Gay Erotic Stories

MenOnTheNet.com

Autobiografía Gay, Part 1

by Reinaldo


La lectura de las narraciones de Men on the Net me han animado a escribir mi auto-biografía gay. Todos los hechos que contaré me han sucedido, son absolutamente verdaderos y no están salpicados de ningún intento de novela; los narro tal como me acontecieron. Mi nombre es Reinaldo, soy un chico venezolano de 23 años, blanco, alto, delgado, cabellos castaños, ojos verdes. No puedo decir que sea un modelo, pero tengo en realidad una apariencia atractiva. A los 10 años un primo me enseño a masturbarme, me gustó tanto que nunca he dejado hacerme la paja por lo menos tres veces al día, al punto que mis compañeros me endilgan apodos como "pajüo" o "manoteao". El día que cumplía 13 años mi padre dijo que quería darme un buen regalo, para que me convirtiera en un verdadero hombre: me llevó a una casa de putas ofre-cien-do una buena recompensa a la que me desvirgara. A partir de entonces, se con-virtió en un ritual que mi padre me llevara el día ultimo de cada mes a acostarme con una mujer que el previamente había seleccionado para mí. Conocí mujeres de todas las razas y tonalidades de color que me hicieron disfrutar de sus mejores especiali-dades en la forma de realizar actividades sexuales. Debo confesar que tal situación desarrollo en mi una situación ambivalente, las experiencias con mujeres me resul-taban agradables, pero también me atraía ver los cuerpos desnudos de chicos en las duchas y los vestuarios; el masturbarme mientras los espiaba se convirtió para mi tam-bién en un ritual. A los 18 años tuve la experiencia de ser azotado, depilado y violado por 4 chicos que me sorprendieron espiándolos y que pueden leer en "Por Curioso" en esta sección. Por más de un año semanalmente uno o dos de ellos me buscaban para satisfacer, bajo chantaje, sus exigencias sexuales. Esta situación de homosexualidad forzada me llevó a tratar de demostrar que era un macho, para ello procuré buscarme noviecitas para exhibirme con ellas delante de mis amigos y compañeros. Había normalizado mi vida, me había mudado y dejado de ver a mis verdugos, había conseguido un trabajo de asistente administrativo, en una empresa donde habían depositado en mí toda su confianza. Un día del año pasado, me llevé una tremenda sorpresa, de pié frente a mi escritorio estaba uno de mis verdugos, Eduardo, exten-diéndome un sobre dirigido a mi jefe. Me pidió lo revisara antes de que se lo entre-ga-ra y me entregó una tarjeta con el número de su celular para que lo llamara. Abrí el sobre y dentro había una foto mía tomada por ellos en la noche de mi desgracia. Al llamarlo me citó para esa noche en un apartamento en el Parque Central muy cer-ca-no a mi lugar de trabajo. Asistí a la reunión, me mostraron una serie de 4 fotos en las que yo en actos apare-cía homosexuales con ellos. Me indicaron que habiéndolos yo abandonado por 2 años consideraban terminado su compromiso de guardar silencio y estaban dis-puestos a entregar a mi jefe y compañeros de trabajo y universidad copias de las fotos. Sentí que el mundo se me derrumbaba y tratando de evitarlo pregunté que podía hacer para que me devolvieran las fotos. Me exigieron una cantidad elevada de dinero, más de lo que yo tenía ahorrado, les dije que eso no era posible y les mostré mi libreta de ahorros y dijeron que eso les servía como inicial pero que me daban tres meses para cancelarles el resto. Deje de comer al medio día para ahorrar, busque realizar trabajos extras, solicité préstamos a familiares, a amigos y a la empresa donde trabajaba. Mi jefe me llamó para preguntarme que problema tenía, porque me notaba un tanto distraído, le mentí diciendo que estaba muy preocupado por conseguir dinero para una operación de mi madre y que aún no alcanzaba a reunir. Me dijo que podía adelantarme el monto que me iba a corresponder al entrar en vigencia la modificación del régimen de prestaciones sociales y que aparte de eso podía autorizarme un aumento del prés-tamo. Habían sido 3 meses de agonía, pero había logrado reunir el monto acor-da-do. tomé el dinero y se los llevé. Me sentía feliz, me había liberado de ellos. Que equivocado estaba, me recibieron el dinero y me entregaron las copias y los origi-nales de las 4 fotos, pero cuando me disponía a salir me indicaron que faltaba can-celarles los intereses por no haber pagado de contado, y me mostraron una quinta fotografía donde aparecía muy clara y nítida mi cara con una verga dentro de mi bo-ca mientras era penetrado por otra verga por el culo. Me indicaron cuanto era el sal-do de mi cuenta y cuanto que debía cubrir semanalmente, cada viernes, para evitar que ese saldo se incrementara. El mundo se me derrumbaba de nuevo, no tenía de donde sacar más dinero, lo que podía ahorrar de mi sueldo era insuficiente para cubrir la cuota semanal que se me había impuesto. El viernes, temprano en la mañana, me llamó uno de ellos, Eduar-do, para exigirme el pago de la cuota, le dije que todavía no la tenía completa pero que esperaba tenerla para esa tarde. Me dijo que él me podía ayudar, que pi-diera permiso en el trabajo y me fuera de inmediato al apartamento de Parque Cen-tral. Dije a mi jefe que iba para hacerme un examen de compatibilidad de sangre para la supuesta operación de mi madre, no sólo me dio permiso para ir sino que me dijo que me tomara la tarde si me era necesario. Al llegar al apartamento, me abrió la puerta un chico rubio de unos 20 años, que yo no conocía, dijo llamarse Randy, que estaba al tanto que yo iba a ir, y llamándome por mi nombre me dijo que me fuera bañando y me colocara un boxer de licra azul y que esperara en esa