Gay Erotic Stories

MenOnTheNet.com

José, María y Yo

by Steph


En unas vacaciones, cuando acababa de cumplir 19, salimos de la ciudad mi novia (una bellísima morena de curvas peligrosas), mi mejor amigo (más alto que yo, blanco, de barba eternamente medio crecida, delgado pero bastante fuerte, entonces con una delicada capa de vello en el pecho que lo hacía muy deseable) y yo, un adolescente cualquiera, también blanco, también delgado y con muchas ganas de experimentar el sexo en todas sus gamas. Nos instalamos en el único hotel disponible en la única habitación disponible, que por suerte tenía dos camas. Levábamos ya dos días allí y no había podido divertirme ni tantito con mi chica que también estaba ansiosa por tener sexo. Ella era perfecta, no sólo por su cuerpo, también en su forma de hacer el amor, era un poco como yo, nos gustaba experimentar nuevas formas, nuevas posiciones, sensaciones, y cada vez que se presentaba la oportunidad innovábamos en la forma de coger. Como decía, nos urgía, así que la tercera noche, a la mitad de la madrugada desperté y oí que nuestro acompañante, a escasos treinta centímetros de nuestra cama, suspiraba profundamente, así que comencé a acariciar a mi chica, a bajarle la única prenda que vestía, ella no tardó en responder acariciándome a su vez, buscándome la verga ya dura, deslizando su mano sobre ella. Nos movíamos lentamente porque la cama hacía ruidos que de aumentar despertarían a José y acabaría con la diversión, o al menos eso era lo que pensábamos. Mientras yo movía dos dedos sobre el clítoris de María, ella me acariciaba los huevos y bajaba la piel del prepucio mojada por gotas de precum, yo volteaba ocasionalmente sobre ella para corroborar que José seguía dormido, pero uno no puede concentrarse en esas cosas mientras una mujer te está llamando a que se la metas con urgencia. Una de las cosas que más me gusta es penetrar, así que siempre me demoro mucho en sentir el calor y la humedad que te da la bienvenida; concentrado en esas sensaciones pasó un momento, y al levantar la cabeza pude ver un movimiento inequívoco de alguien que acaba de cerrar los ojos y quedarse quieto; esperé un segundo, no cabía duda, se estaba masturbando. Por un momento pensé en parar pero me excitó mucho pensar en él desnudo bajo esa delgada sábana, excitado como yo. Me decidí y de un tirón quité la delgada sábana que estaba sobre María y yo, quedando toda nuestra desnudez al aire y a la vista de José. María me miró constenrada e iba a abrir la boca cuando le di un beso superprofundo y la embatí fuerte con mi pene. Estoy seguro de que él abría los ojos y nos veía, la oscuridad del cuarto nunca fue total debido a una gran lampara en la calle. Hice varios intentos para ver si miraba, hasta que nos vimos y no cerró los ojos, sentí que su mirada también me deseaba, corrió despacito la sábana y me dejó ver su hermosa verga, rodeada de una espesura muy negra de vello, era larga y delgada, con la cabeza descubierta. María se dió cuenta de mi falta de atención a lo que pasaba en esta cama, así que se deslizó hacia atrás, de modo que mi verga quedó fuera rápidamente y de una forma un poco dolorosa, y enseguida se montó en mí, viendo al mismo tiempo a José con su verga en la mano. Por un momento pensé que iba a pasar lo peor, pero no fue así. MAría se agachó un poco y encendió la luz de la lámpara, la imagen de José hizo que mi pene se estirara aún más, por debajo del pubis de María por lo que debió darse cuenta que me excitaba todo eso. A ella también debio excitarla mucho, pues sentí más humedad en su entrepierna. Todo esto pasaba en milisegundos, pero parecían minutos. José se levantó y dió el paso necesario para estar con nosotros, María me miró y yo asentí con la cabeza (con las dos cabezas) sabiendo estábamos de acuerdo en tener un invitado en nuestra intimidad. Enseguida tomó el pene de José y comenzó a hacerle una chaqueta mientras movía su pubis sobre mi pene, haciéndome también una chaqueta, yo me incorpore para besar sus tetas mientras José se agachaba un poco y también buscaba sus tetas. José se recostó junto de mí y ambos besábamos y succionabamos de los pechos de María y nos turnábamos para subir un poco y besarla. Entonces ella se levantó de mí y se agachó hasta tener el magnífico pene de José cerca de su rostro, tomó ambos y comenzó a chaquetearlos de nuevo, tiró de nosotros que tuvimos que acostarnos de lado, de tal forma que nuestros penes quedaban enfrente y ella los hizo besarse, y después los lamió acariciándo nuestras nalgas velludas, José puso su brazó en mi cuello y me