Gay Erotic Stories

Ahora es W, un chico de la pandilla de los mayores, en el pueblo de la montaïa donde pasábamos la familia las vacaciones de verano. Veo una antigua fotografëa, en la terraza de la piscina, el baile de los sábados por la tarde. Estamos los dos, predador y presa. Hay mas gente todos parecen espectadores, todos saben, esperan , desean que ocurra eso, sin embargo ni nosotros ni ellos somos conscientes de la esencia del momento. W me invito a dar un paseo con su moto.

Al principio me agarraba a la barra de atrás y me costaba trabajo mantener el equilibrio. Paro la moto después de una curva muy cerrada en la que estuve a punto de caerme. Me dijo que me agarrase fuerte a su cintura, que iba a correr un poco. Con temor mis manos rodearon tenuemente su torso. Pero a la curva siguiente me tuve que agarrar fuerte y a la siguiente tuve que pegar mi mejilla a su espalda. Las curvas se sucedëan, el calor de su cuerpo, el frescor del aire, el olor de los pinos, me sentë contento, muy contento apretado contra su cuerpo fuerte. Me dijo que tenia que pasar por su apartamento, pues su novia le esperaba, que solo era para avisarla que volverëa mas tarde, después de dejarme en mi casa. Al entrar en el apartamento el la llamo, ella no contesto. Ella estaba sobre la cama desecha del dormitorio, su cuerpo desnudo bocabajo medio tapado por una sabana. Yo la conocëa de la piscina era una chica rubia y muy guapa y con un cuerpo impresionante, me habëa masturbado mas de una vez pensando en ella. Se volviñ, y la sorpresa inesperada de que estuviéramos los dos, la hizo poner roja de vergùenza y de rabia, me fui para afuera, oë como discutëan, al poco ella cruzo como una exhalaciñn delante de mi, oë como arrancaba su pequeïa moto y se iba a toda prisa. Me quede confundido y sin saber que hacer.

W me dijo que no me preocupase, que era muy celosa y que seguro que tenia hasta celos de mi. Yo entonces me puse rojo de vergùenza. Me contñ que el dëa anterior le habëa montado un numero cuando descubriñ algunas revistas porno que el tenia escondidas. Ven-me dijo- te las voy a enseïar. Las saco y puso un montñn sobre la mesa. Mëralas seguro que a ti también te gustan, abrë la primera que encontré , dos chicas vestidas se besaban en la boca, note como mi pené comenzaba a ereccionarse.

El estaba detrás de mi y me observaba, pase la pagina, la mano de una de las chicas se deslizaba entre las piernas de la otra. Note como el introducëa una mano debajo de mi camisa, apenas me rozaba y subëa por mi espalda. Me quede petrificado, ahora bordeaba mi flanco derecho y apenas rozando mi pecho subëa hacia mi garganta, su mano fuerte apretñ ligeramente mi cuello, trague saliva, ahora acariciaba la punta de mis pezones, cerré los ojos. Note la presiñn de su pené erecto sobre mis nalgas. Mientras jugaba con mis tetillas erectas con una mano, con la otra me desabrocho el pantalñn, me lo bajo un poco y metiñ la mano entre mis piernas, me acaricio entre ellas, sin tocar mi sexo erecto, sus manos se congelaron en la caricia.

Durante un momento que me pareciñ interminable los dos permanecimos quietos conteniendo la respiraciñn. Abrë los ojos, vi a través de la ventana abierta las flores blancas de las adelfas, aspire profundo y su olor fuerte me penetro. Ahora el se abriñ la camisa, se bajo los pantalones y calzoncillos y su cuerpo desnudo rozo el mëo. Una ráfaga de aire fresco penetro por la ventana, estaba empezando obscurecer. Note el calor de su pené sobre mis nalgas frëas. Me apretñ contra su cuerpo a la vez que mordëa suavemente mi cuello. Entonces me abandone completamente en sus brazos.

Pensé que me iba a hacer lo mismo que todas las tarde solëa hacer a su novia. Me sentë halagado y dispuesto a dejarme hacer todo lo que él quisiera. Su mano izquierdo acaricio mis testëculos, mientras su mano derecha tomo mi erecto pené y la punta de uno de sus dedos recogiñ el liquido preseminal que desbordaba la punta, con el lubrico mis labios, deje que penetrara mi boca, busco con ella mi lengua, y yo respondë lamiendo mi flujo de sus dedos. Luego sus dedos mojados se insinuaron entre mis nalgas, y a la vez que uno de sus dedos comenzñ a penetrarme, llevo la otra mano a mi boca e introdujo tres dedos en ella. Otra vez quedamos quietos.

