Gay Erotic Stories

MenOnTheNet.com

En el servicio militar

by Fernandop


En el servicio militar

Esto sucediñ cuando yo tenëa 20 aïos y me tocñ hacer el servicio militar que en esa época era obligatorio en mi paës (Argentina).

Los primeros dëas fueron una etapa de acostumbramiento. Yo todavëa no habëa descubierto que me gustaban los hombres, asë que no pasaba nada cuando veëa todos esos cuerpos desnudos en la ducha o en la cuadra.

Pasaron los dëas y comencé a adaptarme a esa vida tan dura del cuartel y de la formaciñn militar, mientras iba conociendo a mis compaïeros y haciéndome amigo de algunos de ellos.

Uno de ellos, Jorge, fue quien más rápidamente se convirtiñ en mi amigo y estábamos juntos todo el tiempo libre de que disponëamos. Él era alto, cerca de 1,80, pelo negro, ojos café y un cuerpo muy bien trabajado, era jugador de fþtbol en la vida civil y además iba al gimnasio, y tenëa un lindo paquete. Pero como dije antes, eso no me provocaba nada.

A më me gustaba estar a su lado por su personalidad. Porque era totalmente lo contrario a më. Yo era tëmido, callado, temeroso y él era extrovertido, seguro, audaz. Yo sentëa que a su lado estaba protegido. Jorge tenëa novia en esa época, pero además se tiraba a otras minas que le escribëan y con las que se encontraba cuando nos dejaban salir e ir a la ciudad cercana al cuartel.

Él trataba de enseïarme como enfrentarme a las mujeres, pero yo no era un buen alumno. Jeje. Mi timidez podëa más.

El paso del tiempo hacëa que cada vez fuéramos más amigos; él me contaba sus aventuras, como se cogëa a sus minas y eso a më me gustaba pero no me calentaba.

Un dëa yo estaba tirado en mi cama vestido boca abajo y él llegñ y se me tirñ encima y empezñ a hacer movimientos como que me estaba cogiendo y yo le seguë el juego. A partir de esa vez lo hacëa siempre, aunque hubiera otros soldados presentes y yo sentëa que me gustaba. Pero, repito, no me calentaba. Era un juego nada más.

Él estaba asignado a la sala de armas, donde tenëa que pasar algunas noches, y habëa veces, cuando no habëa ningþn oficial de guardia nos encerrábamos allë y charlábamos o tomábamos mate. A veces iban algunos otros soldados y ellos jugaban al truco mientras yo miraba cñmo lo hacëa. Y en esa sala de armas fue donde sucediñ todo.

Una noche que estábamos los dos solos, él ya no recuerdo que hacëa y yo leëa un libro y se hizo demasiado tarde. Él se fue a acostar y me dijo que me acostara en su cama, que para qué me iba a ir a la cuadra donde estaba la mëa. Y me dijo que me sacara la ropa, asë estaba más cñmodo. Bueno, quedamos los dos en calzoncillos y acostados muy juntos en esa cama de una plaza. El tiempo empezñ a pasar y yo sentëa su respiraciñn que cada vez me indicaba más que estaba durmiendo y algo pasñ por mis pensamientos y me llevñ a darme vuelta y ponerme de costado como estaba él, a sus espaldas. Pasé mi brazo por encima de su cuerpo y encontré su mano, que se entrelazñ con las mëas. Mi pija empezñ a pararse y yo seguë actuando.

Ninguno de los dos dijo nada, yo le solté la mano y la bajé hasta su cuerpo, y empecé a acariciar esa estatua velluda. Sentëa el calor y la suavidad de esos pelos que lo cubrëan. Lentamente fui bajándola hasta llegar a su pija. La cubrë con mi mano y metë primero los dedos por la bragueta y sentë el calor de esa pija. Mi corazñn latëa cada vez más fuerte, pero el no decëa nada.

Después llevé mi mano a su cintura y lentamente la fui metiendo debajo de su calzoncillo, hasta que llegué a ese hermoso pedazo, que después supe que eran como 17 cms., todavëa estaba muerta. Empecé a jugar con ella hasta que se le parñ totalmente y le hice una paja lentamente. Yo esperaba que en cualquier momento Jorge reaccionara y me sacara a patadas de su cama, pero no fue asë.

