Gay Erotic Stories

Yo tenía 19 años y estaba fuera de casa estudiando. Ese año fui a casa a pasar las vacaciones de verano y coincidió con el fallecimiento de Ramón, nuestro mayordomo. Él había sido mayordomo en casa de mis abuelos maternos y cuando mi mamá se casó él se vino a trabajar a nuestra casa. Lo sentí mucho porque era como de la familia. Durante 1 año estuvimos sin mayordomo y mis padres contrataban algunos empleados temporales para realizar algunas de las labores que él hacía. Una mañana me despertaron a las 8 de la mañana como lo pedí. No tenía escuela ni trabajo qué hacer pero quería ir al parque a correr, o mejor dicho, a admirar a los corredores y flirtear con ellos. Me despertó la brillante luz del sol matutino cuando abrieron las cortinas de mi cuarto. Nunca lo había visto antes, era un muchachito indio. Le pregunté quién era y me contestó en un español muy quebrado - obviamente era un indio del sur, pero completamente rural, como dicen "recién bajado del monte a tamborazos" - y dijo: "Soy Benjamín". Le pregunté cuántos años tenía, ya que inmediatamente planeé seducirlo pero no quería tener problemas por meterme con menores de edad. Me dijo que tenía 18 años. Se veía mucho mejor, ya que era muy chaparro, como 5 pies nada más, a lo sumo pesaba unas 95 libras, pero su cuerpo estaba bien proporcionado y tenía cuerpo musculoso, además de un culito bien formado. Le dije: "Te voy a llamar Ben, ¿está bien?". El dijo que sí. Ben traía la charola con mi desayuno y antes de que me lo diera, yo me estiré para acabar de despertar. Yo estaba desnudo y me cubría sólamnete una sábana, y tenía una erección, así que mi verga circuncidada de 8 1/2" de largo y 2" de grueso formó una tienda de campaña bajo la sábana. Ben lo notó y se sonrió disimuladamente, pero yo noté que se había fijado. Entonces empecé a mover mi verga arriba y abajo y la tienda de campaña se movía. Le dije a Ben: "¿Qué será lo que hay debajo de la sábana?". Él sólo echaba una risita nerviosa, pero me di cuenta que se estaba excitando, y sus jeans dejaban ver un bulto que crecía y movía. Él se acercó a darme la charola con el desayuno y yo aproveché para rozarle el bulto y le dije: "Tú también tienes algo que se está moviendo". Él se sonrió y se fue. Pensé que la mejor hora para tratar de seducirlo era la mañana cuando me llevaba el desayuno. Mi papá se iba al club a las 7:30 para jugar tennis y luego a trabajar a las 9; mi mamá no se dejaba ver sino hasta que estaba completamente arreglada, maquillada, peinada y vestida, como a las 10:30; y mis hermanos se iban a la escuela a las 7:30. Fui a "correr" al parque, ligué con un señor como de 35 años que me seguía, e hice cita con él para la noche. Pasé el resto del día en mis shorts, sin ropa interior, leyendo y paseándome por el jardín pasra ver a Ben mientras lavaba los carros o arreglaba el jardín, con el torso desnudo. Era morenísimo, casi color chocolate, con pelo lacio y parado como erizo, nada guapo, nariz ganchuda, pero tenía algo de sex-appeal primitivo y rústico que me excitaba. Yo me senté en una banca del jardín, con una pierna levantada doblada, con el pie apoyado sobre el asiento de la banca, así que mis huevos podían ser vistos, así como mi verga. Ben trabajaba lavando mi coche y me miraba de reojo; yo me sobaba la verga y a veces hasta me la masturbaba un poco y yo notaba cómo él se interesaba e inmediatamente se le abultaba el paquete en sus jeans. Me paré cerca de donde él estaba trabajando y cada vez que él pasaba donde yo estaba rozaba su cuerpo contra el mío y yo a veces le daba una palmadita en la espalda o le tocaba los bíceps y le comentaba qué fuerte era. A la mañana siguiente Ben entró mi