Gay Erotic Stories

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Autobiografía Gay, Part 2

by Reinaldo


Acababa de cogerme a un hombre. Además, era un hombre mayor, que podría ser mi padre. Nunca por mi mente había pasado la más vaga idea de que eso podría sucederme alguna vez. De repente comenzaron a aflorar en mi mente imágenes de mi vida pasada: me vi escondido en el vestuario espiando a los chicos desnudos; reviví la noche de horror cuando fui descubierto por 4 de ellos que luego me ser azotaron, depilaron y violaron; se repitieron en mi mente las decenas de veces que por chantaje había tenido que satisfacer sexualmente a mis violadores; experimenté de nuevo el terror que sentí cuando después de creerme librado de mis violadores fui localizado por ellos y ser nuevamente sometido a chantaje; sentí de nuevo la angustia de buscar dinero para comprar las fotos que me habían tomado en aquella noche de horror; y ver como no lograba reunir la suma que me era exigida. La angustia debe haberse reflejado involuntariamente en mi rostro, porque Gunther, mi dueño, el hombre que había pagado por mi, para que me lo cogiera, lo notó. Tomándome por la cabeza y mientras jugaba con mis cabellos, me dijo: - Que te pasa muchacho, acaso no disfrutaste? Al mencionar disfrute vinieron a mi mente las escenas de sexo con prostitutas a las que me llevaba mi padre, yo disfrutaba con ellas, pero comparando ese disfrute con lo que me acababa de ocurrir caí en cuenta que eran sensaciones distintas. Las prostitutas fingían para que yo disfrutara, en cambio, este hombre disfrutaba haciéndome disfrutar. Después de meditar unos instantes le contesté: - La verdad es que aunque me dejó doliendo la garganta y el cuello, si disfruté. Lo que me pasa es que yo nunca había creído que me cogería a un hombre y usted ha sido el primero. Eso me tiene confundido y me han venido a la mente escenas de toda mi vida. El ya se disponía a salir de la habitación, ya había abierto la puerta. De pronto se devolvió y sacando de su cartera una tarjeta y un billete de cien dólares, me los dio, diciéndome: - Esta noche a partir de las siete estaré esperándote en el hotel, estoy en la Suite 1402 del Hilton Al salir al vestíbulo ya estaban allí los otros esperándonos, cada uno de los alemanes entregó a Eduardo, mi verdugo y encargado de este burdel masculino, la suma que habían ofrecido por cada uno de nosotros. Uno de los alemanes sacando un billete de cien dólares dijo creo que los muchachos se han ganado esta propina, todos los otros lo imitaron, incluyendo a Gunther que ya me había dado cien dólares a mi. Al retirarse los alemanes, Eduardo comenzó a pagar a cada cual lo suyo. Entendí que el trato era que lo cobrado en la subasta se dividía en partes iguales entre el muchacho y él. Cuando llegó mi turno, me dijo: - Reinaldo: saliste bien, con lo de hoy pagaste los intereses de la semana y te sobró esto. Ya sabes como es la cosa. Te avisaré cuando se presente otra oportunidad y me pidan un chico de tus características. La rabia acumulada contra mis violadores hizo explosión en ese momento, le escupí la cara y me le fui encima con ganas de matarlo, a lo mejor lo hubiera hecho los otros muchachos no me agarran y me sacan del apartamento. Cuando salía Eduardo irónicamente me gritó: - No te preocupes, no te guardo rencor. Tu volverás, esta siempre será tu casa. Los muchachos se portaron muy bien conmigo, todos ellos habían sufrido situaciones parecidas que les habían llevado a practicar la prostitución masculina. Me brindaron cerveza, me dieron recomendaciones y consejos sobre lo que debía y no debía hacer. Pero sobre todo me dieron muestra de solidaridad y de calor humano. Eso se los agradeceré por siempre. Decidí meterme en el cine de Parque Central para hacer tiempo, hasta la hora de reunirme con Gunther en el Hilton. La película debe haber sido muy mala porque me quedé dormido. En sueños me veía cogiéndome a mi padre y a éste mamándome la verga. En otras escenas yo llevaba a mi padre a un burdel donde chicos se lo cogían y lo obligaban a mamarles las vergas. No se que explicación dará un psicoanalista a estos sueños. Al despertarme me fui caminando hacia el Hilton, llegué faltando un cuarto de hora para la hora convenida. En varias ocasiones me acerqué a los teléfonos internos para llamar a la habitación de Gunther, pero no me atrevía a llamar. Me decía: todavía es temprano. En una de esas idas y venidas sentí que una mano me tomaba del hombro. Era Gunther, al entrar al lobby del hotel me había visto y seguido hasta los teléfonos. Como había otras personas cerca, me dijo en voz muy baja: - Sube al piso 14 y me esperas. y subiendo el tono de voz, de forma que todos le oyeran dijo: - Perdón señor que le haya tropezado, ¿está Usted bien? Yo sin contestar me dirigí hacia los ascensores mientras el se quedó simulando hablar por los teléfonos. El ascensor que me tocó en suerte se detuvo en cada uno de los pisos, en cambio a él debe haberle tocado uno expreso, pues cuando se abrió la puerta en el piso 14, allí estaba Gunther esperándome para conducirme a su suite. Apenas entramos a la habitación, me tomó fuertemente con sus dos manos por los hombros y me dijo: - Mírame a los ojos y contéstame: ¿Es verdad lo que me dijo que yo soy el primer hombre que has cogido? Le dije: - Si, es totalmente cierto. Entonces abrazándome me dijo: - Tú eres el primer y único hombre que me ha cogido. Abrió el frigobar y destapó una botella de champagne. Y dándome una copa dijo: - Brindemos por esta relación que el destino nos ha deparado. De ahora en adelante hay un lazo que nos une y que ya nadie podrá destruir. Siempre habremos sido el primer hombre de cada uno. Yo habré sido tu primer hombre y tú el primero para mí. Y te aseguró que probablemente no habrá más. Me extrañó esta aseveración final. Me explicó que él era una persona casada, con hijos y que llevaba una vida muy correcta en Alemania, que nunca había tenido ningún tipo de inclinación homosexual. La noche anterior la habían pasado bebiendo y jugando cartas. Alguno planteó la idea de divertirse con unos chicos, y llamó a Eduardo, quien muy solicito se presentó al hotel con un album de fotografías. Les dijo que podían escoger del album o indicar las características del chico que quisieran. Gunther me dijo que él en medio de los tragos comenzó a describir un chico con características imaginarias. Eduardo le aseguró que el tenía uno que reunía todas las características y se lo tendría para él en una hora en el apartamento de Parque Central, muy cerca del hotel. El mismo vendría por ellos y los llevaría al sitio. Gunther me dijo que después de haber sido el único en especificar un modelo de chico, se sintió obligado a acompañar a sus compañeros, y a experimentar como un chico realiza las tareas sexuales de una mujer, y por eso me hizo lamerle el cuerpo, el culo y los genitales hasta lograr una buena erección, luego me introdujo la verga en la boca, eyaculando en mi garganta. Me dijo que al ver la erección que me habían producido al masajear mi próstata con su dedo le surgió la idea de probar que se sentía siendo cogido. Me dijo que había pasado todo el día con cierto remordimiento, a veces pensaba que había tenido relaciones con su hijo. Le dije que a mí me había sucedido lo mismo, y le conté de estar cogiéndome a mi padre. Me dió otra copa y me dijo que brindáramos por no ser padre e hijo. Me preguntó si tenía Sida o alguna enfermedad venérea que pudiera haberle transmitido, ya que no habíamos utilizado condom. Le dije que era negativo y que a pesar de haber estado en burdeles nunca había contraido ninguna venerea. Me preguntó si yo era asiduo al apartamento del Parque Central y le dije que era la primera vez que iba y que me había obligado a ir. Me pidió le contara mi historia. La escuchó atentamente y al final me dijo: - Reinaldo, no te preocupes, en menos de un cuarto de hora tienes resuelto tu problema. Tomo el teléfono hizo una llamada hablando alemán, anotó un número y luego volvió a discar el telefono, al contestarle preguntó por Eduardo. Al tomar este la bocina le dijo: - Me gustaría llevarme para Alemania fotografías grandes del chico de la licra azul, Reinaldo, que estuvo conmigo esta mañana. Eduardo debe haberle dicho que si tenía, ya que le contestó: - Muy bien tráigame las copias para el avión y los negativos para ampliarlas en Alemania. Estoy de acuerdo con el precio que pide, pero tiene que traerlas de inmediato al hotel, ya que tengo una cena fuera y mi avión sale muy temprano. Lo espero en un cuarto de hora. Al llamar por el teléfono interno Eduardo, le indicó subiera a la habitación y me dijo que estuviese en el baño, espiando sin que me viera. Eduardo entró confiado a la habitación y entregándole un sobre le dijo: - Le había dicho que tenía dos negativos con sus respectivas copias, pero conseguí tenía un tercer negativo sin copia ya que no es tan nítido como los otros y la cara está algo tapada, si lo quiere se lo doy por la cantidad que usted crea prudente. Gunther tomo las fotografías y se dirigió con los negativos a la lámpara de mesa para examinarlos detenidamente, le dijo a Eduardo: - Están excelentes, hay que felicitar al fotógrafo. Usted está seguro que no tienes más fotografías del chico, yo le compraría todas las que tuviese. Eduardo le aseguró que no tenía más ninguna. A esto Gunther, guardó las fotos en su portafolio y dijo que sólo le faltaba pagar. Luego