"Desde hace años, suelo veranear con mi familia en un pueblo de la Costa Mediterránea. Es un pequeño pueblo de pescadores del Baix Empordà. Allí salimos un grupo de amigos y amigas desde hace mucho tiempo y estoy deseando que llegue el mes de julio para volverlos a ver y empezar a pasarlo de miedo. Aquel año yo contaba 26 años. Había roto con mi novia hacía algún tiempo y me sentía un poco solo, así que me vino de perlas estar con toda la "colla"... A la playa, en bici, de excursión y, como no, de Casino! Aquella noche había quedado con unos amigos para ir al Casino. Solíamos ir a un Casino muy conocido de la zona, pues es el que mas cerca nos caía y ya era una costumbre de cada verano: ponerse bien elegantes, formar tres o cuatro parejas -cada chico con una chica- y a gastar un máximo de 15.000 pesetas por barba. Es mucho, pero para una vez al año... podía soportarse... Cenábamos en la misma población, en un pequeño bar-restaurant que no costaba tanto como el del Casino, y ya luego nos disponíamos a entrar en aquel mundo de elegancia y despilfarro... Cuando entramos, nos tomaron los datos y yo, que era el único que no tenía pasaporte español, me quedé solo en la entrada esperando que me imprimiesen el pase o como se llame. Cuando estuvimos ya todos listos, entramos en la Sala. Estaba muy llena de gente y eso que solo eran las 23’30 horas. Dimos una vuelta y decidimos jugar por grupos: unos en unas mesas y otros en otras. Yo me dí cuenta que no llevaba bastante dinero y me dirigí hacia la caja. Cuando llegué había dos chicos, uno mayor y otro más jóven que yo. El mayor estaba de espaldas y me atendió el más jóven. Debía tener unos 24 años, era alto, más alto que yo, moreno, de cabello negro, ojos negros, muy latino. Debajo de su smoking se apreciaba un torso fuerte, unos buenos brazos... No pude evitar mirarlo -eso si, con cierto disimulo-. Como era bastante alto, podía verle un poco el paquete, pero aunque no se le notaba nada extraño, en mi pantalón algo empezaba a despertarse... Le dí las buenas noches y le pedí que me cambiara. El. muy amable y sonriente me preguntó si estaba de vacaciones, y le dije que sí. En ese momento su compañero le dijo que se iba un momento al servicio y volvía. Se quedó solo y como no había más gente en la caja, seguimos hablando solo un poco más. Era muy simpático, aunque algo cerrado al principio. Pero poco a poco fue dándose y yo ya me lo estaba imaginando sin ropa... menudo cuerpo debía tener! Cuando me hubo dado el cambio, tuve que dejarle y volví, muy a pesar mío, con la chica que vine y con otra pareja más. Empecé a apostar, pero estaba distraído. No podía dejar de ver la imagen de ese muchacho con smoking que tanto me había impactado. De vez en cuando, levantaba la vista y lo veía dando cambio a otras personas.Era muy guapo. En una ocasión, mientras giraba la ruleta, levanté la mirada y lo ví mirándome. Intenté bajar la mirada para disimular, pero cuando volví a levantarla aún seguía fijo mirándome. Me puse nervioso. En eso mi acompañante dió un grito diciendo que me había tocado. Se que era la 1ª vez que me tocaba un lleno. Aposté por el nº 23! Ese iba a ser, a partir de ahora, mi nº de la suerte. Dije a mis compañeros que iba a cambiar las fichas, pues había ganado bastante dinero y no quería gastarlo. Tenía que pagar la cena de todos. Eso era lo acordado. El que ganaba pagaba la cena de todos. Me dirigí hacia la caja y cual fue mi sorpresa al ver que el chico moreno y jóven ya no estaba allí. Me atendió el más mayor y después de cambaiarme, le pregunté si el chico que estaba allí hacía un momento había terminado su turno. Me dijo que no, que todos tenían un rato de descanso, una media hora o quizás una hora, y que ahora era su turno de descanso. Me entristeció no verlo, pero me alegró que aún estuviese de turno, seguro que así podría volver a verlo antes irme. Estaba algo