recámara con mi desayuno y yo ya me había despertado y estaba acostado boca arriba completamente desnudo, con mi verga parada como un mástil. Ben abrió la cortina y al hacerse la luz en mi cuarto se quedó boquiabierto mirándome. Yo le pregunté qué miraba y él se reía y me dijo: "Tu vergo". Le dije: "Habla bien, se dice verga, no vergo". Yo no me cubrí, empecé a acariciar mi cuerpo y a masturbarme frente a él. Ben estaba fascinado mirándome. Me dijo: "¿Qué haces?". Le pregunté: "Una puñeta, ¿no sabes cómo hacertelas?". Me dijo que no, y le dije: "Si quieres te enseño, pero haces todo lo que yo te diga, ¿sí?". Él asintió con la cabeza, sin dejar de mirar mi pene erecto y turgente. Le dije que pusiera el desayuno sobre una mesa y cerrara la puerta. Le dije que se acercara y él se paró junto a la cama. Le empecé a tocar el bulto. Le pregunté: "¿Tienes una verga tan grande como la mía?". Él dijo: "No tan grande, la tuya es muy grandota". Le empecé a sobar la verga a través del pantalón; al principio se resistió pero luego me dejó hacer, excitado y complacido. Le bajé el zipper y la saqué la verga. Tenía como 7 pulgadas de largo, sin circuncidar, y de buen grosor. Estaba completamente erecta debido a mis manipulaciones y caricias. Le bajé el pantalón y los calzoncillos y sobé sus huevos, no muy grandes pero sí llenos y colgantes, como pequeñas ciruelas. Le dije: "Hoy te voy a enseñar a hacer puñetas, y si quieres otro día te enseño otras cosas más ricas". Me senté al borde de la cama, con las piernas muy abiertas, y le dije, ven siéntate aquí en la cama conmigo para enseñarte. Ben se sentó entre mis piernas y obviamente sobre mi verga, pero no se la metí, sólo por fuera. Le dije: "¿Sientes mi verga? ¿Sientes rico?". Él dijo: "Sí, me gusta sentir vergos en el culo. El padre de la iglesia en mi pueblo a veces me castigaba cuando hacía alguna travesura, me bajaba los pantalones y calzones y me daba unos azotes con la cuarta, y después me sobaba con su verga parada". Yo pensé que era una ventaja que Ben ya había tenido algunos contactos homosexuales. Le pregunté si el párroco le había metido la verga y dijo que no, que sólo le sobaba las nalgas con su verga. Mientras Ben estaba sentado sobre mi verga yo la hacía palpitar y él me dijo que le gustaba. Entonces le expliqué cómo masturbarse agarrándole la verga y sobándosela, remangándole el prepucio y bombeando su verga hasta que él dijo: "Siento algo muy raro, como que me va a salir algo de la verga". Le dije: "Sí, te va a salir la leche, déjame te la saco, para eso se hace la puñeta, se siente muy rico cuando te sale la leche". Le bombeé la verga con mucha fuerza y velocidad hasta que empezó a salir el chorro de semen, como hasta 6 pies de distancia, sobre la alfombra. Le dije: "Vas a tener que lavar bien con jabón y agua". Él no respondió, estaba exhausto, saboreando el orgasmo. Le dije: "Ahora ya sabes puñetear, ¿te gustó? Puedes hacértelo cuando quieras". Él dijo que sí y me ofreció hacerme una puñeta. Yo acepté de mil amores, le dije, ahora tú siéntate y yo me pongo al frente para que lo hagas. El se sentó y ya tenía la verga parada otra vez. Yo me senté frente a él pero frente a frente, y acomodé mi cuerpo para quedar sentado sobr su verga, con mi verga entre los dos. Metí mi mano debajo de mis nalgas y acomodé la punta de su verga entre mis nalgas, sin embargo no me ensarté la verga, era demasiado para la primera vez. De inmediato su verga empezó a palpitar y yo sentía mucho placer por el tacto con ese miembro pulsante. Entonces Ben agarró mi pene y empezó a acariciarlo y bombear. Yo le decía que también lo frotara con su cuerpo, así que él me abrazó y frotaba la verga con nuestros cuerpos, con