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Los Amantes, 3

by Absalon


…los dedos penetraban en më, provocándome escalofrëos de placer, mi manubrio volvëa a engordar debido a las caricias recibidas. A më no me duele que me den por culo, estoy más que acostumbrado y lo þnico que siento cuando me follan es gusto. Movë mi culo en cërculos mientras Gabriel me seguëa comiendo allë atrás y erguë mi cabeza cuando sentë sus dedos tomando posesiñn de më. Mi bello joven, mi hermoso jovencito me está dando por culo con su lengua y sus dedos, pero necesito sentir ese pubis fuerte dominarme y llenarme de carne el culo. Me agarré como pude a la cabecera de la cama y estiré el otro brazo hasta tocar la polla de Gabriel, que volvëa a estar dura. Qué maravilla la juventud. De mi rostro goteaba el sudor, pero yo quiero sentirlo en mi culo y en mi espalda causado por la follada de Gabriel. Sus dedos se afanan en entrar y se mueven en cërculos, cñmo me masajea la prñstata, cñmo me abre mi agujero, es increëble este muchacho, mientras me abre el culo con sus dedos me chupa los huevos, los succiona con fervor y casi me hace daïo, pero es un dolor delicioso, podrëa sentirlo durante horas, podrëa estar jugando asë aïos. -¿A qué estás esperando para metérmela, cabrñn?- le pregunto apasionado, el sudor resbala de mi cara enrojecida. -¿Te gusta? -Me gusta todo lo que me hagas.

Se dispone a coger el tubo de lubricante pero yo se lo impido: -Lo quiero a pelo.

Pareciñ querer responderme, mas se encogiñ de hombros y siguiñ a lo suyo. Ahora escupëa en mi tþnel secreto, apartaba mis escasos vellos negros, metëa su lengua y me lubricñ un poco más hasta que sentë su cabeza pugnando por entrar. Me tumbé boca abajo en la cama para facilitar su trabajo y me estiré, quedando mi polla al alcance de mi mano por si me hacëa falta, aunque lo dudaba, teniendo en cuenta la gran dotaciñn del muchacho. -¿Qué pasa, te cuesta?- bromeo. -Es que te cuesta abrirte, papito- esta palabra enternece mi corazñn cuarentñn. -Aquë tienes muchacho.

Alcé mis nalgas y abrë todo lo que pude mi ojete, que debëa brillar por toda la saliva que Gabriel habëa dejado allë. Gabriel lo intentñ una vez más y esta vez la cabeza de su gran lanza së se clavo en më, provocándome goces inusitados y un pequeïo dolor. -¿Me retiro? -ÿFñllame de una vez!- me sorprendo de mi vocabulario, pero a este chico hay que soltarlo. Ante esto Gabriel dejñ pasar toda su porra de una estocada soltando un débil gemido y unas palabras: "Fernando, Fernando…", yo sentë por fin toda la extensiñn de aquel pollñn llenándome el culo, disfruté sus huevotes frotándose contra mis nalgas, sus pezones enhiestos contra mi espalda morena mientras su boca me besa la nuca y me muerde las orejas. Deja reposar su miembro dentro de më apenas unos segundos y después lo libera, iniciando un potente pistoneo que me taladra, gozo como nunca, su polla me destroza entre gemidos de gusto y machaca mi prñstata, ahora yo también tomo el control. Comienzo a mover mi pelvis tenuemente, pero sobre todo me dedico a estrujar su cipote con mi esfënter anal, le estrujo como si fuera un blando plátano, él nota la opresiñn y se para un rato para disfrutarme hasta que de nuevo vuelve a follarme con todas sus fuerzas, estrellando su pelvis con todas sus fuerzas contra mi culo, el sudor de ambos provoca extraïos ruidos al penetrarme: flop, flop, flop. Ojalá pudiera observar la escena: el culo musculoso del jovencito impulsando con todo el ëmpetu de la juventud su rosada polla, sus gordos huevos en mi maduro culito velludo moreno, mi esfënter casi negro abierto, repleto de polla joven mientras mis enorme huevos negros son rechazados contra la sábana con mi polla, que hþmeda y goteando precum se frota contra la cama. Su carne blanca y musculosa tomando posesiñn de mi carnes morenas y prietas, menudo contraste, me relamo y gozo de la sodomëa, su lengua me lame el rostro y yo acudo a presto a rebaïar todo lo que alcanzo desde mi precaria posiciñn. Sus manos cogen las mëas y me retiene contra el lecho mientras sus muslos aprietan asimismo los mëos, dominándome y haciéndome enloquecer. -Ay, daddy, qué rico estás por dentro, no lo sabes muy bien, qué culito tan caliente tienes, qué puto, cñmo lo mueves… -Y tþ me follas divinamente, mi putito, mi niïo cabrñn, vergudo y huevudo.