acalorado, y les dije a mis compañeros que salía un momento de la sala y me iba a la sala de máquinas, a ver el ambiente. Allí aún hacía más calor, y decidí salir a estirar las piernas al jardín. Salí por la parte de atrás y empecé a caminar por la calle. De repente, una voz detrás mio me dijo: -hace calor, eh? Ahí estaba él, el chico de la caja, con su smoking, sin pajarita y fumándose un cigarrillo en plena calle. -Si, mucho calor, necesitaba estirar las piernas y respirar aire puro -le dije- Así, a la luz de la luna y de las farolas parecía mucho más guapo y mucho más fuerte, quizás porque lo tenía más cerca, no sé. Estaba algo nervioso, pues me gustaba y temía que alguien pudiera verme charlando con él. No había venido solo. Seguimos hablando un buen rato y me preguntó si conocía el pueblo. Le dije que no, que solo veníamos un par de veces en verano con los amigos y solo íbamos al casino a jugar y ya de madrugada volvíamos al nuestras casas. Entonces él me dijo que aún tenía 45 minutos de descanso y que su coche estaba aparcado ahí delante y me propuso llevarme a dar una vuelta por el pueblo. Acepté. No sé si por imprudencia o por excitación, pero me subí en su coche y cuando quise darme cuante, ya estabamos circulando por las callejuelas. Era un coche gris metalizado, un Opel Corsa. El conducía bien y al ser alto, se le veían unas piernas fuertes y largas. Y muy cerca de mí! Estaba empezando a excitarme... Al cabo de un rato, unos 10 minutos, de circular, ya habíamos visto prácticamente todo el pueblo. Es muy bonito, pero yo estaba más interesado en conocerle a él. Cada vez que me hacía mirar algo, lo miraba por su ventanilla para así poder verle su rostro de nuevo. En una de las ocasiones, tanto me hizo mirar una montaña, que me dijo que me acercase a su ventana para verla mejor. Yo, me acerqué y no puede evitar apoyarme un su pierna derecha. Era dura. Estaba fuerte y me quedé así un rato hasta que ya tuve que volver a mi sitio. Por el contacto, estaba excitado y no quería que se me notase. Entonces él, paró el coche y me dijo que iba a sacar unos prismáticos de la guantera para que pudiese ver mejor la vista. Yo soy alto, no tanto como él, pero paso del 1’80 m. Así que mis miernas estaban pagadas a la guantera y tuve que abrirlas para que él pudiese maniobrar bien. Ahora era él el que se apoyaba en mi muslo para poder abrir la guantera. Yo y no podía disimular mi erección, pues estoy muy bien dotado y siempre me ha resultado muy difícil ocultar mis 21 cm de polla, que además es muy gruesa y abulta considerablemente hasta en reposo. El creo que se dió cuenta, pues al sacar los prismáticos, me dió un pequeño golpe en mi paquete y debió notarlo algo más duro de lo normal. No dijo nada. Pensé que no se habría dado cuenta. Entonces bajó su ventanilla y empezó a mirar con los prismáticos. Estaba con las piernas abiertas y yo podia entonces mirarle sin disimulos, pues él estaba ocupado con su vista. Pude percibir una leve erección bajo sus pantalones negros, pues éstos le apretaban un poco y marcaban todo bastante claramente. Lo miré más atentamente y me dí cuenta que no solo estaba empalmado sino que su polla estaba dando ligeros golpecitos a la tela del pantalón. Entonces, mientras estaba disfrutando de ese espectáculo, él se giró de repente y me pescó en plena mirada indiscreta y entonces yo, algo ruborizado, intenté disimular diciéndole que tenía unos pantalones bastante parecidos. El, siguiendome la corriente -supongo- y con una mirada muy diferente a la de antes, mucho más lasciva, me dijo que eran muy cómodos, de una tela que apenas hacía sudar y me incitó a que los tocara. -Tócalos, verás que tela más suave. Apenas dan calor -me dijo- Y yo los toqué, primero por la parte de su muslo y cuando estaba acariciándole su muslo él empezó a pasarse la mano descaradamente por su paquete. Me quedé blanco y él me miró y me