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Disfrutando a papá

by Pol-pot


Decidí escribir mi historia después de leer algunos relatos sobre incestos entre padre e hijo, creo que lo que me ha ocurrido es delicioso y, aunque me avergüenza reconocerlo, no quiero dejar de repetirlo. Desde pequeño pasé mucho tiempo solo en casa porque mis padres trabajan todo el día. Me cuidaba una sirvienta que era muy buena conmigo y me dejaba salir a jugar por las tardes. Recuerdo que siempre me gustó juntarme con chicos más grandes que yo, quizá porque para mi edad estaba muy bien desarrollado (siempre fui el más alto de mi clase y el más robusto). Cuando cumplí 18 años llevaba especial amistad con Fermín, un vecino de 19 años, con quien me reunía a platicar de deportes y a ver televisión. Le gustaba jugar fútbol y tenía muchos amigos entre los chicos del barrio porque era grande su fama de valiente y noviero. A mi papá le caía muy bien y siempre que nos encontraba juntos nos saludaba muy afectuoso con un abrazo y un beso en la mejilla. Total que yo pasaba mucho tiempo en casa de Fermín. Me gustaba que era muy apapachador conmigo y que cada día inventaba juegos diferentes. Recuerdo que me agradaba mucho que jugáramos a los paramédicos, yo generalmente la hacía de paciente, así que él tenía que auscultarme todo el cuerpo, es decir, me manoseaba las piernas, las nalgas, el pecho, con el pretexto de confirmar que no tuviera algún malestar. Recuerdo que cuando estábamos agitados él interrumpía el juego para ir al baño. En alguna ocasión lo espié y descubrí que iba a masturbarse, desde entonces yo hacía lo mismo en cuanto regresaba a casa. Yo no sabía si eso era bueno o malo pero recuerdo que sentía un calorcito que me recorría todo el cuerpo. Era muy rica la sensación que experimentaba cuando su piel me rozaban la espalda y las piernas, sensación comparable únicamente a la que experimentaba cuando me quedaba a solas con papá, y él me acurrucaba sobre su pecho mientras me leía alguna nota del periódico y me acariciaba con sus brazos velludos. En algunas ocasiones Fermín y yo jugamos a darnos primeros auxilios, nos vendábamos, nos poníamos algún ungüento para los golpes y nos dábamos respiración de boca a boca. Al principio simplemente pegábamos nuestros labios, pero poco a poco se hizo costumbre que Fermín metiera su lengua en mi garganta. Cada vez jugábamos más tiempo a la respiración boca a boca, la verdad es que nos besábamos por horas. Fermín encima de mí ambos sin camiseta y tan sólo separados por nuestro short. Me acuerdo que desde entonces comencé a disfrutar más las noches en que mi papá iba a mi cuarto a darme las buenas noches y terminaba sentado en mi cama abrazándome. Era especialmente cariñoso cuando había tomado alguna copa. En esas ocasiones era cuando menos problema había para entrar en contacto con su cuerpo porque yo dormía desnudo y él entraba con la camisa abierta o sin camisa, total que cuando me acurrucaba en su pecho nuestras pieles se juntaban y yo podía acariciar su pecho velludo mientras él pasaba muy discretamente su mano por mi espalda hasta la altura de mis nalgas. No había peligro de que mi mami entrara al cuarto, ella es pedagoga e insistía en que los niños debíamos tener una relación muy especial con el progenitor. Yo creo que no veía nada raro en que mi padre permaneciera un largo rato en mi cuarto, sobre todo cuando comenzó mi adolescencia, creo que ella nos daba tiempo suficiente para que tuvieramos pláticas de "hombre a hombre". Además, nunca se mostraba interesada en preguntar de qué platicábamos papá y yo. Eso me hacía sentir liberado de cualquier cargo de conciencia. Me acuerdo que para desearme "buenas noches" mi papá me besaba mucho en las mejillas y en el cuello, aunque sus besos