De pronto su mano cubriñ la mëa por encima del calzoncillo y me la sacñ. Pero por sñlo un breve momento, ya que se bajñ el calzoncillo (tipo boxer de ahora) y me la volviñ a poner. Todo sin decir una sola palabra, y con su otro brazo comenzñ a acariciar mi cabeza hasta que lentamente me la fue bajando y me di cuenta de lo que querëa.

Yo no sabëa cñmo hacerlo, ya que nunca habëa tenido una relaciñn con un hombre (ni con una mujer) pero empecé a lamer bruscamente, cuando escuché por þnica vez su voz que me decëa que pensara que era un helado. Y eso hice. Se la chupé como si fuera un helado. Estuve jugando con ese hermoso pedazo un rato largo, hasta que los movimientos de su cuerpo, como si tuviera convulsiones y la dureza de su pija me indicaron que algo pasaba. Y bueno, justamente mi boca se llenñ de un lëquido caliente, agridulce que empecé a tragar casi sin darme cuenta primero y con mucho entusiasmo después. Se la mamé hasta sacarle la þltima gota de su semen y después seguë lamiendo para dejársela bien limpia.

Mientras todo eso pasaba él acariciaba mis cabellos, y cuando terminé la mamada me levantñ hacia él, me besñ y me dio vuelta, me bajñ mi calzoncillo y se apretñ fuertemente a më. Yo sentë como su pija se volvëa a poner dura y jugaba con mi culo, pero no me penetrñ. Mientras pasaba su mano por encima de mi cuerpo y me acariciaba. Asë nos quedamos dormidos.

A la maïana siguiente me desperté pero él ya no estaba en la cama. Estaba terminándose de vestir y sñlo me dijo que debëamos apurarnos que se nos habëa hecho tarde y ya llegarëa el oficial de turno.

Pasaron los dëas y fue como si nada hubiera pasado, hasta que hubo otra noche, y todo volviñ a suceder. Era muy extraïo, terminar con su pija en mi culo pero sin que él quisiera penetrarme ni yo que él lo hiciera.

Hasta que una noche sus caricias bajaron hasta mi pija y todo se repitiñ pero esta vez al revés. Fui yo quien sintiñ lo que era que otro hombre me mamara la pija y se tragara mi semen y quien jugara con mi pija en su culo, sin penetraciñn.

Esto se fue repitiendo una o dos veces por semana, durante casi todo un aïo. Pero nunca, durante el dëa hablamos de lo que pasaba. Fue algo muy placentero y muy raro. La þltima noche que debëamos estar juntos ambos nos mamamos la pija y nos fajamos toda la noche, pero sin penetrar. Era como si eso no fuera necesario. Esa noche también nos besamos ardientemente. Jorge recorriñ todo mi cuerpo y yo el suyo.

Él se fue primero del cuartel y yo tuve que quedarme unos dëas más porque nos iban dejando libres por tandas. Y nunca más lo vë.

Si les gustñ, espero que me escriban a fern_pon@hotmail.com

###

3 Gay Erotic Stories from Fernandop

Damián, el electricista

Damián, el electricista Cuando se me rompiñ el ventilador nunca pensé que iba a pasar unos momentos tan placenteros con el electricista tan sexy que llamé. Hacëa un calor impresionante y viene y se me rompe el ventilador. Asë que llamé por teléfono al service que me habëan indicado en el negocio donde lo compré, pero no respondiñ nadie en el celular. Por la tarde suena mi teléfono y

En el servicio militar

En el servicio militar Esto sucediñ cuando yo tenëa 20 aïos y me tocñ hacer el servicio militar que en esa época era obligatorio en mi paës (Argentina). Los primeros dëas fueron una etapa de acostumbramiento. Yo todavëa no habëa descubierto que me gustaban los hombres, asë que no pasaba nada cuando veëa todos esos cuerpos desnudos en la ducha o en la cuadra. Pasaron los dëas y comencé a

Miguel

Miguel Sonñ el teléfono y una voz profunda, nasal me hablñ. Yo no pude identificarla, pero algo me la recordaba: -Hola, ¿cñmo estás? -¿Quién habla? -¿Ya no te acordás de më? -Sinceramente… -Soy Miguel!! ÿÿÿÿMIGUEL!!!! Al oër su nombre todo se me vino a la cabeza. Reconocë esa voz que tanto me atraëa hace un tiempo atrás y con cuyo dueïo nunca pude tener nada. -¿Miguel? ÿQué raro

###

Web-01: vampire_2.0.3.07
_stories_story