dijo: -Que crees, que no me he dado cuanta de como me mirabas el paquete? Desde que has venido a la caja no has parado de mirarme. Yo estaba asustado y cortado. No sabía si iba a partirme la cara o que, pues a parte de ser fuerte, era muy masculino, no se le notaba ningún tipo de plumas que me hubiesen podido hacer creer que le gustaban los hombres, sino todo lo contrario. Yo tambien soy muy masculino, pero al mirarle el paquete me había delatado. Cuando ya no sabía si tragar saliva o salir corriendo, me dijo que él tenía novia, pero que tambien le gustaba, de vez en cuando, tocarse con un tío. Me dijo que si quería podíamos irnos a un descampado que estaba allí mismo y tocarnos un poco. Yo le dije que si. No quería que se enfadase, pero tampoco quería perderme esa oportunidad... Al cabo de unos minutos ya estábamos con los faros apagados y el cocje aparcado en un lugar discreto. Había llegado la hora de la verdad... Estábamos sentados delante, cada uno en su sitio, y él dijo que mejor nos pusiéramos atrás, que era más cómodo. Yo le obedecí, entre asustado y excitado. No sentamos detrás, los dos ya sin americana. Yo con una camisa azul y una corbata y él con una camisa blanca que marcaba su fuerte pecho y su ancha espalda. Tenía dos botones de su camisa desabrochados y mostraba un pecho fuerte y sin vello. Entonces, él se acercó y me dió un beso en los labios. Yo me retiré un poco, pues no estaba acostumbrado a besar a los hombres, solo lo solía hacer con mi novia y siempre me había dado cosa hacerlo con hombres. Él me dijo si no me gustaba besar. Le dije que no mucho y entonces él me dijo que no me preocupara, que me iba a enseñar. Acepté, y a los 2 segundos ya estaban nuestras lenguas enroscándose con lujuria. Era muy excitante. Recuerdo que mientras nos besábamos yo tenía la polla a tope, dando golpes contra mi pantalón como si quisiera estallar de gusto. Mientras yo le iba acariciando la espalda y los hombros. Era muy fuerte y me daba mucho gusto tocarle. Estaba algo sudado, y eso me excitaba. Así estuvimos mucho rato, intercambiando saliva, él mordiéndome mi labio inferior y yo dejándome hacer como si estuviese drogado de placer. Sabía besar muy bien. Era todo un experto. Y la verdad es que consiguió que me gustara y que aprendiese enseguida. Era una sensación muy nueva y morbosa. De pronto, él dejo de besarme y me miró fijamente. Tenía una mirada penetrante y viciosa. Empezó a desabrocharme la camisa y a quitarme la corbata. Yo tengo un pecho velludo y enseguida dejé al descubierto todo mi torso, que con la poca luz que había, se veía como mucho más negro. El se quitó tambien la camisa y el pantalón, quedándose con unos excitante boxer ajustado de color gris y goma negra. Tenía un cuerpo precioso. Fuerte, musculado, bronceado. Me quedé fascinado mirándole. Yo tambien me deshice de mis pantalones. Tenía entonces las piernas muy fuertes, pues solía cada día hacer footing y, sobretodo, caminar por la montaña en mi país. Eran velludas y fuertes. El empezó a acariciarme el pecho y las piernas y, de repente, apoyó su mano encima de un slip blanco que llevaba. Tenía una erección monstruosa y entoncés me los arrancó como si fueran de papel. Apareció mi polla dura, dando saltos en el aire, gruesa y totalmente recta, con sus buenos 21 centímetros. El no pudo evitar exclamarse ante una polla tan grande. Le gustó. Y a mi me gustó que le gustara. Sin poder decir nada, se agachó y enseñándome su espalada, empezó a meterse mi rabo en su boca. Era una boca cálida, experta, sabía chupar muy bien. Yo estaba excitadísimo, jadeando, haciendo mucho ruido. Siempre he sido bastante escandaloso en la cama, pero él estaba haciéndome gozar como nadie! El seguia comiéndose casi entera mi polla. Estaba asombrado de ver lo bien que se la tragaba y casi se la comía entera. Yo(iba tocándole la espalda, mordiéndole, arañándole. Bajé mi mano hasta