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TODO QUEDA EN FAMILIA (01)

by Franbel


Paseando despacio imitando el gancho que tienen los guapos al caminar fue dirigiéndose hasta los urinarios. A pocos metros antes de llegar se detuvo. Justo a un lado de la entrada le llamó la atención un chico disfrazado de torero. No es que el disfraz fuera elaborado, mas bien era bastante sencillo. Pero había que reconocerle que con los pocos materiales que utilizó, el parecido era bastante logrado. Una gorra negra, una chaquetilla con miles de lentejuelas cosidas, y un capote de oro y grana cubría la parte alta de su cuerpo. Pero definitivamente la parte superior del disfraz en si, no fue lo que llamo la atención de Javier. Se quedó hipnotizado al ver que el chico llevaba como pantalones unos leotardos de color rosa ajustadas a las piernas que hacían que sus muslos se dibujaran apetitosamente. Estaba de espaldas y Javier pudo ver sus nalgas apretándose y aflojándose al ritmo de la música proveniente de los altavoces. Eran lo que Javier calificaba como perfectas. Pequeñas pero prietas y aunque poco voluminosas eran abultadas. Tenían la forma que inducen a una persona tan amante de dicha parte de la anatomía masculina como era Javier, a tomarlas con la mano y mordérselas lujuriosamente asociándolas con dos melones cantalupos. En definitiva, eran unos glúteos que justificaban la etimología popular de 'trasero' al separarlo en dos palabras: tras - Eros. Con cada flexión la malla se introducía cada vez mas dentro de su grieta trasera. Mientras balanceaba su cuerpo de un lado a otro las posaderas se adivinaban claramente debajo de la fina tela. Asimismo, la malla se deslizaba unos cuantos centímetros dejando entrever el comienzo de una raja prometedora entre los blancos glúteos. El chico constantemente se veía obligado a subirse de nuevo los leotardos, consiguiendo que el trasero se adhiriera aun más a la malla al estirar la tela sobre sus redondas nalgas. Javier se mordió disimuladamente el labio inferior, pensando en ese manjar delante de él. Eso era justamente lo que su apetito le demandaba en aquel momento. Para reafirmar su lujuriosa glotonería, el miembro se le estiró dentro de sus pantalones. El poseedor de aquel deseado banquete se dio la vuelta y Javier pudo comprobar que era joven. Quizá la cara un poco afeminada debido a la gran cantidad de maquillaje que cubría su rostro. No era muy alto, flaco, quizás demasiado delgado para su gusto. El chico seguía moviéndose al ritmo de la música. Javier pensó que era toda una incongruencia ver aquella delicada figura embutida en un viril atuendo, contoneándose engreídamente. Obviamente intentaba emular al artista actualmente en boga al que seguramente idolatraba. Imitaba burdamente sus gestos, dejando escapar de vez en cuando algún que otro gesto amanerado que haría palidecer de vergüenza al imitado. A Javier le gustaba utilizar descripciones imposibles. Pensaba que de alguna forma explicaba su verdadera opinión el utilizar una sátira. Él sabía perfectamente que es imposible 'palidecer de vergüenza' pero daba a entender que los artistas, eran muy capaces de sonrojarse quedándose blancos. Iba a seguir hacia los baños cuando notó que el chico le dedicó una mirada realmente picara acompañada de una amplia sonrisa de complicidad, al mismo tiempo que sus ojos hacían inventario de su cuerpo. Javier se sorprendió, por lo descarado con que el chico le estaba escrutando, a plena luz del día y rodeado de tanta gente. Subidamente toda su actitud hacia el chico cambió. Una rápida mirada a su entrepierna y todos esos inconvenientes dejaron de tener importancia. El chico lucía una protuberancia destacable entre las piernas. Y, además, le seguía mirando provocativamente. Sin olvidar lo que primero le llamó la atención y ahí si que el chico podía competir llevándose el trofeo a las nalgas más atractivas en cualquier concurso que premiara dicha parte de la anatomía masculina. Javier normalmente solía llevar la iniciativa, pues mucha gente se sentía intimada delante de su atractiva presencia, como no queriendo tener que soportar un rechazo pensando que no estarían a su altura. Que equivocados estaba la mayoría, pero tampoco le desagradaba, podía elegir y no necesitaba denegar amablemente las invitaciones que le ofrecían para compartir sus lechos. Pero este chico le ganaba, en tan breves momentos había