dijo que no tenía completo el pago y le pediría a uno de sus amigos le llevara dinero. Hizo una llamada, hablando en alemán y le ofreció a Eduardo un trago mientras llegaba el amigo. Ofreció asiento a Eduardo de espaldas a la puerta, abriendo el cortinaje para que pudiera admirar el paisaje. Le sirvió un whisky y le dijo que el se prepararía uno para él, tomo una botella y con ella le dio un golpe en la cabeza a Eduardo. Este aturdido por el golpe no atinó a levantarse cuando recibió una patada el pleno rostro seguida de una serie de puñetazos que terminaron por noquearlo. Le hizo tragar ron y le salpico la ropa con esa bebida, abrió las gavetas de la cómoda y dsipersó papeles que tenía en el portafolio. En ese momento tocaron a la puerta, era el amigo que había llamado que venía acompañado de personal de seguridad del hotel. Gunther dijo que al llegar a la habitación había sorprendido a Eduardo, tratando de robarle pero que como estaba bebido había podido dominarle. Los guardias se llevaron a Eduardo esposados y muy contentos porque el huésped alemán les había dado una buena propina para que no lo implicaran con la policía en el hecho pues él no podía perder tiempo dando declaraciones. Cuando quedamos solos me entregó las fotografías, pidiéndome disculpas porque me había ofrecido resolver mi problema en un cuarto de hora y había tardado 25 minutos. Ambos soltamos una carcajada. Me pidió le ayudará a recoger los papeles y la ropa que había regado simulando el robo. Mientras realizábamos esta tarea, me dijo: - Reinaldo, ya eres un hombre libre, puedes rechazar o aceptar lo que te voy a proponer, no te sientas por ningún motivo comprometido conmigo, no creas que lo que te voy pedir es en pago de las fotos. Me ofenderías si así lo pensarás. Yo voy a estar dos días más en Caracas, y me gustaría pasarlos contigo. Me quedé viéndolo y pensando como decirle que sí, sin denotar el agradecimiento que sentía. Lo que se ocurrió fue decirle: - Está bien, pero con dos condiciones: la primera que no maltrate mi cuello como lo hiciste esta mañana, yo quiero llegar con cabeza al lunes; y la segunda que te afeites los pelos de la verga, de las bolas y alrededor del culo porque no me gusta sentirlos cuando te paso la lengua. Me abrazó, diciéndome : - Condiciones aceptadas. De allí salimos al baño a rasurarnos mutuamente, probando con la lengua, después de cada pasada de la afeitadora, si se sentía algún vello. Desde esa noche del viernes hasta la mañana del lunes estuvimos sin salir de la habitación, el servicio de piso nos llevaba la comida, acariciándonos, mamándonos y cogiéndonos mutuamente, en todas las posiciones imaginables. La verdad es que yo estaba realmente feliz, nunca hubiera creído que tener sexo con un hombre maduro podía ser tan reconfortante. El lunes temprano nos despedimos el tomó un taxi para el aeropuerto, y yo me dirigí a la oficina. Al llegar me encontré a la secretaria en la puerta, me dijo que el jefe le había indicado decirme que tan pronto llegara fuera a su despacho. Así lo hice, y no había traspasado la puerta cuando me preguntó: - Reinaldo, como resultó en el examen de sangre el viernes? Atiné a decirle: - Muy bien jefe, gracias Cuando me increpó: - Lo que no sabía es que en Hotel Hilton hay un laboratorio hematológico, pues le vi conversar al lado de los teléfonos, con un señor, de aspecto extranjero, y dirigirse de inmediato a los ascensores. Yo sentí curiosidad y seguí a su amigo a los ascensores y alcanzamos llegar antes que Usted al piso 14, el se quedó frente a los ascensores esperándole, mientras yo me ocultaba a espiar. Vi como su amigo le recibió y entraron juntos a la 1402. Usted comprenderá que es mi deber interesarme por la salud de mis empleados, así que dándole una buena propina al Jefe de Botones del Hotel, me han informado que Usted estuvo hospitalizado todo el fin de semana e incluso me dieron el listado de la comida que llevaron a la habitación. Incluso me comentaron algo de un intento de robo en la habitación, del cual no pudieron darme mayores detalles porque el personal de seguridad fue hermético con ellos al respecto. Yo tengo mis sospechas acerca de lo que pasó, pero Usted tendrá que darme una explicación clara y detallada al respecto. No ahora, pues tengo una reunión fuera de la oficina. Quizás esta tarde después que se vaya el personal podríamos quedarnos y charlar al respecto. Sólo alcance a decir: - Muy bien Jefe. Esta tarde le explico todo. Tenía por delante unas horas para pensar que decirle a Jotauve, nombre con el que cariñosamente llamábamos al Jefe. Reinaldo-v@usa.net

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Web-01: vampire_2.0.3.07
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