su estómago y el mío, ambos planos y con forma de lavadero. La volvió a coger y sobar y bombear, le dije que me sobara los huevos y así lo hizo. No pude aguantar más y me vine, mojando su estómago y pecho y el mío con mi esperma y Ben al mismo tiempo se vino otra vez, depositando su chorro de semen entre mis nalgas, pero sin llegar al orificio del culo. Le dije a Ben que limpiara el desorden y nos bañáramos juntos. Él entró a mi baño y sacó un trapo para limpiar y un balde con agua. Limpió el semen de la alfombra y de la cama, así como el de nuestros cuerpos. Nos metimos a la regadera juntos y le dije que me enjabonara y luego yo lo enjaboné a él y froté mi cuerpo contra el suyo. Jugamos a que yo era el cura del pueblo y le daba unas nalgadas y después le sobaba las nalgas con mi verga parada. Le dije que él me hiciera lo mismo y le gustó el juego. Cuando Ben se retiró de mi cuarto a sus quehaceres, desayuné, me vestí y fui al parque. Allí me encontré con dos muchachos que querían sexo, nos metimos entre los arbustos y les mamé las vergas a ambos y luego me los cogí. Regresé a la casa para la comida y después fui a una fiesta. Ben estaba ocupado en el jardín y luego mi mamá lo puso a pulir la plata. Lo vi de lejos y me sonrió. A la mañana siguiente yo estaba boca abajo, desnudo, cuando Ben entró a mi recámara. Después que abrió las cortinas le dije: Súbete encima de mí y dame masaje, estoy cansado de la fiesta de anoche. Él se montó sobre mí y le dije: "Así no, desvístete primero". Ben se desnudó por completo, se montó en mí, con sus nalgas sobre las mías y empezó a sobarme los músculos de la espalda y la nuca, brazos, nalgas y piernas. Yo me excité muchísimo y le dije que frotara su cuerpo contra el mío y eso me dio mucho placer. Le dije que se acostara sobre mí y pusiera su verga entre mis nalgas y él lo hizo y yo le di masaje con mis glúteos y eso le gustó mucho. Pero no quería que se viniera porque tenía otros planes para esa mañana. Le pregunté: "¿Alguna vez te han mamado la verga?". Él dijo que no. Le pregunté si se dejaría mamar y me dijo que sí, pero que no lo fuera a morder. Lo acosté boca arriba le dije que abriera bien sus piernas y empecé a acarciarle los muslos, el estómago y la verga y los testículos. Pronto estuvo completamente excitado. Entonces se retiré el prepucio, le limpié la verga con la sábana, ya que no me gusta cómo se sienten pegajosas las vergas sin circuncidar. Entonces me metí su verga en la boca y empecé a chupar, subía y bajaba la cabeza para frotarle la columna de la verga, le lamí el glande y los huevos, y Ben estaba frenético de placer, me acariciaba el cabello y los hombros y yo trataba de meterme la verga hasta la garganta. Entonces se vino en mi boca y yo tomé todo su semen. Él estaba radiante de placer y dijo que era lo mejor que jamás había sentido. Le pregunté si quería hacérmelo a mí y primero como que sintió repugnancia, pero la curiosidad mató al gato. En menos que canta un gallo ya tenía me verga metida en la boca. Yo estaba parado junto a la cama y él sentado y empecé a empujar mis caderas para "cogerme" su cara, con mucha fuerza. Él tenía dificultad para acomodar mis 8 1/2 pulgadas en su boca, pero al cabo de unos minutos ya estaba dándome el servicio completo como yo le había enseñado. Entonces me vine en su boca y le apreté la cabeza contra mi cuerpo para que no se retirara. No tuvo más remedio que tragar, pero al parecer le gustó. Le dije: "De una vez te voy a enseñar a coger, ¿quieres?". Él me dijo que sí. Le dije: "Primero te cojo yo a ti para que veas cómo se hace y después me lo harás tú a mí". Me acosté boca arriba y le dije que se sentara sobre mis muslos, viendo hacia mí. Nuestras