Me libero parcialmente y alzo mi pierna derecha mientras tomo su diestra, obligándole a masturbarme, cosa que hace con entusiasmo. Ahora së que gozo por delante y por detrás. Aprovecho y miro el espejo que hay delante de mi cama y observo como me da por culo. La imagen me excita enormemente y le pido que él también mire. Él mira mi cuerpo sometido a su polla y se encabrona, me folla más rápidamente, intentando destrozarme, pero su polla pasa limpiamente a través de mi esfënter, yo gozo con su polla y la retengo contra më apretando mi culito. Excitadësimo, por fin, siento como su picha se hincha y se turba dentro de më. Miro su rostro y me sonrëe mientras la leche me invade, toma posesiñn de më, se saca la polla, deja la mëa y me la ofrece. Su polla, ya tumescente, es hermosësima asë: se ve más roja que nunca y de ella gotea el viscoso semen que espontáneamente es recogido por më en lengùetazos, qué bien sabe, un poco salado y muy picante en la garganta, seguro que él no se ha parado a saborear el mëo. -Aþn quedo yo- le digo sentado-. Me has vuelto a poner cachondo y tienes un precio que pagar- seïalo mi miembro erecto, mojado y gloriosamente erecto.

Yo ahora estoy sentado y le indico a él que se siente encima de mi polla, dándome la espalda. Sé que tiene miedo a que mi polla le destroce, pero todavëa está dilatado por el polvo de antes. Toma mi polla y se sienta con dudas encima de mi polla al principio, gozosamente después, disfrutando al máximo el empalamiento. Le tomo de los brazos para follarlo furiosamente a mi gusto y le abro sus piernas con mis muslos. Ahora disfruta tþ de mi polla, cariïo, y mëranos en el espejo. Nos miramos en el espejo y nos besamos como podemos. Él se inclina hacia la mesilla donde dejé el consolador negro que usamos esta maïana y lo chupa y lame. Lo coge con ambas manos y aparta mis huevazos. Adivino sus intenciones y me abro más de piernas, sujetándome con los talones y abriendo al lëmite mi culo. Me lo mete de un solo empellñn y yo suspiro del gozo. Lo mueve, mas yo pronto le incorporo para que lo deje allë metido mientras mi polla, más dura que nunca le folla como un martillo neumático. -Fer, me matas, cariïo, amor… -Gabriel, me corro, toma mi leche, mi amor, chþpala toda.

Una vez más le lleno el depñsito intestinal de mi semen. Él mueve el consolador y lo saca al unësono, con lo que la corrida resulta de fábula; mis oëdos me silban y rëo como un niïo. Coge el consolador, que huele a su lefa y yo lo lamo, rebosante de placer. Rëe. Yo me libero de él y le sujeto los brazos mientras le pongo mi polla aþn chorreante en su cara. Él la toma y le obligo a retenerla en su garganta, mientras mis jugos destilan. -¿Te gusta?- se la saco. -Está deliciosa…- me mira con carita gozosa-. Verás, es sþper picante y me recuerda al agua salada, al mar. -ÿPues a ver qué te parece esto!

Abro mi culo y se lo paso por el rostro. Él, obediente, lo lame plácidamente. Le miro. -¿Qué te parece? -ÿEstá muy bueno! -ÿJa, ja, ja! -¿Y mi leche? -¿Eh? -ÿPruébala!

Aunque ya lo he hecho, beso su pene y lo sostengo contra mi boca. -¿Y? -ÿDelicioso!

Alza sus nalgas y expone su ano colorado después de tanto folleteo: -¿Y esto?

Lo olisqueo. ¿Me dejará de gustar algþn dëa este olor tan excitante, tan penetrante? Ahora lo saboreo. Introduzco mi lengua por él, con cuidado de no lastimarle más. Termino besándolo. -ÿMuy rico! Pero me gusta más tu sabor… -¿Cuál?- me pregunta inocente. -ÿÉste!- y me como sus labios en un apasionado beso… -Es verdad, tienes razñn.

Más tarde nos volvimos a duchar. Le tuve que poner un poco de crema hidratante para calmar el dolor de su ojete. ÿCasi eran las tres de la tarde! Me dispuse a preparar una comida desnudo. -¿No te cansarás de më viéndome todo el rato desnudo?- me pregunta. Le miro. Es tan hermoso que casi me enoja que dude de lo que siento. -Nunca. Te he visto con mi cerebro, con mi alma y con mi sexo. No con mis ojos. ¿Y tþ?- ahora el molesto parece él. -Jamais. -¿Hablas francés?- le pregunto en direcciñn a la cocina. -Oui. Y además, lo hago muy bien. -Doy fe de ello. Reëmos y comemos. Todo es paz, pero no como la tëpica etapa que atraviesan todas las parejas que luego falla estrepitosamente. Un aura de eternidad rodeaba todo. Me comentñ que una de sus más grandes aficiones era la fotografëa artëstica. -Te quiero hacer unas fotos. ¿Tienes cámara?

Enseguida la busqué. No es gran cosa, sñlo una Canon, pero creo que le servirá. -Aquë, con la luz- me dice.

Me tumba en el tresillo. Flash. Apunta a mi sexo. Flash. A mi rostro. Flash. No sé cuántas fotos me hizo asë, pero agotñ el carrete. Me pidiñ que posara y accedë. Unas poses más artësticas, pero otras erñticas, evidentemente. -¿Qué vas a hacer con estas fotos? -Son para los dos. ¿Me tomas a më unas cuantas? -Së, pero… espera.