acercó a él, entonces me besó de una forma muy apasionada, introduciendo su lengua en mí y ambos sentimos que nuestros penes también se besaban dentro de la boca de María, jamás había experimentado tal excitación; su pecho velludo estaba tocándome, casi me vengo en ese instante. Mi turno, dijo María, recostándose entre nosotros, que sin pereza bajamos hasta su sexo, lleno de humedad, entre los dos lamimos su labios y su clitoris, los abrimos con la lengua y la introducíamos, nuestras lengas se tocaban contínuamente entre los labios de MAría era, como si nos besáramos los tres, de la vagina de María no dejaba de fluir humedad dulce que compartíamos en nuestra bocas José y yo. Comenzamos a subier por su cuerpo, besándole cada pedazo de piel y besándonos ocasionalemnet, sin dejar de acariciarla y de mojar nuestros dedos en su sexo. Cuando llegamos a su rostro, él la besó primero bajando su mano a mi pecho y acariciándome, yo besaba el cuello de María pero apretaba las nalgas velludas de José, ella tenía ambos brazos alrededor nuestro y nos acariciaba y apretaba pasmosamente. María le dió la espalda a José y me besó, acaricando mis nalgas con una mano y tomando el pene de José con la otra. María levantó la pierna que le qeudaba libre, así que me apreté un poco a ella para penetrarla, lo que fue muy fácil pues estaba más mojada que nunca, enseguida sentí en la base del pene el glande de José que también iba a intentarlo, sentí su miembro queriendo compartir esa vagina tibia y humeda. María hizo un pequeño quejido, como que estaba a punto de venirse. Finalmente sentí aquela otra verga pegada a la mía y los huevos de José rosando los míos, empezamos a movernos todos con lentitud, pero agarrando el ritmo. Derrepente cuando yo salía, José entraba y viceversa, era com si también se estuviera cogiendo mi pene y yo el de él. Sin embargo, nos dios cuenta que no podíamos penetrarla (sobre todo el) tanto como queríamos. Yo saqué mi verga y me agaché a ver la cogida más de cerca, no me pude contener y lamí la parte de su verga que quedaba afuera, él al sentir esto, sacó su verga de la vagina de María y se recostó a un lado. alterné el turno de masturbar y lamer, me introduje la verga de José en la boca mientras acariciaba sus huevas y estimulaba con dos dedos el clitoris de María. Entonces intercamiamos lugares, él comenzó a masturbarme lentamente, mientras besaba los otros labios de María, yo veía su verga palpitando en su vientre y alcé mi rodilla para sentir esa masa caliente. María se montó en mí, de espaldas y se introdujo de nuevo mi verga, José se inclinó sobre ella, que se echó hacia atrás y tras dos intentos de su glande por entrar, también se introdujo. Los movimientos se reanudaron, las caricias son indescriptibles pues al mismo tiempo que sentía los muslos valludos de José, tenía las tetas de MAría entre mis manos y el movimiento que hacíamos los tres en su vagina me transportó a otro lugar donde solo había placer. Cuando sentí que José aceleró el ritmo, yo también aceleré, y haciendo a un costado la cabeza de MAría me besó metiendo su lengua en mi boca, acariciando con ella mis dientes y mi lengua. Entonces fue que sentí claramente cómo se venía José en nosotros, su semen resbalando y haciendo más placentero el estar allí dentro. María debía estar como en el tercer orgasmo, sus venidas eran como poner el miembro en un chorro de agua caliente. Enseguida sentí como todo mi cuerpo se movía independientemente y me vine largamente mientras seguía besando y acariciendo a ms dos amantes. Duramos mucho tiempo sin separarnos y dormimos abrazados hasta la mañana siguiente. No está de más decir que los siguientes días pasábamos el tiempo en la cama, nos bañábamos juntos y andábamos por la habitación desnudos todo el tiempo. Esta historia continuó a veces sin María, a veces sin José pero siempre recordando aquella ves de tres. Due to international translation technology this story may contain spelling or grammatical errors. To the best of our knowledge it meets our guidelines. If there are any concerns please e-mail us at: CustomerService@MenontheNet


###

1 Gay Erotic Stories from Steph

José, María y Yo

En unas vacaciones, cuando acababa de cumplir 19, salimos de la ciudad mi novia (una bellísima morena de curvas peligrosas), mi mejor amigo (más alto que yo, blanco, de barba eternamente medio crecida, delgado pero bastante fuerte, entonces con una delicada capa de vello en el pecho que lo hacía muy deseable) y yo, un adolescente cualquiera, también blanco, también delgado y con

###

Web-01: vampire_2.1.0.01
_stories_story