Gay Erotic Stories

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Paseo Si Rumbo

by Mortimer


Volvía a casa aquella noche caminando rápidamente por la calle, mirando a la gente que me cruzaba al pasar y notando que mi verga seguía erguida dentro de mis pantalones a pesar del esfuerzo que hacia por evitarlo. El abrigo largo me cubría hasta las rodillas así que no me preocupaba demasiado de que nadie lo notara. Aun así y por precaución, mantenía las manos dentro de los bolsillos, jugueteando distraídamente con las llaves y las monedas sueltas que había en el fondo de cada uno de ellos. Mi atención se paro en un letrero de letras rojas que titilaba tristemente en lo alto de una puerta abierta que daba a unas escaleras descendentes hacia la oscuridad. Era un cine porno y era demasiado tarde para pensar en dar la vuelta cuando me encontré frente a la taquilla pidiendo un boleto para cualquiera de las salas de proyección. Mi motivo para entrar allí era cascarme una buena paja viendo una película con mucha acción, con pollas entrando y saliendo de jugosos agujeros de cualquier tipo y así sacarme de encima aquella calentura que me estaba matando. Cuando el acomodador me preguntó que si quería ir a una sala gay o a una heterosexual, me sorprendí un poco. Hasta ese momento no había pensado en la posibilidad de que en aquel cine proyectaran mas que las típicas películas casposas con actores que ahora tienen que tener unos cincuenta años y que no se privan de su deprimente dúo lesbio. Le respondí con un hilo de voz que me condujera a la sala gay, sintiendo un cosquilleo de excitación en el vientre y aquel conocido zumbido en la cabeza de mi polla que indicaba sin dejar dudas que estaba a punto de explotar en un baño de leche tibia. Me acomode en el primer asiento con el que tropecé al entrar, no atreviéndome a moverme hasta que mi vista no se acostumbrara a la oscuridad mientras en la pantalla un tipo enorme estaba barrenándole el culo a un adolescente con cara de no haber matado una mosca en su vida pero que no paraba de lamerse y morderse los labios con una cara de placer que no había visto nunca hasta ese momento. Sentí curiosidad al momento por el muchacho y me metí en las imágenes que se sucedían una tras otra, cargadas de gemidos de éxtasis, interrumpidos por los bufidos del grandullón que se esforzaba por meterle su inmenso trozo de carne, de venas palpitantes, en aquel adorable agujerito rosado y virginal sin un solo pelo. Tal era mi atención que no noté al tipo que tenia a mi lado hasta que, no sé si involuntariamente, me rozó un brazo con su codo. Le miré y me di cuenta de que me estaba observando. Volví a mirar hacia delante intentando parecer indiferente, pero estaba demasiado nervioso para parecerlo. Le mire de reojo un momento después y me di cuenta de que tenia el pantalón desabrochado y su mano derecha metida por la abertura masajeaba su polla que podía notarse ya bien crecida debajo de sus boxers. Naturalmente no podía pretender ver todo aquello sin que él notara que lo hacia, así que no me extraño cuando me susurro al oído "tócamela solo una vez". No le hice caso y pense en levantarme y largarme de allí, pero él volvió a decir "tócamela". Le miré a la cara por primera vez con atención y vi que debía tener unos treinta años, ni guapo ni feo y con un brillo en los ojos que delataba su ansiedad. Mi mano se movió casi sola hacia su entrepierna mientras sentía como mi pene palpitaba contra mi bajo vientre "eso es", dijo él, y se dejó caer mas en el sillón al tiempo que abría sus piernas para permitir que mi mano pasara sí problema. Noté con la yema de mis dedos el rizado y duro pelo de su pelvis y al avanzar un poco más, noté en el capullo hinchado y duro de su tranca que se movía como si tuviera vida propia cuando él respiraba entrecortadamente. Se la agarré con suavidad pero firmemente y comencé a mover la mano rítmicamente arriba y abajo, pero sus pantalones me dificultaban el movimiento, así que tiré con mi otra mano un poco de ellos hacia abajo para aumentar el espacio. Al notarlo él levantó la cabeza y me miró sonriendo. Acto seguido se incorporó lo suficiente para permitir que sus pantalones y calzoncillos pasaran por debajo de sus nalgas y quedaran en sus muslos, dejando así toda su verga y huevos al descubierto y dijo "ya puedes seguir, lo haces muy bien". Seguí durante unos minutos frotando delicadamente aquella maravilla hasta que me pareció natural, de una forma espontánea que me sorprendió, agacharme sobre él hasta meterme la cabeza del miembro en la boca. Puse especial cuidado en poner mis labios entreabiertos y retirar mis dientes de forma que al apretar un poco me penetró lentamente, entrando con suavidad, despacio mientras mantenía la presión de mis labios. De