habitación hasta que Eduardo regresara. El se veía recién duchado y con un boxer de licra rojo. Me dijo que Eduardo le había dado esas instrucciones para mí y que me apurara que pronto llegaría otros dos chicos y había un solo baño en esa parte del aparta-mento. Estando en la ducha entraron desnudos al baño dos muchachos uno blanco bronceado que se me presentó como Aldo y el otro moreno, que dijo llamarse Darío, de cuerpo atlético y con una verga que aún estando flácida lucía descomunal. Sin esperar que saliera se introdujeron a la ducha diciéndome que ya la gente llegó. Apenas se mojaron un poco y secándose a medias se colocaron un boxer de licra verde claro y uno blanco. Al salir del baño nos esperaba Eduardo indicándonos que en la sala nos esperaban cuatro alemanes y que el nos llamaría uno por uno para irnos presentando, que ellos estarían sentados en sillones muy bajos de forma que sus caras estarían a la altura de nuestros culos y genitales, por lo que al pasar a frente a cada uno de ellos de-bíamos acercar ambas cosas a las caras, y nos recomendó que mientras él nos lla-maba tratáramos de exitarnos para aumentar el tamaño de nuestro bulto y hacerlo más interesante al cliente. Dirigiéndose a mí me dijo: Reinaldo con esto puedes sal-var la semana y dirigiéndose a los otros les dijo ayúdenlo que él es nuevo en esto. De inmediato Aldo comenzó a indicarme como me debía mover en forma insinuante y Darío comenzó a frotarme el miembro a través de la licra logrando producirme una incipiente erección. Randy contribuyó a mi presentación introduciendo su manos en el interior de mi boxer y acomodando mi verga hacia arriba de forma que se destaca-ran tanto ésta y como las bolas. Aldo propuso que hiciéramos un pote común con las propinas y nos las repartiéramos en partes iguales, los demás estuvimos de acuer-do. Fuimos llamados a desfilar ante los clientes, primero individualmente y luego todos juntos, pasamos una hora desfilando y dejándonos tocar por encima de la licra. A todos se nos fue provocando una erección que a su vez excitaba a los clientes. Eduardo luego les pidió indicaran a cual de nosotros subastaba primero. Tres de ellos se pronunciaron por Darío, el tamaño de su verga los impresionaba. Luego fue subastado Aldo, luego yo y por último Randy. Sorprendentemente el precio que pa-garon por mi superó al pagado por Darío. Mi comprador me explicó luego que en su país es muy común conseguir chicos rubios, ojos azules como Randy y que el pagó por mí para tener un chico exótico. Cada uno de nosotros fuimos con nuestro comprador a las diferentes cámaras nup-ciales. Gunther, mi dueño, era un hombre de unos 50 años, muy atlético blanco con abundante cabello gris. Me pidió le desnudara mientras él me besaba y manoseaba todo mi cuerpo. Una vez desnudo me dijo que me explicaría en detalle las diferentes cosa que quería le hiciera. Como su español era muy limitado me entregó una lista escrita de instrucciones, que aún conservo: Recorrer con la lengua el siguiente trayecto, el anillo alrededor del culo, luego hasta la base del escroto, luego introducir las bolas, una por una, en la boca; proseguir con la lengua recorriendo todo el cuerpo del pene culminado en la cabeza e introdu-ciendo la punta de la lengua a través del orificio del prepucio. Luego realizar todo el recorrido en sentido contrario terminando con la introducción de la punta de la len-gua en el culo. Se tendió de espaldas y me hizo montar sobre el en sentido inverso, así él tenía acceso a mis genitales y culo, todavía protegidos por la licra. En esa po-sición mi lengua realizo este recorrido de ida y vuelta. Perdí la cuenta del número de veces que tuve que hacer el recorrido para lograr que el considerara que tenía la verga suficientemente erecta, igualmente perdí la cuenta de los golpecitos que daba a mis bolas cada vez que yo llegaba a su culo y de las nalgadas que me propinaba cuando llegaba a tocar la cabeza de su verga. Cuando lo consideró me pidió me-tiera su verga en mi boca y la recorriera con mi lengua. Yo sentía como su verga se-guía creciendo dentro de mi boca. Luego me pidió abriera bien la boca para que me tragara su enorme verga. Cuando tuve adentro toda su verga, con un movimiento atlético y en fracción de segundo adoptó una posición de yoga estando acostado, cruzando sus piernas sobre mi cabeza y aprisionándola impidiendo todo movimiento. Al pre-sionar mi cabeza hacia abajo sentí como su verga chocaba con mi garganta y traspasaba mi campanilla. Estando en esa posición me bajó el boxer de licra enrollándolo hasta las pantorrillas, introdujo sus brazos y su cabeza entre mi piernas logrando inmovilizarme totalmente ya que la licra enrrollada ataba e impedía el movimiento de mis piernas. El en cam-bio tenía libres sus manos para tocarme y su cabeza estratégicamente posicionada frente a mi culo y mis genitales para hacer con ellos lo que quisiera. Y eso hizo, me masturbó, cuando sentía que salía el precum, se detenía, me daba nalgadas, me mordía las bolas, me limpiaba con su lengua, me lamía el culo, me introducía la len-gua en él, me introducía los dedos en el culo. Mediante movimiento de sus piernas hacía que mi cabeza se moviera sobre su verga hasta que se vino dentro de mi gar-ganta. Luego sin soltar mi cabeza comenzó a trabajar sobre mi verga para que esta creciera en la medida que la de él perdía tamaño. Cuando la consideró lo suficien-temente grande quitó sus piernas de mi cabeza y me ordenó lamiera su culo e intro-dujera mi lengua en él y luego que le metiera mi verga. Era la primera vez que yo me cogía a un hombre. Lo que pasó luego, vendrá en próximo capítulo reinaldo-v@usa.net

