Gay Erotic Stories

Siendo estudiante y trabajando, a los 20 años he tenido que abandonar muchas cosas pero siempre me negué a que una de esas cosas fuera el gimnasio porque, además de mantenerme en forma, me daba la oportunidad de ver chicos que no están nada mal con ropa ajustada e incluso sin ropa. Para poder seguir con todo esto tuve que cambiar mi antiguo gimnasio por uno que estuviera abierto en la noche hasta por lo menos las 12. Por suerte conseguí uno que estaba solo a tres cuadras de mi casa, con buenas instalaciones y también con buenos tipos. Era Miércoles y ya habían pasado más de dos semanas desde que había comenzado en el nuevo gimnasio y me sentía muy a gusto. Ese día había salido muy tarde del trabajo y recién pude ir al ejercitarme alrededor de las 11:15. Lo hice a pesar de que era tarde porque sabía que el hombre que quedaba encargado se quedaba a hacer ejercicio hasta tarde. Cuando llegue habían seis personas, tres en las duchas y tres en los aparatos. A las 12:10 solo quedábamos tres: el chico que quedaba encargado, un morocho bronceado y musculoso con unos pechos y unos abdominales firmes y lisos que en ese momento estaba vistiendo un short de lycra muy ajustado que dejaba ver que no tenía nada de ropa interior; otro muchacho, rubio y de ojos claros, que yo solo conocía de vista pero que desde el primer momento me había atraído mucho, no solo por tener un cuerpo muy bien formado, sino que porque tenía un bulto espectacularmente deseable; y yo. Los dos chicos se fueron a las duchas y el encargado me pregunto que iba hacer yo porque el se estaba yendo y yo le respondí que terminaba en dos minutos y me bañaba en mi casa que estaba cerca. Luego de decir adiós los dos muchachos se metieron a las duchas. Había terminado ya con mis ejercicios y me disponía a irme cuando recordé que había llevado un bolso por si me podía duchar allí, entonces fui a la zona de los casilleros que estaba pegada a las duchas a buscarlo. Cuando entré había un vapor no muy espeso pero que dificultaba la visión. Fui a los casilleros, saque mi bolso y cuando estaba apunto de irme vi en las duchas una imagen que no voy a olvidar jamás. Los dos chicos que quedaban en el gimnasio estaban abrazados, bajo el fuerte y caliente chorro de agua, dándose un tremendo beso y tocándose a más no poder. Ellos seguramente no me habían visto y yo me resguarde bien detrás de los casilleros en un lugar desde donde tuviera buena visión. No podía creer lo que estaba pasando. Cuando por fin se despegaron pude ver que los dos chicos tenían las pijas totalmente paradas, se miraron y el morocho se agachó, quedando en frente al gran pedazo de su compañero, que no demoró en empezar a chupar con tanto placer que sus gemidos se podían escuchar desde lejos. Yo no podía más. La pija se me saltaba de los pantalones y ya había soltado una gran cantidad de líquido pre-seminal. Por eso opte por sacarla y empezar a masturbarme. Mientras esto pasaba los dos muchachos se habían deslizado hacía el suelo y se las estaban chupando el uno al otro formando un perfecto 69. Los dos tenían formas distintas de chuparla pero ambas eran muy excitantes. El morocho la agarraba con la mano y con un movimiento suave la introducía en su boca jugando con su lengua. El rubio la metía y la sacaba de su boca con un movimiento de cabeza porque tenía sus manos dedicadas al hermoso culito de su compañero; con una mano separaba las redondas nalgas y con la otra introducía su dedo índice y lo sacaba a un ritmo lento. Yo estaba en éxtasis y a punto de acabar cuando los dos muchachos pararon todo y se incorporaron. Debo reconocer que me asusté un poco porque creí que me habían descubierto pero eso no era lo que había pasado. El chico morocho, siempre debajo de la lluvia se ubicó de frente a la pared con ambas manos apoyadas en esta y con las piernas un poco abiertas. El otro muchacho comenzó a enjabonarle el culo y cuando estuvo bien resbaloso le introdujo su enorme verga. Un pedazo de unos veinte centímetros y muy derecho. Al principio el movimiento fue suave pero después de un rato se comenzó a acelerar y ambos empezaron a lanzar gemidos de placer. El chico morocho mantenía sus manos en la pared pero el rubio no paraba de mimar a su compañero; con la boca le daba interminables besos en el cuello y con las manos había empezado a masturbarlo. De repente se alejaron de la pared. Siempre parados y bajo el agua quedaron mirando hacía donde yo estaba y a pesar de que corrí el riesgo de ser descubierto seguí mirando con la pija a punto de explotar. El morocho seguía siendo el penetrado pero ahora tenía sus manos sobre las nalgas de su compañero. El rubio seguía masturbando al otro chico, que luego de unos instantes y entre fuertes gemidos de placer largo una gran cantidad de esperma caliente que fue a parar a las manos del rubio, que saco su pija de adentro de su compañero y se empezó a masturbar con su esperma en las manos. El otro chico se arrodillo y abrió la boca esperando el chorro de leche caliente sobre su cara. Yo estaba que no aguantaba más y acabe en el piso una cantidad tan grande de leche que no creía que me fuera a dar el tiempo para limpiarla. Cuando estaba pensando esto el muchacho rubio largo un mar de leche sobre la cara de su compañero que se relamía de placer. Limpie lo que pude de mi acabada y me fui rápido antes que me descubrieran, mientras los dos muchachos se daban un profundo beso. Due to international translation technology this story may contain spelling or grammatical errors. To the best of our knowledge it meets our guidelines. 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