Hola amigo lector, Gracias por haber leído mis escritos y los elogiosos comentarios que sin duda tienes. Si bien trato de no destrozar el idioma cuando escribo, disto mucho de ser un novelista o algo parecido. La historia es verdadera, lo único es que omití detalles, cambié nombres, edades, lugares y circunstancias, con el sólo propósito de hacerla leíble y atractiva al lector. Al escribirla tenía un propósito muy bien definido: el alertar a lectores jóvenes que se inician en el mundo gay, de la existencia de peligros poco publicitados. Habiendo sufrido de extorsión, creí mi deber contar mi historia, muy diferente a las novelas rosas que publica menonthenet, en las cuales el único sufrimiento es un dolor mientras se es penetrado y que se ve altamente recompensado por el más extraordinario placer. Cumpliendo mi ofrecimiento de clarificarte todas las dudas que tuvieses, voy a continuación a precisarte algunos detalles, no colocados en la historia para no hacerla larga, tediosa y poco atractiva por lo repetitiva. Al momento de mi violación yo era un chico de escasos quince años, estudiante aventajado en un colegio religioso del interior de Venezuela, el menor de mi curso y poco tomado en cuenta como amigo por mis compañeros que me superaban en edad. Mis conocimientos respecto al sexo eran realmente rudimentarios, desde los doce años había descubierto por casualidad la masturbación, la que practicaba en solitario. Escuchaba conversaciones de mis compañeros sobre temas sexuales, que despertaban mi curiosidad pero sin atreverme a preguntar para no aparecer como un ignorante. Ignoro si lo que me hacía espiar los chicos en los vestuarios era alguna inclinación homosexual o simple curiosidad para ver las cosas que se hacían entre ellos. Ya había visto como un día habían colgado a un chico alzándolo por el suspensorio que suspendieron de un gancho en la pared. Otro día había visto como azotaban las nalgas de un jugador del equipo de fútbol que había fallado el lanzamiento de un penalti con un trozo de manguera. Todos eran chicos del último año de secundaria, dos o tres años mayores que yo, que se divertían mucho con las bromas que se gastaban entre ellos, y que yo disfrutaba a escondidas. El episodio que narró en “Por Curioso” ocurrió, realmente en esa forma, e igualmente el chantaje sexual a que fui sometido por ellos durante el resto del curso. Al terminar ese año escolar y salir ellos del colegio, prácticamente cesó el hostigamiento. Durante los dos años siguientes en muy contadas ocasiones fui objeto de requerimiento sexual de alguno de ellos, en esos años salvo en esas ocasiones aisladas mi actitud era básicamente heterosexual; igual comportamiento tuve al venirme a estudiar en la capital. Mi jefe era en realidad un gran amigo de mi padre, lo que explica la confianza que había depositado en mí, que me facilitara el dinero cuando fui objeto de extorsión y de su preocupación por ver que era en lo que en realidad me sucedía. También explica que mi familia no pensara mal cuando me mudé a su casa. El dijo a mi padre que teniendo lugar en su casa no podía permitir que yo estuviera viviendo en una pensión de mala muerte. Que yo era para él. El hijo que nunca había tenido. Lo que me observas acerca de su esposa y luego el no tener herederos es absolutamente válido. Sucede cuando me mudé a su casa, su esposa que había sido operada de un cáncer en el seno, había viajado a España para ver a sus familiares y a tratar de recuperarse anímicamente. Estando allá sufrió una recaída y murió. En la narración me limito a limitados episodios de extorsión, la realidad es que era requerido a diario y obligado a estar con la persona que me designaran y hacer lo que ésta quisiera. Varios meses estuve en esta situación. Se me suministraban sustancias estimulantes de la actividad sexual, cremas retardantes de la eyaculación y poppers relajantes de los esfínteres. No creí necesario incluir en mi historia todos los detalles, consideré que podría convertirse en algo truculento y contraproducente para el propósito que perseguía de alertar a jóvenes. Habiendo publicado los primeros capítulos recibí e-mails de varias personas que han publicado historias, una de ellas un español, Jotauve, quien me sugirió no dejar la historia a medias como era mi idea original, y me convenció que debía una conclusión. Como homenaje a él, usé su seudónimo para identificar a mi jefe y escribí los capítulos finales. Si relees la historia observarás que existe un salto en el tiempo, al principio me identifico como un joven y al final como un abuelo. Cosas de escribir sobre la marcha y no poder reeditar lo escrito y publicado. Durante la etapa que viví con mi jefe, sentimientos contradictorios afloraban en mí. Por una parte sentía alivio y agradecimiento, pero por otra me sentía sometido a otra forma de chantaje, quizás más sutil, pero igualmente cohartadora de mi propia realización como persona. Por años sufrí de pesadillas, que me hacían revivir diferentes episodios de mi vida y que logré superar con tratamiento psicológico. Mi esposa me ayudó mucho en este aspecto, ella conoce perfectamente lo que me ocurrió, igual conocimiento tienen mis hijos. Lo que no saben es que a veces surgen en mi deseos de relacionarme sexualmente con jóvenes. Según los psicólogos que me han tratado es una fijación traumática producto de la carencia afectiva de amigos en una etapa de mi vida. Lo cierto es que he logrado mantener tal situación bajo control, inventando algún viaje de negocio a alguna parte y teniendo mis relaciones fuera del alcance familiar. Te observo que la mayor parte de los cientos de mensajes que he recibido a raíz de la publicación de mis escritos son de chicos que han sido víctimas de algún tipo de chantaje, que les ha obligado a prostituirse o a servir de mulas en el tráfico de drogas. Creo haber podido ser útil a muchos chicos que han recurrido a mí en busca de consejo, contándome cosas que no se atreven a narrar a otros. El anonimato que brinda Internet sirve para descargar los pesados archivos que torturan las mentes y tomar fuerzas para reiniciar una nueva vida. Me alegro que tu me hayas escrito en razón a que te parecieron excitantes mis escritos y no en razón de haber experimentado una situación parecida. Espero que me sigas escribiendo. reinaldo-v@usa.net