eran muy breves recuerdo que pegaba mucho sus labios a mi piel, su bigote siempre rozaba mi barbilla y mi nariz, y varias veces nos besamos muy cerca de la comisura de los labios. El me decía que era un chiquillo muy lindo y que me quería mucho. Como les cuento cuando estaba tomado era un poquito más deshinibido y me besaba hasta los hombros y la clavícula, mientras me acariciaba el pecho. Ser acariciado de esa manera por papá y realizar esos juegos con mi mejor amigo me hacían ver el contacto físico entre varones como algo muy natural. Obviamente mis juegos con Fermín subieron de intensidad, ya no sólo nos besábamos en la boca, nos lamíamos el pecho y las piernas. Fermín me enseñó a mamarle la verga y llegado el momento él también decidió mamármela. Más adelante ya no hubo inhibiciones y se dedicaba a penetrarme por horas, no saben como disfrutaba yo jugar con él todas las tardes. Recuerdo que varias veces cuando estábamos en el climax me decía imagína a tu papá aquí con nosotros y que ambos le lamemos su pecho velludo y lo besamos. ¿Te gustaría hacer eso? y yo contestaba, sííí, como deseo que papi esté aquí con los 2 y que juegue con nosotros. Ya más en serio me confesó que mi papá se le antojaba mucho y que de verdad le daba tentación acariciarlo. Aunque al principio me daba pena terminé por aceptar que papá se me hacía agua a la boca, y que ya sabiendo cómo podía disfrutar a un hombre, pues tenía muchas ganas de probarlo. Que curioso pero creo que para pensar en un incesto no hay que sentir el menor sentimiento de culpa, y yo no me sentía culpable por desear un encuentro más íntimo con papá, al fin y al cabo por años habíamos juntado nuestras pieles y (aunque no nos habíamos besado en la boca) nuestras muestras de cariño siempre eran muy intensas. Mi trato con él era de muy buenos cuates, muy confianzudo. Además yo había descubierto que tanto papá como yo experimentábamos tremenda erección cuando dormitábamos acurrucados. Fermín sabía de las ocasiones en que papá iba a mi cuarto a desearme felices sueños, así que me aconsejó aprovecharlas para platicarle a mi viejo de nuestros juegos. La ocasión no tardó en presentarse. Fue una noche ideal porque mamá no durmió en casa porque salió de la ciudad a dictar una conferencia. Les recuerdo que cuando comencé a tener sexo completo con mi amigo yo ya tenía más de 14 años. Yo era un chico moreno, bien desarrollado porque practicaba gimnasia olímpica, ya empezaba a salirme vello en las axilas y en el pubis, mi pecho estaba bien definido, lo mismo que las lineas de mi abdomen. Creo que era un mozalbete bastante guapo y para mi fortuna muy nalgón. Esa noche papá y yo cenamos solos, por todos los medios traté de meter en la conversación el afecto que sentía por Fermín y la admiración que él sentía por papá, por sus dotes de atleta (mi papá jugaba muy bien futbol) y de repente hice comentarios como "fermín dice que te mantienes en muy buena forma y que le gustaría salir a jugar contigo y conmigo". Mi papá se mostraba muy interesado en nuestra amistad y también externaba su simpatía por ese chico que "seguramente te está ayudando a convertirte en hombrecito". Terminada la cena yo me fui a mi cuarto mientras mi papá se tomaba unas copitas de cognac. Me desnudé como siempre y me quedé con la luz apagada, tendido en la cama, apenas semicubierto por una sábana. Ya se imaginarán... calientísimo. Un par de horas después cuando estaba un poco adormilado entró papá al cuarto, sin prender la luz, se sentó a mi lado, me llamó suavemente y me jaló hacia su pecho, para mi gozo traía la camisa completamente desabrochada así que al repegarme a él mi pecho entró en contacto con los ricos vellos del suyo. El me dijo que quería darme las buenas noches y que sabía que era un buen chico, que se