Gay Erotic Stories

Habíamos ido de excursión con la escuela a la nieve. Por tres días íbamos a estar esquiando en los Pirineos franceses. Por aquella época, yo tenía 17 años, y ya sabía que me gustaban los chicos, pero nunca había tenido relaciones con ninguno. Lo que no sabía era que me quedaba muy poco para dejar de ser virgen. Dormíamos en una masía acondicionada como casa de colonias, bueno, eso las noches que dormíamos, pues siempre lográbamos escaparnos del control de los profesores y salíamos a la discoteca del pueblo donde estabamos. La segunda noche, estabamos a punto de salir por la ventana cuando se acercó uno de los profesores. Nos escondimos como pudimos en una habitación vacía. Eramos tres chicos y una chica. El profesor oyó los pasos, así que entró en la habitación, que por suerte, no tenía luz. En su interior no se veía nada. Yo me situé lo mejor que pude detrás de unas literas, contra una esquina. De repente alguien vino donde yo estaba. Iba tanteando con las manos por las paredes hasta que fue a tropezar con mi pecho. Siguió el contacto durante unos instantes y fue bajando hasta llegar a la entrepierna, luego se alejó. En aquel momento creí que era Ana, la chica que estaba con nosotros, pues ella quería desde hacía tiempo enrollarse conmigo, así que no le di más importancia. De repente vi la silueta del profesor que sacaba fuera de la habitación a dos de nosotros, y uno de ellos llevaba el pelo largo, luego quien me había acariciado no era Ana, si no Tomás o Javi, los otros dos chicos que estaban ahí. Pensar en que me había estado acariciando un chico provoco un extraño sentimiento en mi interior, pero la idea me excitó. El profesor salió y cerró la puerta pensando que no había nadie. Esperé un rato en silencio para asegurarme que no había nadie fuera de la habitación y me dispuse a salir. Fui tanteando en la oscuridad para no tropezar, pero tropecé con algo blando. No lo podía creer, estaba tocando la barriga de un chico, quien fuera de los dos, Tomás o Javi, estaba completamente desnudo. "¿Quién eres?" Pregunté. No hubo respuesta, se limitó a acercar su boca a la mía y besarme. Aquel beso me transportó al paraíso, nunca hubiera imaginado que besar a un chico iba a ser tan maravilloso. Seguimos con más besos durante un largo rato, hasta que yo también terminé completamente desnudo. Entonces él tomó mi polla, que estaba ya muy dura, y empezó a masturbarme. Yo hice lo mismo con la suya. Estaba dura y caliente, y tenía un tacto agradable. La situación aquella me estaba excitando muchísimo, los dos eran unos chicos muy guapos, aunque de ambos siempre prefería a Tomás, pero el tenía novia, y Javi nunca había tenido novia. Lo más probable es que fuera Javi. Seguimos masturbándonos durante un rato, hasta que yo no pude más y me corrí en su mano. Fue la primera vez que me corría mientras otra persona me masturbaba y fue estupendo. Él seguía sin expulsar su leche. Me tomó con sus manos por la cabeza y empujo hacia abajo. Enseguida supe lo que pretendía y no me resistí, lo hice encantado. Me arrodillé delante de él, tomé su polla con la mano, y me la metí en la boca. Era sensacional, volvía a tener una erección como antes. Él no paraba de gemir, pero sin decir nada, no sabía quien podía ser, pero el misterio todavía me excitaba más. Seguí mamando aquella maravillosa polla hasta que sus gemidos se hicieron más fuertes y continuados. Empezó a ser él quien llevaba el movimiento, introducía su miembro con violencia contra mi boca, con sus manos apretando desde la parte posterior de la cabeza. Por fin dio una última sacudida y agarró con fuerza mi cabeza. Sentí un seguido de descargas en mi boca. Llenó por completo mi boca de semen. Lo mantuve ahí, sin saber si tenía que tragarlo hasta que quitó su polla de la boca. Entonces, se agachó y me besó de nuevo, compartimos su semen. Nuestras bocas chorreaban semen por las comisuras de los labios. Volvió a tomar mi polla en sus manos, pero no hizo falta más que una sacudida para que explotase de nuevo. Recogió todo el semen que pudo con la mano y me lo entregó para que lo lamiera, lo cual hice con mucho gustó. Después de eso, se separó de mi y empezó a recoger su ropa del suelo, mientras yo me limpiaba la cara con un pañuelo. Entonces lo vi salir de la habitación. A contraluz no supe quien era, pero no importaba, lo había pasado genial, al día siguiente ya intentaría descubrir quien había sido. Continuará..... Due to international translation technology this story may contain spelling or grammatical errors. To the best of our knowledge it meets our guidelines. If there are any concerns please e-mail us at: CustomerService@MenontheNet