su culo y la metí por debajo de su boxer. Tenía un culo grande, precioso. Entonces él levantó un poco las piernas para que pudiera bajárselo. Estábamos ya totalmente desnudos, pero él no se apartaba de mi polla. Cuando ya llevaba varios minutos comiéndomela, le hice levantar la cabeza, pues quería corresponderle. Al incorporarse me hizo ver una polla dura, gruesa y de un tamaño más que considerable. No la tenía tan grande como yo, pero era una gran polla. Mi boca se me hacía agua. Estaba muy dura y ligeramente curvada. Entoncés lo hice recostar en el asiento, puse sus piernas fuertes encima de mis hombros y empecé a metermela en la boca. Estaba muriendome de gusto. Ese rabo entero en mi boca y esa cara suya de placer mientras se la comía... De vez en cuando me miraba y veía la lujuria y el vicio en sus ojos. Estaba disfrutando como un loco, y yo, al verle, todavía me excitaba más. Mientras se la chupaba, yo me la iba cascando. Estaba salidísimo y me faltaba mano para abarcar tan enorme erección. Entonces aparté mi boca de su polla y empecé a masturbarle, pero solo para ganar tiempo mientras dirigía mi lengua hacia su culo. Cuando le abrí un poco sus nalgas y metí la punta de mi lengua en su ano, él gritó, empezó a contorsionarse, le estaba dando un placer desconocido y enorme. Entonces seguí trabajándole el culo. Cada vez se movía más, como queriendo ayudar a mi lengua para que se acoplara mejor, ara que entrase más, para que llegase al punto más erógeno. Yo seguía con mi cara allí, en su culo, mientras le iba masturbando con fuerza. Una mano en su polla arriba y abajo, la otra en la mia, que tenía ya ganas de reventar, y mi lengua en su culo. Que escena tan caliente! Entonces él se incorporó y me pidió que me sentase a su lado y empezase a cascármela. Quería ver como me masturbaba. Se aparto un poco y con su mirada de vicio, se la cascaba con fuerza observando mi polla dura y enorme subiendo y bajando, viendo mi cara viciosa, mi pecho, mis piernas, mi culo, mis movimientos de excitación. Estaba él totalmente salido, como poseso, no quería parar de mirar, le excitaba ver como yo gozaba tocándome. Me gustaba verle así, salido y con la polla a toda máquina. De repente, se me tiró encima y empezó a morrearme de nuevo. Estaba más excitado que antes, le había gustado verme así. Entonces con fuerza, a lo bruto, me tiró contra el asiento y por las piernas me estiró hasta que me acerqué más a él y pudo levantarlas para ponerlas sobre sus hombros. Ahora era él el que quería follarme con la lengua! Estaba fuera de mi y él muy excitado. Su lengua, caliente, húmeda, dura, entraba en mi ano dándome un placer hasta ahora desconocido para mí. Mis jadeos eran cada vez mayores, casi se puede decir que ya gritaba. Eso creo que a él tambien le excitaba, porque cada vez chupaba con mas fuerza mientras me iba masturbando. Tenía mi polla más grande que nunca. Estaba enorme. Entonces él empezó a cascármela con las dos manos a la vez. Le gustaba mi polla. A veces paraba y se la introducía casi entera en la boca mientras se masturbaba con fuerza. Yo estaba en el séptimo cielo y él, a juzgar por sus jadeos, que cada vez eran más y más sonoros, y por su rostro, también debía estar gozando como un loco. Mientras me masturbaba con la mano, seguía chupándomela y de golpe, me vino un estremecimiento, le avisé y no quiso apartarse, entoncés empecé a correrme echando unos chorros enormes de semen, al menos seis o siete chorros de leche espesa y caliente que resbalaba por las comisuras de sus labios y por toda su cara. Estaba excitadísimo. Entonces noté que aceleraba el ritmo para correrse y yo, abalanzándome contra él, le obligué a sacar sus manos de la polla y se la cogí con mis labios. Empecé a dejar que bombeara en mi boca mientras yo le acariciaba sus duros pectorales y su plano y fuerte abdomen. Cada vez bombeaba con más fuerza y hasta levantaba