este modo podía sentir todo su relieve, sus ondulaciones, las venas, el borde del prepucio, hasta que me toco en el fondo del paladar. Entonces me retiré y repetí la operación un poco mas deprisa, saboreando el salado gusto de la lubricación que empezaba a emanar de su punta, ese sabor acre y gustoso que se pega en el interior de la boca, secándola, que se queda en los dientes haciéndolos ásperos y que provoca una sed irrefrenable de más y más, cada vez mas fluida y abundante, deseando la descarga final de espeso y pegajoso semen que te llene la garganta, que te aflore por la comisura de los labios, extendida por toda la lengua de modo que se puede degustar como un manjar lujurioso, obsceno. Notaba que la eyaculación estaba próxima, pero yo seguía recorriendo con mis labios la longitud de su miembro, escapándoseme saliva que descendía en un reguero hasta sus huevos y encharcaba poco a poco el sillón mugriento del cine. "Me voy a correr" dijo casi sollozando de gusto. Me retiré y le dije en el oído "no serás tan hijo de puta de dejar que esto se pierda así. La quiero toda dentro de mi culo, hasta la última gota". Él giró la cabeza y me sonrió. Intentó besarme, pero yo me retiré al tiempo que desabrochaba el primer botón de mis jeans. Me ladee en el asiento hasta darle la espalda y me deslicé los pantalones hasta debajo de las rodillas de modo que pudiera dejar una pierna en el suelo y levantar la otra hasta dejar la rodilla apoyada en el respaldo del asiento de delante. Seguidamente arquee mi espalda para abrir mi culo lo más posible hacia él y sentir la excitación de mi sexo descubierto en el frescor de la sala de cine, en un sitio público, deseoso hasta el frenesí de sentirme lleno de verga hasta reventar. El se acercó inclinado, se agarró el mástil y lo enfiló para que entrara recto y seguido dentro de mí. Entonces empujó y yo creí perder el sentido de gusto. La saliva empezó a gotear de mi labio inferior y mis ojos e pusieron en blanco, sintiendo todo mi ser aquel bombeo delicioso que me llenaba hasta el último rincón de mi cuerpo. Mis cabellos se erizaron y toda mi piel, hipersensibilizada, notaba el roce de todo lo que la tocaba; el sillón asqueroso del cine, el apoyabrazos al que me asía con fuerza desesperada, los huevos de mi amante desconocido chocando rítmicamente contra los míos y aquella barra de acero penetrándome una y otra vez, sin descanso, potente y dulce, con su carga de néctar dispuesto a invadirme, entrando y saliendo, si, si, si... Cuando se corrió y la leche se derramó en una hilera a lo largo de mi pierna que colgaba del asiento, yo ya había acabado hacía unos segundos. Sin contacto con nada, solo con el roce fortuito de mis ropas y del asiento, dejando una gran mancha pálida en la tapicería azulada del sillón. Mi cabeza cayó como sin vida hacia un lado y todo fue calma y paz a mi alrededor durante unos minutos. La pierna que aún sostenía en alto, resbaló poco a poco hasta el suelo y entonces pude notar mi ano ensanchado por la sodomización y la raja de mi culo y nalgas humedecidos y poco a poco tirantes al irse secando el abundante semen que las salpicaba. Una sonrisa creció en mi cara y todo me importó un carajo en ese instante. Cuando recobré el dominio de mí, me subí los pantalones y los abroché. Me levanté del asiento y saqué mi billetera de donde extraje una tarjeta de visita que le entregué a mi compañero de corrida. Después salí del cine, dejando en la pantalla a un tipo con mostacho que le estaba chupando la verga a un policía de tránsito en un callejón oscuro de alguna ciudad de Estados Unidos. Te dejo ahora porque llaman a mi puerta y puedo imaginar quien es porque la tengo tan dura que me duele, pero no te preocupes porque podemos seguir hablando si me escribes a: Karlosmar@yahoo.com Chau

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Ayer Sin Ir Mas Lejos

Ayer sin ir mas lejos fuí a un sex shop en la ciudad en la que estoy pasando estos días. Esto era algo que llevaba tiempo queriendo hacer porque en el lugar donde vivo un sex shop es una simple tienda de música y revistas que en la parte del fondo tiene una zona cargada de publicaciones pornográficas, películas de video y algún que otro artículo erótico. Tenia ganas de ir

Paseo Si Rumbo

Volvía a casa aquella noche caminando rápidamente por la calle, mirando a la gente que me cruzaba al pasar y notando que mi verga seguía erguida dentro de mis pantalones a pesar del esfuerzo que hacia por evitarlo. El abrigo largo me cubría hasta las rodillas así que no me preocupaba demasiado de que nadie lo notara. Aun así y por precaución, mantenía las manos dentro de los

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Web-04: vampire_2.0.3.07
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