sentía orgulloso de mí y que le daba gusto lo bien que me estaba desarrollando, obviamente aprovechaba para tocarme la espalda y el pecho. Yo lo animaba a seguir diciéndole cosas como ya viste que duro tengo el abdomen, o que fuertes están mis brazos. No tardó en darse cuenta en la enorme erección que experimenté, y entre broma y broma, tomó mi verga con las manos y me dijo: duro está usted pero de ahí abajo "no me cabe duda que ya está convertido en un hombrecito". "Hasta me están dando celos de que comparta más tiempo con ese amigo Fermín y no con su papi que quiere ser siempre su mejor amigo. Espero que ese chaval le dé buenos consejos". Yo sabía que había llegado el momento de jugarme el todo por el todo, calientísimo como estaba, tragué saliva, le dije a mi papá que siempre sería mi mejor amigo y le dí varios besos en las mejillas, a la altura de las mandíbulas y en las comisuras de los labios, lo abracé fuerte y aproveché para que sus tetillas se restregaran completamente con las mías. Qué momentos tan calientes. Sin más mi padre se desvistió (únicamente conservó los calzoncillos) y me pidió que lo dejara acomodarse bien en mi cama para que charlaramos un rato. Seguí acurrucado a su pecho pero ahora sus piernas rozaban con las mías. En eso me preguntó si Fermín y yo platicábamos de sexo. Le dije que sí, que a veces veíamos un pedacito de alguna película porno. Me preguntó sobre las escenas que mostraban esos videos. Yo le dije que se veían chicas y chicos lamiéndose todo el cuerpo, besándose mucho y haciendo el amor, pero que a veces había escenas solamente de mujeres u hombres disfrutándose unos a otros. Mientras me acariciaba, cada vez más cerca de las nalgas, me pidió que le explicara que hacían los hombres cuando estaban solos, yo le dije que se chupaban el pene mutuamente o que se penetraban unos a otros, ¿y qué te parece eso? le dije que se me me hacía gracioso y que me ponía inquieto. Después de unos segundos de silencio preguntó si ya le había tocado la "verga" a Fermín, yo envalentondo, le constesté que sí, que jugando había tomado su verga entre mis manos. En lugar de regañarme por tal confesión me pidió explicarle cómo lo hacía; entonces comencé a masturbarme suavecito, dejándole ver toda mi desnudez. Papá dijo que no alcanzaba a ver, que lo tocara a él. Ni tardo ni perezoso me senté encima de sus piernas -frente a él y comencé a tocarlo, primero muy discretamente, con muchos nervios. El me preguntó que si sólo eso hacíamos, le contesté que no, que también nos chupábamos la verga. Me preguntó que cómo, así que volví a recostarme y metí en mi boca la verga de papá. Comencé a mamarlo con delicia mientras él masajeba mis nalgas. Todo límite quedó rebasado, yo chupaba la verga de mi papá, lamía sus huevos, la parte interior de sus piernas y el área cercana al ombligo (a diferencia de Fermín mi papá tenía vello por todos lados). Como quedamos en posición de 69 mi padre tenía la oportunidad de lamerme los huevos, las nalgas y lo más rico, de meterme la lengua, toda la lengua en mi culito. Qué delicia, sin dejar de mamarlo comencé a platicarle de los juegos que inventamos Fermín y yo, de las veces que soñamos en que él estuviera con los 2, del deseo que sentía Fermín por lamerlo y gozarlo, de las veces en que mi amigo metió su verga en mi ano. Mi padre estaba enloquecido, se volvió a sentar y me colocó encima de él para ensartarme con su verga, quedamos de frente y como le dije que Fermín y yo jugabamos a besarnos, me pidió que le diera una muestra. Bien ensartado metí mi lengua hasta lo más profundo de la garganta de mi papá, gocé de su bigote, de sus labios carnosos, de su barba rasposita. Cogimos por horas, por mi experiencia con Fermín yo sabía que había momentos en que debíamos de disminuir el ritmo