tomado la iniciativa. Quizá pensara que amparado en el supuesto anonimato de su disfraz le licenciaba a dar rienda suelta a sus fantasías mas reprimidas. Javier decidió que si el chico quería, el no se opondría. Al fin y al cabo no pensaba ni liarse ni pedirle matrimonio. Solo quería un breve encuentro sin compromiso. A ser posible quizá no solamente iba a disfrutar dejándose dar placer con la boca. Quizá también podría saborear las excitantes sensaciones que seguramente su trasero le proporcionaría a su necesitado miembro. Sin dejar de mirarlo, con un guiño le dio a entender que le siguiera y se metió en los urinarios. El chico sin decir nada, le siguió. Descendieron por unas estrechas escaleras, llegando hasta los urinarios comprobando aliviados que estaban desiertos. Un mingitorio doble, dos cabinas con puertas, un lavamanos delante de un pequeño espejo colgado de la pared, y un tubo fluorescente en el techo, era toda la instalación de aquel cuarto. El chico se metió en la cabina mas alejada de la puerta, seguido por Javier. Una vez encerrados, Javier cogió al chico atrayéndolo hacia su cuerpo, asegurándose de dejar bien claro cuales eran sus intenciones al estrujarle fuertemente las nalgas que tanto anhelaba. El chico le desabrochó los botones de su bragueta, sacándole a continuación su miembro ya del todo erecto. Al verlo se quedó durante un instante mirándolo, mientras se relamía los labios. Se inclinó y se lo introdujo dentro de la boca comenzando a succionarlo, rozándole con su lengua el frenillo. Bien, pensó Javier, el chico no sólo había tomado la iniciativa al ligarlo, incluso sin tener que rogarle ya se había apoderado de su miembro y le estaba dando el placer que necesitaba. Javier se inclinó metiendo una mano dentro de la malla buscándole su sexo. Se percató que no llevaba ropa interior y descubrió que la protuberancia que minutos antes le había llamado la atención era causada por la taleguilla con la que los toreros protegen su hombría, solo que en este caso en lugar de protección, el chico la había utilizado como reclamo. Cuando consiguió bajarle los pantalones, observó que todo el vello de su pubis estaba depilado y su pene incluso erecto no era muy grande. Lo del pene no le importó, lo que le faltaba por delante lo compensaba por detrás. Pero echo en falta el pelo en sus partes. No entendía esa moda, no comprendía que placer podría recibir o proporcionar la total carencia de vello. El chico mientras tanto aumentó el ritmo de las succiones, haciendo que se abandonara al placer que el chico le estaba proporcionando. Con las manos tanteó sus nalgas, comprobando que eran reales, y no aumentadas de volumen artificialmente con cualquier otro artilugio. Javier sentía debilidad por los traseros como este, firmes, redondos, bien definidos y sobre todo que cada nalga pudiera ser abarcada con la palma de la mano. Mientras se lo estrujaba, le preguntó al oído - ¿Te gusta mi polla, verdad?-. El chico no pudo responder ocupado como estaba con el pene dentro de la boca, succionándoselo con autentico fervor, pero asintió con la cabeza. Javier continuó incitándole. - Pues no te detengas y aprovecha. No suelo venir por aquí, y menos aun dejo que me la chupe el primer desconocido que encuentro. Pero hoy estoy caliente.- Siguió animando al chico que al oírle se aferró aun más a su miembro, introduciéndolo aun más profundamente y consiguiendo que casi se atragantara. - Vaya, si que se nota que disfrutas, a que nunca has tenido una polla como esta, ¿eh? Sigue mojándola, quiero que la dejes bien resbaladiza para cuando decida metértela por ese culo que tienes -. Para reafirmar sus palabras y aprovechando que le estaba manoseando las nalgas, le metió un dedo por el agujero, haciendo que el chico diese un pequeño respingo. Pero éste no dejó de succionar, ni intentó deshacerse del dedo que ya estaba totalmente enterrado dentro de su ano. Javier empezó a voltear el dedo, mientras el chico se le abría sin oponer resistencia. - Así me gusta, que te relajes. Me encanta tu culo. Te voy a meter mi polla hasta el fondo. Te juro que vas a ver estrellas -. El chico no se preocupó en averiguar si Javier le estaba amenazando o le anunciaba promesas placenteras. Seguía chupando y se abandonó a las exploraciones de Javier. Cuando Javier sintió que este ya estaba dispuesto y dilatado, retiró su miembro de la boca intercambiándolo con un dedo para