###

7 Gay Erotic Stories from Reinaldo

Autobiografía Gay (epílogo)

Hola amigo lector, Gracias por haber leído mis escritos y los elogiosos comentarios que sin duda tienes. Si bien trato de no destrozar el idioma cuando escribo, disto mucho de ser un novelista o algo parecido. La historia es verdadera, lo único es que omití detalles, cambié nombres, edades, lugares y circunstancias, con el sólo propósito de hacerla leíble y atractiva

Autobiografía Gay, Part 1

La lectura de las narraciones de Men on the Net me han animado a escribir mi auto-biografía gay. Todos los hechos que contaré me han sucedido, son absolutamente verdaderos y no están salpicados de ningún intento de novela; los narro tal como me acontecieron. Mi nombre es Reinaldo, soy un chico venezolano de 23 años, blanco, alto, delgado, cabellos castaños, ojos verdes. No

Autobiografía Gay, Part 2

Acababa de cogerme a un hombre. Además, era un hombre mayor, que podría ser mi padre. Nunca por mi mente había pasado la más vaga idea de que eso podría sucederme alguna vez. De repente comenzaron a aflorar en mi mente imágenes de mi vida pasada: me vi escondido en el vestuario espiando a los chicos desnudos; reviví la noche de horror cuando fui descubierto por 4 de ellos que luego

Autobiografía Gay, Part 3

Jotauve, mi jefe, había descubierto que yo me había pasado el fin de semana encerrado con el alemán, en una habitación del Hotel Hilton. El sospechará lo que quiera pero no me lo podrá nunca probar. Acaso creerá que yo me fui para el Hilton desde la mañana, cuando le pedí permiso para ir a hacerme los exámenes de laboratorio. Eso debe ser, porque si no creyese eso no me hubiera

Autobiografía Gay, Part 4

AUTOBIOGRAFIA GAY - 4 Ya todos conocen todos los aspectos trágicos de mi vida sucedidos antes de que descubriera la felicidad de convivir con el mejor hombre que he conocido J.V. España, o Jotauve como todos le llamaron. Hombre leal, fiel, con increíble sentido de la amistad. Jotauve fue mi jefe, mi amigo, mi compañero y mi amante. Digo fué porque un cáncer repentino

Caballo Viejo

Cuando se alcanza cierta edad y se deja de ser un potrillo brioso y atractivo, solicitado por parejas para todo tipo de encuentros; uno tiene que aprovechar la más mínima oportunidad que se le presenta. Ya no se puede ser selectivo a la hora de conseguir pareja. Es necesario sacar a relucir la experiencia y usar todo el poder de convencimiento para aparearse con un buen ejemplar.

Por Curioso

A los 18 me atraían los chicos bellos, mayores que yo. Recuerdo que después de la actividades deportivas, solía quedarme en el vestuario espiando a los chicos desnudos en las duchas y los vestuarios. El sólo ver me excitaba. Creía hacerlo muy discretamente y que nadie lo notaba desde mi escondite. Estaba equivocado, cuatro chicos del último año de bachillerato me habían pillado y

###

Web-01: vampire_2.0.3.07
_stories_story