovechado la soledad del lugar para realizar su rutina diaria ya que no habëa podido hacerlo en las horas de la maïana y se disculpñ indicándome que lo iba a interrumpir para dedicarse a mi entrenamiento. Yo no podëa dejar pasar esta oportunidad de observar a Yovani en esa faceta. Por lo que amablemente le dije que siguiera con sus ejercicios, que yo trabajarëa solo esa noche. El lo agradeciñ y yo me instalé en el aparato que estaba frente al que él estaba siendo utilizado por él para no perderme un solo minuto de ese gran espectáculo que representaba verlo como comprimëa cada uno de sus mþsculos al realizar sus ejercicios. Debo confesar que siempre me he sentido atraido por los hombres musculosos, pero al ver la definiciñn y el volumen de los de Yovani, no pude hacer otra cosa que dejar volar mi imaginaciñn. Esa noche me masturbé pensando en él y dormë plácidamente.

La semana siguiente a este hecho, estuvimos platicando entre ejercicio y ejercicio acerca de su situaciñn econñmica y me comentñ que estaba interesado en buscar otra actividad alterna a su labor de entrenador en las horas de la maïana y para ello requerëa enviar unas hojas de vida. Me apresuré a poner a su disposiciñn mi ordenador para elaborar las que necesitara, pero que solo podrëa ser posible en los fines de semana debido a mis ocupaciones académicas. El agradeciñ mi gesto y programamos elaborarlas ese mismo fin de semana.

Ansiosamente esperé la llegada de ese sábado, pues habëamos acordado que él irëa a mi casa en las horas de la tarde. Mis padres estaban fuera de la ciudad ese fin de semana y mi hermana habëa aprovechado la ocasiñn para irse a casa de su novio. Es decir que estaba solo en casa. Cuando llamaron a la puerta mi corazñn se acelerñ, sabëa que era él quien habëa llegado. Al abrir pude comprobar una vez más lo sensual que era ese negro. Vestëa con un vaquero muy ceïido a su cuerpo y una camisa tambien bastante ceïida que le marcaban sus espectaculares mþsculos, asë como evidenciaban ese redondo y firme trasero que ya habëa tenido oportunidad de apreciar.

Le hice seguir y le informé que estábamos solos para que se sientera más en confianza. Entramos a mi habitaciñn y mientras esperabamos que se encendiera el ordenador, conversamos sobre cosas sin importancia.

Yovani se ubicñ detrás mio, mientras yo sentado iba escribiendo sus datos para las hojas de vida. La verdad es que su cercanëa me ponëa muy nervioso. Podëa sentir su respiraciñn en mi nuca y su olor muy varonil inundaba mi habitaciñn. El saber que el impresionante paquete de Yovani estaba tan cerca me excitaba demasiado pero tenëa temor que él lo notara.

Mis manos sudaban, mi corazñn latëa más rapidamente, su presencia me estaba enloquecëa. No se como pude terminar ese trabajo. Pero una vez finalizado, Yovani me preguntñ si yo tenëa Internet en casa, le respondë afirmativamente y él tocñ el tema de las fotos erñticas que allë se ven. Me preguntñ si era verdad acerca de la facilidad de encontrarlas por ese medio, pues algþn amigo le habëa hablado al respecto, pero él no conocëa ese sistema. Me ofrecë inmediatamente a saciarle la curiosidad y rápidamente me conecté. Inicialmente ingresamos a la página de Marqueze y le enseïé las historias que allë se publican, Yo leëa en vos alta mientras él seguëa la lectura desde la pantalla. Reëa a cada rato cuando se hacëa alusiñn a esas fantasiosas experiencias que algunos publican. El ambiente estaba ya a ese punto, bastante relajado. Le ofrecë que nos tomaramos una cervezas y él aceptñ, pues al ser sábado su esposa no lo esperaba temprano, ya que él acostumbraba visitar sus familiares y después reunirse con algunos amigos.

Después de 3 cervezas pasamos a las fotos, le mostré la variedad de temas para que él escogiera. Cada vez que abriamos una de esas carpetas Yovani mostraba su sorpresa. Le llamñ mucho la atenciñn las fotos de sexo interracial, pues dijo que que le gustaba mucho el contraste de las pieles y me pidiñ que buscaramos más al respecto. Una vez agotadas las fotos de Marqueze, entré a una de esas páginas americanas donde muestra a esos negros musculosos con esas vergas enormes taladrando literalmente a esa rubiecitas, quienes con un gesto mezclado de dolor y placer parecen sentir que se les va la vida en ello.