que pudiera embadurnarlo con saliva. Después empezó a lubricarle aquella prometedora abertura que segundos después traspasaría. El chico se dio la vuelta, separando las nalgas con las manos, inclinándose sobre la vasija del retrete, ofreciéndole el joven y seguramente ya vicioso trasero. Javier, tras ponerse un preservativo, se preparó para hundir su miembro de una estocada, ferozmente, como si se tratara de una violación. Eso es, pensó, le violaría, le demostraría que él era un macho y que sólo por que estaba caliente había accedido a tener una experiencia con él. El simple pensamiento hizo que se excitara aun más. Lo penetraría durante un buen rato, metiendo y sacando su miembro con energía. Retrasaría al máximo posible el momento de alcanzar el clímax, estirando al máximo el disfrute. No le importaba que las blancas nalgas del chico cambiasen de color, que adquiriesen primero la tonalidad rosada de los leotardos para imitar después la grana del capote. Recordó una anécdota que le contó su tío. El día que Armstrong piso la luna, justo después de pronunciar éste su histórica e histriónica frase el abuelo de Javier, le dio un bofetón, sin otro motivo aparente que la de impedir que éste trascordara la importancia de lo acontecido. Decidió que haría todo lo posible para que el chico tampoco lo olvidara durante mucho tiempo, aunque no pudiera sentarse durante una semana, debido al escozor en su ano. Si el chico protestaba le amordazaría la boca con la mano, mientras él continuaría utilizándolo como si fuera un descontrolado animal llevando a cabo sus naturales instintos. No pensaba ser dulce ni cariñoso, se comportaría despiadado y brutal. Sería una penetración salvaje y memorable. Era quizá el ambiente, el hecho de encontrarse dentro de los urinarios, expuesto a que en cualquier momento le pillaran con su miembro acoplado al trasero del chico, ampliándoselo y ajustándoselo a su tamaño, lo que le estimulaba y le causaba esos agresivos deseos. El chico, ajeno a las violentas intenciones de Javier, seguía dispuesto, inclinado sobre la vasija, sumergido en sus propias expectativas. Javier agarró al chico por las caderas y lo atrajo con fuerza hacia su cuerpo. El capullo de su miembro rozó el agujero, que empezó a vibrar expectante. No sabía si consciente o por algún efecto mecánico los músculos anales hacían que este se contrajera y dilatara rítmicamente dando la impresión de ser una boca dispuesta a recibir un beso. Agarró su propio miembro notándolo duro como una barra de hierro, palpitando, dispuesto a traspasar aquel agujero que se le ofrecía. Presionó un poco, preparándose para la invasión. Javier ya tenia cierta practica invadiendo traseros, pero a pesar de haberse beneficiado a tantos nunca podía precisar como se comportarían al empezar la penetración. Sospechaba por un lado que el del chico no se resistiría en absoluto, permitiría que su pene se deslizara suave y rápidamente en su interior como le hizo suponer el comportamiento demostrado. Pero ahora que lo tenía delante, observando de nuevo la estrechez del trasero, dudo que su miembro entrara sin obstáculos. Los mejores traseros que Javier había disfrutado son los que se resisten en un principio, dando la impresión que no será capaz de alojar su miembro y luego como por arte de magia se dilata lo suficiente permitiendo que su pene se deslice como un cuchillo caliente cortando una barra de mantequilla. Se reprochó asimismo por no haber cogido el pequeño tubo de lubricante que guardaba oculto junto a los condones en su dormitorio. Aunque bien pensado, si el chico era tan estrecho como le hacia suponer la contemplación del trasero, no habría permitido que le hubiera introducido un dedo, y mucho menos se lo hubiera ofrecido tan fácilmente. Además, quien en realidad iba a necesitar el lubricante no era él sino el chico. Era su responsabilidad y no la suya si a pesar de la saliva tenia problemas para acoplar su miembro. Puesto que tampoco le rogó que fuera con cuidado, desechó rápidamente estas preocupaciones y se dispuso a hundirle el pene lo más profundamente que fuera capaz. Cuando ya estaba a punto de penetrarlo, oyeron como alguien entraba en los servicios y se dirigía a los urinarios. Los dos se quedaron quietos, paralizados, intentando no hacer ningún ruido sospechoso que delatara su presencia. Escucharon como el desconocido se aliviaba sonoramente contra la pared del