para que ni papá, ni yo nos viniéramos. Eso permitió que cambiáramos varias veces de posición, siempre con el objetivo de explicarle como jugábamos mi amigo y yo. Papá no dejaba de cogerme, de lamerme, de besarme, de rogarme que lo apretara más y que siguiera explicándole lo que hacíamos Fermín y yo, se vino 2 veces, pero estaba tan caliente que no se salía de mi culo, me masajeaba las nalgas, la cintura, el pecho, me chupaba mis tetillas y decía que yo era un chico travieso. No perdí la oportunidad de decirle que cómo deseaba que en ese momento Fermín estuviera con nosotros, mi papá en el colmo de la calentura, aceptó que no le desagradaba la idea, que algún día encontraríamos la oportunidad de "cogernos" a Fermín, o a cualquier amigo de la familia, como el tío Víctor (un tipo de 36 años, moreno, corpulento, cuñado de papá). Eso me excito más, así que incrementé el ritmo, lamí con más ganas a mi padre, pasé mi lengua por su pecho y le pedí que me la metiera más, recuerdo que yo decía papi, métemela, papi, métemela toda dentro. Locos de deseo mi papá y yo nos gozamos completamente, al mismo tiempo de que me cogía, me masturbaba y me besaba, no pude más y me vine sobre su abdomen. Cuando terminamos nos quedamos un ratito acurrucados besándonos largamente en la boca, jugando con nuestras lenguas, mi padre me dijo que desde esa noche seríamos más amigos, que estaríamos más unidos. Me explicó que no es malo el contacto físico entre 2 varones, sean parientes o no, siempre y cuando no haya violencia, ni algún tipo de problema. Me pidió que no platicara de esas nuevas muestras de "afecto" entre los 2 porque los prejuicios sociales hacen muy difícil explicarlas, aunque existen culturas en que los hombres adultos sostienen relaciones sexuales con los jóvenes para ayudarlos a madurar y a tener una vida satisfactoria. No mentía porque en varias sociedades de Oceanía sucede esto sin el menor escándalo. A la mañana siguiente corrí a casa de Fermín a contar lo que había sucedido. Como se imaginarán a mitad del relato ya se había venido un par de veces. Desde ese día se propuso que encontraríamos la oportunidad de hacer gozar a mi papá. Al fin y al cabo que tendría fines educativos (Fermín era huérfano de padre y decía que necesitaba a un adulto que le enseñara a comportarse como hombre). Obviamente aprovechamos la primera ausencia de mi mamá para instalarnos en casa y coger por horas con mi señor padre. De entonces a la fecha han pasado 16 años. Ahora tengo 30. En ese lapso he seguido cogiendo -ahora sé que se dice así- con mi padre, ahora es un señor cincuentón pero se mantiene en forma. Durante un tiempo integramos a Fermín, luego mi amigo viajó al extranjero para ingresar a la Universidad, y su lugar fue ocupado por hombres de diversas edades: unos, buenos amigos de papá (señores casados con muy buena verga y mucha experiencia), otros, cuates míos, a los que nos les desagrada mi viejo, ni mis fantasías. Lo más rico de todo es que veo a mi padre como un camarada. Hay mucha armonía en mi casa porque todos nos llevamos muy bien, aunque debo confesarles que si no siento cargo de conciencia es porque la relación entre papá y mamá siempre fue muy distante. Si has gozado alguna vez de tu viejo o tienes esa fantasía escríbeme.

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Disfrutando a papá

Decidí escribir mi historia después de leer algunos relatos sobre incestos entre padre e hijo, creo que lo que me ha ocurrido es delicioso y, aunque me avergüenza reconocerlo, no quiero dejar de repetirlo. Desde pequeño pasé mucho tiempo solo en casa porque mis padres trabajan todo el día. Me cuidaba una sirvienta que era muy buena conmigo y me dejaba salir a jugar por las tardes.

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