Aproveché la oportunidad, con mi segunda intenciñn, para preguntarle si consideraba que esas fotos eran reales o montajes, pues muchas veces llegué a dudar que esos penes tan grandes fueran ciertos. El soltñ una sonora carcajada y me dijo que eran reales, le pregunté que como lo podëa comprobar y el guardñ silencio. Seguimos viendo fotos y yo ya estaba derretido de tanta lascivia. Yovani cada vez se interesaba más y me pedëa que buscara más. Le pregunté que si eso lo excitaba y él a manera de respuesta se tomñ su verga entre las manos y me enseïñ un gran bulto marcado en su pantalñn, A pesar de apreciarse como algo descomunal, y a manera de reto le dije que creë que los penes que veëamos en el monitor eran mucho más grandes. Creo que eso hizo que hiriera su orgullo y tomando la correa con las dos manos se deshizo de ella. Mi plan estaba funcionando. Mi cabeza comenzñ a dar vueltas, no tanto por el efecto de le carveza sino por lo embriagador de la situaciñn. Lentamente se bajñ el cierre del pantalñn y poco a poco fue mostrando un boxer blanco donde de dibujaba un enorme animal. Era la cosa más erñtica que yo hubiera visto hasta ese momento. Por encima del boxer se apreciaba un gran tamaïo y grosor, pero insistë que me seguëan pareciendo más grandes las de los negros del Internet. Eso fue suficiente para que Yovani se bajara completamente el boxer y liberara esa negra serpiente que yo deseaba sentir. Su olor era embriagador, creo que para él como para më, las cervezas comenzaron a hacer su efecto liberador e instintivamente la tomé en sus manos y me la metë en la boca, sin importarme para nada la reacciñn que pudiera tener ese hermoso negro. Lejos estaba de imaginarme que Yovani comenzara a disfrutar de esa mamada. Agarrñ mi cabeza y tratñ de hacermela introducir por completo en mi boca. Realmente no lo pude hacer, era inmensa, debëa medir unos 22 centëmetros y era muy guesa. Comencé a efectuar un movimiento circular con mi mano a manera de masturbaciñn. Sentë que en mi boca tenëa el chocolate más dulce que haya probado jamás. Su dureza hacëa que me produjeran arcadas cuando él intentaba llegar más adentro.

La manera como Yovani dirigëa la acciñn era lo que yo siempre he soïado. Me gusta ser dominado. Su excitaciñn hacëa que me dijera gran cantidades de palabras soeces, me pedëa que le chupara su verga negra, que era su puta, que se lo mamara como una perra, etc, etc. Esto hacëa que mi dedicaciñn fuera más intensa. El parecia un descontrolado. Su ritmico movimiento de pelvis estuvo a punto de desencajarme mi mandëbula. Con una mano desabotoné su camisa y pude apreciar la belleza de su pecho, sin un solo pelo, liso y fuerte, las tetillas abultadas y redondas, negras como una uva pasa, mis manos se dedicaron a recorrerlo y a sentir como salëa el sudor por cada uno de sus poros, mientras él con mi cabeza agarrada continuaba en la direcciñn de la escena. Busque sus nalgas, las sentë duras, redondas y tibias, tal como las imaginé en mis noches de sueïo, las acaricie como solo se puede hacer con un bebé. Su ritmo aumentaba, llevabamos como 10 minutos en ese mete y saca cuando sentë como las gruesas venas de su su verga se inchaban aun más y ese negro tronco, ya de por së bastante grueso, aumentaba su grosor. Sentë como la primera venida de su leche atravezñ mi garganta sintiendo como si la quemara, lo tragué tratando de disfrutar de su sabor y de verificar si sabëa distinto a los que en otras ocasiones me habëa tomado, no se que pasñ, pero lo sentë glorioso, como el más delicioso manjar. Me atraganté con su semen y saque su enorme verga de mi boca creyendo que ya habëa terminado, pero un grueso chorro de su leche cayñ en mi cara y tuve que limpiarlo con la sábana.

Yovani reaccionñ apenado, me dijo que no esperaba nunca que esto hubiera ocurrido conmigo, y que a pesar de recibir muchas insinuaciones de varios clientes del gimnasio, solo o habëa hecho unas pocas veces y solo por dinero. Le dije que no se disculpara, que si eso lo hacëa sentir mal, nunca más hablarëamos al respecto. Lentamente se subiñ nuevamente tanto el boxer como el pantalñn y ocultñ su maravilloso aparato que a pesar de la venida, gozaba de unas dimensiones impresionantes. Para relajar el ambiente le dije que ahora së creëa que esos penes del Internet si eran reales. El sonriñ. Me agradeciñ el favor que le habëa hecho, pero no supe a cual de los dos se referëa y saliñ raudo de mi habitaciñn, Lo dejé ir sin decirle nada, al fin y al cabo, mi fantasëa con él habëa quedado satisfecha.

Si algþn lector conoce el gimnasio U…. en Med… sabrá de quien estoy hablando. Esa es la fantasëa que siempre he soïado hacer realidad.

samuel181@hotmail.com

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