vergas estaban juntas, las agarré con las dos manos y las empecé a puñetear juntas, para excitarlo. Cuando estuvimos bien excitados me unté vaselina en la verga y me lo cogí de la cintura y lo levanté para bajaarlo y ensartarlocon mi verga. Dijo que le dolía,m así que lo fui cogiendo poco a poco y muy lentamente. Cada vez que movía mis caderas bajo él le metía 1/2 pulgada más hasta que pude vencer la resistencia del esfínter y mi verga se metió hasta adentro como Pedro por su casa. Dijo que dolía mucho, pero seguí cogiéndolo y acariciándolo hasta que empezó a sentir placer, duré más de 1/2 hora cogiéndolo, nunca había aguantado tanto, pero es que lo cogía con mucha lentitud y delicadeza para no lastimarlo. Finalmente me vine dentro de él. Dijo que e gustó pero que dolía, que mejor él me cogería y que prefería las mamadas y puñetas. Su verga estaba enorme por la excitación y no se venía. Se la unté con vaselina, me puse de rodillas y me agaché en 4 patas y e dije: "Párate detrás de mí, o híncate, y méteme la verga". El destacado alumno hizo la tarea con eficiencia y me cogió como le enseñé. Le decía: "Sácala casi toda y métela de un empujón hasta adentro". Así lo hacía, y sentía sus huevitos pegando contra mis nalgas. Se vino como en 2 minutos dentro de mí. Después de eso, ya todo fue practicar, todos los días. Cuando Ben llegaba a despertarme ya no requería de instrucciones, se subía a la cama y empezaba a mamarme o a puñetearme, y yo me despertaba y empezábamos a retozar en la cama. Mi recámara tenía una puerta que daba al jardín, así que en las noches Ben se salía sigilosmente de su cuarto en la casita de los sirvientes y se metía a mi cuarto para acurrucarse junto a mí en la cama. Era un glotón de verga, apenas estábamos a solas y quería tener mi verga en su boca y cuando me venía no dejaba escapar ni una gota de mi semen. Esas vacaciones fueron muy placenteras. Cuando regresé a la universidad supe semanas después que Ben se había regresado a su pueblo y mis padres ya tenían un mayordomo nuevo. En una carta mi mamá me dijo que había visto a Ben en la ciudad, que ahora trabajaba con el cura del pueblo y que habían ido a la ciudad de compras, y que Ben mandaba saludos. Me dijo que ese día ella traía cámara y que Ben le hizo una foto con el cura y una monja amiga de ella. Cuando vi al cura dije: "Wow!". Era joven y guapo, alto, esbelto pero fornido, velludo, rubio y sonrosado. Me pregunté si yo había convertido a Ben al homosexualismo o si él ya había sido iniciado por el cura. Me dije: "Tengo que visitar ese pueblo e ir a saludar al cura, tal vez quiera castigarme como le hacía a Ben". Y así lo hice un año después, fui con un amigo a recorrer la región donde estaba ese pueblo, ya que allí abundan los sitios arqueológicos y yo nunca había visitado esa zona. Pasamos por el pueblo, fuimos a la iglesia y ahí estaba Ben, ya más crecido, como 4 pulgadas más alto y muy contento. Me presentó al padre y éste nos invitó a comer a mi amigo y a mí. Después de la comida, se ofreció a mostrarme la iglesia que era una joya de arte barroco colonial, y entre explicación y explicación yo me le pegué más de lo normal, él respondió, y poco después me mostró su recámara, donde pasamos algunas horas de sexo salvaje y placentero. Afortunadamnte el cura estaba circuncidado y tenía más de 9 pulgadas de verga. En la noche, mi amigo invitó al cura a cenar a un restaurante y obviamente también fueron a otras cosas, ya que mi amigo regresó como a las 2 de la mañana. Mintras tanto,m Ben me visitó en el hotel donde nos hospedábamos, y difrutamos uno del otro varias horas. Nunca volví a ver a Ben, pero me alegro que haya encontrado un buen amante que cuide de él.