Gay Erotic Stories

Uno + Uno + Uno No soy ni tan virgen, ni tan inocente como se lee en la mayor parte de los anuncios. Estoy iniciado, claro que sí. Lo hizo un chavo de la Universidad al que me unía mucha amistad, y al que después de lo que sucedió me unió una relación más fuerte. No fue el único, ya que cuando nuestros caminos se separaron yo no podía ni quería prescindir del fuego que se enciende como por arte de magia cuando tienes cerca de ti a un hombre. No me gustaba el sexo rápido y anónimo, prefería buscarme un „compañero de juegos" entre muchachos a los que yo ya conocía. No paraba de explorar y observar los más finos detalles, para estar bastante seguro de que mi próxima „presa" también andaba buscando lo que yo. Debo confesar que tengo buen olfato, pues en ningún caso me equivoqué. Quizás porque el período de observación era suficientemente largo para no cometer un fallo, que en la ciudad en que vivo no tendría muy buenas consecuencias, sobre todo por la familia a la que pertenezco y al trabajo que realizo. En uno de mis cortos viajes a la capital y al pasar por delante de un cine porno me decidí a entrar en él. Tenía 3 salas en cuyas pantallas se veía a hombres con mujeres y una cuarta sala con proyecciones gay. Con mi cerveza en la mano entré en la sala, bastante oscura por cierto. Me senté en un pasillo lateral en una butaca que comprobé que estaba vacía. Poco a poco mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y pude ver que a mi izquierda estaba sentado un hombre fornido, con gafas y bigote, que se estaba pasando constantemente la mano por encima de su paquete. Al cabo de unos instantes, con su mano peluda me agarró la mía y se la puso encima de su muslo, moviéndola, como invitándome a acariciarle. Aunque no había tocado nunca a un hombre que antes no hubiera conocido y tratado, la sensación y calor de su muslo fue muy agradable. Yo lo seguí acariciando y mi mano se iba automáticamente el interior de su muslo y también del otro. No sé exactamente como lo hizo, pues no me di cuenta, pero de pronto al seguir acariciándole los muslos por su parte interior, muy caliente, mi mano se topo con su polla, no muy dura todavía pero bastante grande. Seguramente tenía la bragueta abierta o incluso la polla ya fuera. Le toqué con mis dedos la punta, que estaba algo húmeda. Traté de bajarle la piel con los dedos para poder tocarle el capullo. Repentinamente me doy cuenta de que un hombre bastante moreno se me había puesto de pie, a mi derecha, y observaba lo que yo le estaba haciendo al que estaba sentado a mi izquierda. Era un tío de estatura normal, muy musculoso y, como aprecié más tarde, con mucho vello. Llevaba shorts. Así es que - mientras mi mano izquierda estaba ocupada con bajar la piel del capullo para rozar su glande - con mi mano derecha empecé a acariciarle suavemente las piernas; después le acaricie tiernamente los muslos por su parte interior, el culo, y metiendo la mano desde atrás entre sus piernas le acaricié su paquete. Le tuvo que gustar mucho, pues el tío se dio un cuarto de vuelta y se acercó a mí, acariciándome con una mano la cabeza y metiendo la otra mano por mi camisa para acariciarme y apretarme las tetillas, era fascinante. El tío se quedó así con su zipper justo delante de mi cara. Mientras mi izquierda seguía con el glande del otro, muy suculento pues olí y chupé mis dedos brevemente, con la derecha le abrí la cremallera, siempre acariciándole los muslos por dentro y los huevos; también le abrí el botón del pantalón y de pronto me golpeó la cara una polla enorme y muy tiesa, con un capullo muy invitante. Olía fantásticamente a macho, es decir, tenía un sabor salino a orina del día, a sudor e incluso a semen. Naturalmente que me puse a lamer su vello, sus huevos, la base de su polla y después, pues me lo dejé para el final, el capullo. Así estuvimos algún rato y de pronto me la metió en la boca. Yo estaba agarrado a sus nalgas y le acariciaba con mis dedos su culo (le había bajado el pantalón hasta las rodillas), mientras sentía los golpes rítmicos de los movimientos de sus caderas contra mi cara y profundizar su polla en mi boca y garganta. De pronto sentí en los dedos que profundizaban su culo una polla bastante gorda, que intentaba hacerme la competencia y quería penetrar el culo del tio que me estaba cogiendo por la boca cada vez más intensamente. Como soy muy bueno agarré esa polla y le ayudé a entrar en su guarida, quedándome agarrado a sus huevos y sintiendo así las embestidas que empezó a darle nuestro nuevo amigo, un rubio alto con poco vello, al tío que me estaba cogiendo ferozmente por la boca. Pero ahí no terminó la cosa. Al poco rato, el macho que tenía sentado a mi izquierda se levantó y se puso al lado del que me estaba cogiendo por la boca, me agarró la mano y me la puso en su polla, yo empecé a meneársela. El tío se excitó tanto que me agarró fuertemente por los pelos y, con bastante violencia, me acercó su polla para que se la chupara. Fue tremendo tener que servir a dos amos a la vez, pero muy excitante. Uno me tiraba de los pelos, el otro de la oreja, para acercarme a sus vergas, las dos muy buenas. Procuraron acercarse mucho - mientras se besaban de tal forma que me pudiera chupar las dos pollas a la vez. El tío que estaba siendo cogido por el culo empezó a estremecerse, señal de que estaba recibiendo una descarga de semen y empezó a correrse en mi boca, apretándome fuertemente la cara para que no sacara su polla de mi boca y me bebiera todo su néctar. El otro empezó a correrse en mi cara también. Terminé con la cara inundada de semen. Fue una sensación muy agradable, sobre todo cuando uno de ellos recogió semen de mi cara con su mano y empezó a hacerme una paja, embadurnándome la polla con su leche; yo me corrí, solté varios chorros y le llené su mano con mi semen, que él se bebió lamiéndose su mano con la lengua y agachándose sobre mi polla para dejarla bien limpia y no desperdiciar ni una gota. Lástima que se fueron muy deprisa y no los volví a ver. Yo terminé de beberme mi cerveza y de limpiarme mi cara y mi pecho. No sé cuanto tiempo habrían estado sin correrse, pues la leche que soltaron, uno en mi boca y otro en mi cara y pecho, les salió a buenos borbotones.