Entonces sonñ el teléfono. Era mi madre preocupada por më. Le dijo que estábamos jugando una partida de ajedrez y quedo en llevarme de vuelta as casa en una hora. Voy al baïo un momento, me dijo, espérame en la cama. Me desnude del todo y me eché sobre la cama desecha, las sabanas aun conservaban el olor del perfume de la chica. Yo ocupaba ahora su lugar, desnudo boca abajo apenas tapado por una sabana, esperaba excitado que el volviera. Se hecho a mi lado, note una de sus manos bajo la sabana, bajando por mi espalda. Su mano frëa y fuerte apenas me rozaba. La caricia me enervaba poniendome el bello de punta, paso suave sobre mis nalgas, acaricio la cara interior de mis muslos, los abrë, su mano grande, un poco áspera y frëa, en el rincñn mas suave, intimo y cálido de mi cuerpo. Me abrë un poco mas y gemë de puro placer. Su boca ahora besaba mi cuello. Note en mi flanco su pené duro y cálido. Estaba muy feliz de que mi cuerpo despertase tan fuerte su pasiñn. El era un hombre que gustaba a todas las chicas, y ahora el me preferëa a mi. Era mi cuerpo el que despertaba su pasiñn. Metiñ la otra mano debajo de mi cuerpo y acaricio mi pecho, enseguida mis pezones se pusieron erectos. Y estaba a punto de corredme. Note como su pené se frotaba contra mi piel. Me volvë y le ofrecë mis labios. Me beso dulcemente, metiñ su lengua en mi boca., nuestras lenguas comenzaron a jugar. Una mano pellizcaba mis tetillas, la otra abrëa mis nalgas y uno de los dedos se insinuaba en mi hþmedo santuario. Entonces note como una enorme ola de placer comenzaba a envolverme, intente detener mi inminente orgasmo, levantando mi pelvis para que mi pené no rozara la sabana. El debiñ de interpretar mi movimiento como una peticiñn a que su dedo me penetrara mas profundamente y lo hundiñ hasta el fondo, entonces la ola se desbordo, y mi semen broto a borbotones de më pené. Le ofrecë mi lengua, el noto las contracciones a través de mi ano, y recogiñ con su mano mi leche, luego lamiñ su mano y luego su boca me dio parte de ella.

Gracias, le dije, mientras me dejaba caer extenuado. Relajado, envuelto en sus brazos, cerré los ojos. Entonces pensé, que el no habëa gozado, y que yo tenia que hacer algo ahora para agradecerle el placer tan grande que me habëa proporcionado. Acaricie su mejilla con mi mano, pase una pierna sobre las suyas. Note la presiñn sobre mi muslo de su pené duro. Comencé a acariciarlo con una de mis manos. Era cálido y sedoso y a la vez duro, acaricie sus testëculos, el entonces gimiñ junto a mi oëdo. Baje mi cuerpo, y acaricie con mi mejilla su sexo, ahora completamente despegado de su vientre, hermoso como un dios, saltaba con mis caricias, las gotas de su punta mojaron mis párpados. Ahora la punta de mi lengua, lo recorrëa todo, me detuve en la hendidura sonrosada, para saborear un poco de su miel. Sus gemidos, se habëan convertido ahora en un suave e interminable llanto. Entonces me acorde que mi madre me estaba esperando.

Cogë entonces su miembro con mis dos manos y comencé a lamerlo con todas las ganas del mundo, por darle el placer que necesitaba. Enseguida note que se iba a correr, una fuerte contracciñn, y envolvë todo el glande con mi boca. Le ayude a vaciarse en mi. Era mi primera vez, y creo que lo hice muy bien.

De nuevo sonñ el teléfono, ahora era su novia y preguntaba si yo todavëa estaba en la casa. Le dijo que ya me habëa dejado en mi casa. Ella le acuso de ser un mentiroso, pues acababa de estar en mi casa y yo no habëa llegado aun. Volviñ a mentirle diciéndole que, me habëa dejado en la plaza. Nos vestimos rápidamente. De vuelta en la moto, esta vez no me tubo que decir que me abrazara fuerte a su pecho. Cuando llegamos a la plaza ella estaba allë. Ellos comenzaron a discutir y yo me fui corriendo para mi casa.