Volvë con un tubo de henna y un libro de poesëa. -¿Qué vas a hacer?- me inquiriñ extraïado. -Te voy a escribir en el cuerpo una poesëa de Kavafis. -¿Quién es Kavafis? Me suena bastante. -Es un gran poeta homosexual.

Su cuerpo se veëa muy hermoso con la poesëa escrita en henna sobre su cuerpo blanco. Le tomé unas pocas fotos, pero era obvio que a më la fotografëa no me interesaba tanto y me limité a mirarle con amor y deseo. -¿Qué sientes? ¿Amor o deseo?- era cierto, pero por encima de todo sentëa: -Paz. -La gente que está en paz tiene muy poco que decir. -No es una paz cristiana. Es mi paz y es la que voy a compartir contigo.

¿Qué más podrëa decir? Él me hizo el amor a më y luego yo se lo hice a él, después de disfrutar de un sano 69, con anilinguos incluidos. Después salimos a cenar a un navarro que conozco, no al italiano que querëa ir él, tras ir al teatro. La gente nos miraba extraïada, pues somos lo suficientemente diferentes fësicamente hasta que veëa como nos besábamos. Entonces algunos nos miraban con envidia, otros con asco y, por þltimo, otros que nos felicitaban sin palabras. Pero no nos importa. Como dijimos más tarde, en la cama: "Somos amantes".

Autor:ABSALÓN. mabarakin@yahoo.es Ya saben, escrëbanme, para lo que quieran, sobre todo si son maduritos y de Madrid. LOS AMANTES es un relato þnico, pero preferë separarlo en tres partes para que se leyera mejor y por motivos personales.


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9 Gay Erotic Stories from Absalon

Los Amantes, 1

Desde que se vieron, los dos hombres supieron que caerëan en los brazos (y la polla) del otro. El muchacho deambulaba por Chueca una noche más, una noche en la que de nuevo acusarëa el paso del tiempo por sus inmaculados 21 aïos, 21 aïos de carne blanca y tersa buscando un espejo para gozarse, ya que cuanto más arrastraba la Parca el velo de la noche más sentëa él su cuerpo consumirse sin macho

Los Amantes, 2

-Qué pena no haberte hallado antes- confesé. -Nos hemos encontrado cuando debëamos, ya está- me respondiñ Fernando. -¿Viste las caras de los tëos del Ricks? Se quedaron todos flipando cuando nos largamos… ÿcñmo si fueran santos! -Lo que les jodiñ fue perderse un macho como tþ- me responde con los ojos brillantes. Qué hermoso es este rostro maduro, esta barba que me sonrëe. Se la acaricio. Él

Los Amantes, 3

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Minutos

MINUTOS Autor: absalon Mail: mabarakin@yahoo.es MINUTO UNO Rebulli en la cama mientras esperaba a que Jesus terminara de prepararse. No hacia mucho que conocëa a Jesus, no sabia si podëa fiarme de el o no, pero siempre he sido demasiado dubitativo como para entender lo que hago. Quizas serian sus ojos sinceros los que me impulsaron a acogerle esa noche en mi casa, o las ansias por

Noches Y Noches

Noches y noches pasan mas su recuerdo, su recurrente perfume pervive en më como si todo hubiera sucedido ayer. Saqué mi polla del condñn, pagué a la puta y ésta se marchñ. Noches y noches pasan, como si su pasar fuese el lamento de su pérdida. Sñlo he dormido solo desde entonces. Me sentë sucio después de lo de la puta, necesitaba ducharme. Sñlo te puedo recordar cuando el agua libra la batalla

Profesor Violado

PROFESOR VIOLADO El alumno tenëa al maestro a su antojo. Contemplñ a su obra maestra, desnudo y atado de pies y manos. La obra dormëa profundamente, como un niïo, aunque de niïo tenëa poco, y las circunstancias en que se aparecëa no eran para nada infantiles. El cuerpo del maduro maestro se hallaba en un potro de madera, boca arriba, las piernas abiertas colgaban del techo, como una siniestra

Un Puto Muy Legal

por: ABSALÓN -¿Cñmo cojones se te ha ocurrido aceptar ese trabajo? Pobre Chrissie. Siempre se preocupa tanto por më. Pero, ella lo sabe, soy un buen chico con ideas descabelladas. Y aceptar la oferta de Tony y convertirme en su nuevo chico de compaïëa era la þltima que conocëa, pero no la þltima que iba a elegir. -Sabes que necesito el dinero, y además, me deja la hostia de tiempo

Un Puto Muy Legal (2)

Un PUTO MUY LEGAL (2) por: Absalñn Yo lo admito, como lo admitë ante Chrissie: mi trabajo no es el que más me podrëa autorrealizar y todas esas payasadas que lees en Vogue, pero me lo paso como una puta y me pagan mejor de lo que podrëa imaginar. Tony alababa mis progresos: gracias a mis conocimientos lingùësticos (y no hablo del griego ni del francés) mi lista de clientes se ampliñ a

Un Puto Muy Legal (3)

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