mingitorio. No habiendo aun terminado escucharon como entraba otra persona y se encerraba en la cabina contigua a la que ellos ocupaban. El que estaba orinando terminó y salió justo en el momento que una tercera persona entraba en los baños y se plantaba delante de la puerta de la cabina que ellos ocupaban. Como los ocupantes de ambas cabinas no daban muestras de terminar, este empezó a dar ligeros golpes con los nudillos en las dos puertas, al tiempo que les solicitaba que se dieran prisa. El vecino le respondió diciendo que se buscara otro sitio, pues él iba para largo, y cuando había entrado, la cabina de al lado ya estaba ocupada, por lo que debía insistir con esa. Javier se quedó horrorizado, mas aun consciente de que uno de los dos extraños inclinándose ligeramente, adivinaría sin lugar a dudas que dentro de la cabina había más de una persona. Para su sorpresa el chico habló por primera vez respondiendo con un tono de voz aflautada: - Lo siento pero tengo diarrea, y necesito mi tiempo -. A continuación presionó su trasero hacia Javier, intentando acoplar el miembro dentro de su ano. Pero toda esta situación hizo que Javier perdiera la excitación y el interés que había sentido por el chico. Su miembro se había ido calmando lentamente, y si momentos antes estaba rígido como un soldado saludando a un superior en esos momentos se asimilaba a un pelele balanceándose entre sus piernas. El chico lo notó, y pasando una mano entre su propia entrepierna se apoderó del miembro, masturbándolo e intentando resucitarlo. El tercer desconocido desistió y salió de los urinarios. Javier ya del todo desanimado hizo un gesto al chico como diciéndole 'lo siento, yo me largo'. No quería exponerse a ser interrumpido de nuevo. Ese impulso de la libido, que le calentó la imaginación con lo insólito y que Javier denominaba 'morbo' había desaparecido como por arte de magia. Se desprendió del preservativo arrojándolo dentro del inodoro. Se subió rápidamente los pantalones y mientras se cerraba la cremallera después de acoplarse el miembro dentro de los calzoncillos salió rápidamente de los servicios, abandonando al chico con el trasero de ensueño aun descubierto, dentro de la cabina. Seguramente encontraría pronto otro dispuesto a satisfacerle, se justificó Javier, aunque en su interior pensó que eso le importaba poco, ya no le incumbía. Continuara … Cuando veo una película pornográfica, pienso a veces que carecen de argumento. Pienso que el argumento en si puede ser también muy estimulante. Cansado de leer relatos eróticos en la red, que solo se limitan a describir el acto, decidí intentar escribir yo mismo experiencias, involucrando a los personajes con el lector. Es decir, doy mas importancia en describir lo que piensan mientras disfrutan del sexo. (Ver también mi otra historia: "Y si todo fuera mentira"). Reconozco que soy novato en el arte de escribir, no tanto en el de hacer el amor. Agradezco sinceramente tus comentarios después de leer las dos historias. Puedes contactarme a través de javrem@yahoo.es. Gracias de nuevo. Due to international translation technology this story may contain spelling or grammatical errors. To the best of our knowledge it meets our guidelines. If there are any concerns please e-mail us at: CustomerService@MenontheNet

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3 Gay Erotic Stories from Franbel

Javier Y Crispin

- Que fuerte lo de los dos chicos follando. Nunca había visto a dos tíos haciéndolo, y por lo visto, disfrutaban de lo lindo -. Comentó Crispín sin meter ripio, sin la habitual malicia con la que se cuentan esas cosas. - Bueno, eso no es nada extraño. Solamente estaban disfrutando de sus cuerpos -. Respondió Javier expectante por ver donde discurriría la conversación, intentando

TODO QUEDA EN FAMILIA (01)

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Y si todo fuera mentira

Es americano. El típico americano que uno se imagina después de ver fotos y fotos de modelos yanquis. Es guapo, no joven, quizás pase de los cuarenta años. Pelo rubio, corto, cortado al estilo militar, como un erizo. Facciones duras, angulosas, marcadas. No lleva bigote, pero no le sentaría mal. Es de esos tipos que pueden permitirse llevar bigote y no parecerse a la típica imitación

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Web-02: vampire_2.0.3.07
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