Gay Erotic Stories

Al llegar a la habitaciñn encontré que José ya habëa acomodado sus pertenencias, sin embargo el no se encontraba en la habitaciñn.

Tal como hizo José me dispuse a acomodar mis cosas en el closet y cajoneras. El itinerario de capacitaciñn era de dos semanas y más valëa desempacar todo para estar más comodo en la habitaciñn.

Poco más tarde José apareciñ. Venëa del gimnasio del hotel. Sudaba mucho, se presentñ y quitándoce la camisa anunciñ que tomarëa una ducha. Su desnudez parcial dejñ ver un perfecto estñmago de lavadero, fuertes brazos y espalda. José realmente tomaba en serio su rutina de ejercicios.

Minutos más tarde saliñ del baïo envuelto en una toalla, buscñ una playera y unos pantaloncillos y regresñ al baïo a cambiarse.

Fue entonces cuando me percaté de que yo no habëa llevado ropa de dormir. Más tarde le comenté esto a José y el me comentñ que a el no le molestaba que yo durmiese en ropa interior, que de hecho el preferëa dormir en ropa interior también (a veces desnudo) pero que se habëa vestido por respeto. Dicho esto, se dispuso a dejar a un lado la playera y pantaloncillos y se recostñ en la cama. Al igual me desnudé hasta quedar en ropa interior y nos dispusimos a descanzar.

El dëa siguiente fue un dëa de terrible calor. Y desafortunadamente el aire acondicionado de nuestra habitaciñn se averiñ, no habëan más habitaciones asë que no tuvimos más remedio que aguantar. José saliñ de su ducha sudando aþn, envuelto en una toalla. Su cuerpo era perfecto. Brevemente arrojñ la toalla, se metiñ en una ajustada ropa interior y se recostñ en la cama. Después de unos momentos me dijo...

- No pensé que fuera a hacer tanto calor. A lo qu e yo conteste. - Si tienes razñn. Va a ser difëcil dormir esta noche.

- Esta si es una de esas noches en la que gustosamente dormirëa desnudo. - comentñ.

- Por mi no hay problema, - le dije - Yo también acostumbro dormir desnudo.

Dicho esto, José se quitñ su ropa interior y se quedñ mirándome fijamente en espera de que yo hiciera lo mismo. Cuando no hice nada, José se molestñ, recogiñ su ropa interior y se la volviñ a poner.

- Si tu no te desnudas yo tampoco lo haré. El que tu no lo hagas me hace pensar que te sientes incñmodo.

Esto me hizo sentir realmente mal por el. Yo siempre he asistido a gimnasios, he compartido duchas con otros hombres y no tengo ningþn problema con la desnudéz.

- Está bien le dije, y empecé a desnudarme.

Asë pasamos esa noche desnudos y en vela por el insoportable calor.

La siguiente noche fuimos a tomar unas cervezas. Esta vez deveras me pasé de copas y cuando llegamos a la habitaciñn, me aventé directamente en la cama con ropa y zapatos puestos y me quedé dormido.

Poco más tarde sentë que José me ayudaba a desvestirme, primero los zapatos.... un poco más tarde la camisa... luego el pantalñn y mi ropa interiñr.... Todo este tiempo mantuve mis ojos cerrados permitiendo que me ayudara pues me sentëa extenuado.

Más tarde aþn, empecé a sentir sus manos en mi cuerpo, eso empezñ raramente a exitarme. Quizá el hecho de que fuera algo tabþ para mi fue lo que me hizo reaccionar fuera de mis convicciones y permitir que José explorara mi cuerpo... primero con sus manos, luego con su boca. Mis ojos aþn estaban cerrados sintiendo cada roce de su ser.

De pronto mi pene punzante estaba dentro de su boca y el lamëa arriba de abajo, succionaba. Fue excelente. Nunca habëa sentido algo asë. Entonces sentë su estñmago sobre mi estñmago, su duro pene rosando el mëo, mientras José besaba mi cuello.

Entonces se puso de rodillas poniendo su gran miembro erecto frente a mi boca y lo introdujo en ella. Fue entonces cuando no pude soportar más y abrë los ojos. José se alarmñ por esto y rápidamente intentñ quitarse de encima de mi. Pero yo lo tome por las nalgas y lo atraje de nuevo hacia mi. Empecé a succionar su pene tal y como el lo habëa hecho.

Minutos más tarde estaba dentro de su ano. Fue una experiencia muy exitante para mi. No sabëa que se pudiera sentir tan bien. Me vine dentro de el unos minutos después.

José me preguntñ entonces si me gustarëa ser penetrado. No era mi idea, pero pensé, bueno... ya estamos aquë y probablemente no me atreva a volver a hacer algo como esto...

Dejé que José penetrara en mi. Al principio doliñ un poco pero la sensaciñn que sentë fue algo sin igual. Descubrë zonas erñgenas en mi que no sabëa que existëan. Cuando terminñ José me volteñ bruscamente y derramñ su semen en mi estñmago... después lo lamiñ con su boca y lo esparciñ con sus manos.

Después de esto fuimos a dormir.

Yo me sentëa preocupado, inseguro por lo que habëa pasado y me juré que no volverëa a pasar algo asë. Que era una experiencia de una sola vez y era suficiente.

A la maïana siguiente me metë a la regadera... unos segundos después de que me habëa enjabonado, José toco la puerta y pidiñ pasar al baïo. Estaba envuelto en una toalla, la dejñ caer al piso y se uniñ a mi en la ducha... con sus manos recorriñ mi cuerpo hasta quedar de rodillas frenete a mi... empezñ a chupar mi pene ahora erecto...

Entonces me dije a mi mismo... "bueno... será la segunda y þltima vez que hago algo como esto..."