sus caderas para envestir con más fuerza. Noté que tensaba sus músculos y empezó a correrse muy espectacularmente. Aquello parecían unos fuegos artificiales. La leche me caía tambien por la boca y la cara. Estabamos exhaustos, jadeando, sudados, excitados, destrozados. Había sido genial. Cuando estábamos recobrando el sentido, noté su mano en mi cabeza. Sin moverse me estaba acariciando. Era una caricia suave, tierna, humana. Yo me sentía muy bien y me incorporé para mirarlo. Estaba más guapo que nunca. Su rostro brillaba con la luz de la luna. Desnudo, fuerte. Sus músculos destacaban más con el reflejo de la luz de la luna en su piel lisa y sudada. Era una vista de ensueño. Entonces él se incorporó y empezó a besarme de nuevo, pero con dulzura, con amor, con delicadeza. Era otro placer inexplicable. Ese chico me estaba haciendo descubrir un nuevo mundo de sensaciones y placeres. Era maravilloso. Yo acepté su beso y así estuvimos un buen rato haste que él se dió cuenta de que mi polla había vuelto a crecer de nuevo. La visión de mi polla empalmada, hizo que él se excitase otra vez. Ya volvíamos a estar de nuevo empalmados y juntos, muy juntos. Le pedí que saliésemos del coche. Su cuerpo desnudo, de pié, era precioso. Alto, fuerte, musculoso. Tenía unos bíceps que quitaban el sentido. Unas piernas fuertes, una espalda preciosa. Le dije que se tumbara en la hierba y me lancé sobre él y así estuvimos revolcándonso y besándonos y chupándonos en un 69 de miedo hasta que volvimos a corrernos a la vez entre suspiros y jadeos. El tiempo había pasado muy rápido y debía volver al Casino. El para trabajar y yo para reunirme con mis amigos, que ya debían estar preocupados. Nos vestimos, nos peinamos y puso el coche en marcha y volvimos al Casino. Antes de entrar al parquing, me cogió la cabeza, la acercó hacia él y me dió un beso largo, profundo, con su lengua que me entraba hasta la garganta. Yo estaba en la gloria. Había descubierto demasiadas cosas maravillosas ese día. No quería que eso acabase. Le miré, me miró y le dije s podríamos volver a vernos. El sonrió y dijo que si. Que yo también le gustaba y no quería perder el contacto. Intercambiamos nuestros teléfonos y nso despedimos. El entró por detrás y yo por la sala de máquinas tragaperras. Mis compañeros ni se dieron cuenta de que me había ido. Nos reunimos de nuevo y decidimos irnos a nuestras casas. Yo les dije que debía ira cambiar las fichas -era mentira, ya las había cambiado antes- y me fui hacia la caja. Allí estaba él, guapo, alto, elegante, con su impecable smoking. Cuando me paré ante la ventanilla, él sonrió y me dijo: -buenas noches señor, en que puedo servirle? Para disimular le pregunté si se quedaban alguna comisión por cambiar con targeta y él, con cara de cómplice y sonriendo me dijo: -No señor, no cobramos comisión- Entonces le di las buenas noches y me despedí. Salí del casino ya con nostalgia. Ese viaje apenas hablé. Me preguntaron si em pasaba algo y dije que estaba muy cansado. Cuando llegué a mi casa me dí una ducha y mientras me estaba enjabonando no pude evitar pensar en él, en el chico del Casino, y mi polla se levantó de nuevo hasta que tuve que calmarla haciéndome de nuevo una paja. Una vez en la cama me costó mucho reconciliar el sueño. Mi mente estaba con él. No debía haberme ido. Cuando ya estaba prácticamente dormido, mi telefono se iluminó. Quien podia ser a esas horas? Descolgué y una voz me dijo: -Hola Alfredo, soy Ricardo, quieres que mañana cenemos juntos? Casi me desmayo de alegría. El chico del casino había entrado en mi vida y no quería que saliese de ella. La próxima cena iba a ser muy especial..." AUTOR: Latinlover alls@andornet.ad Due to international translation technology this story may contain spelling or grammatical errors. To the best of our knowledge it meets our guidelines. If there are any concerns please e-mail us at: CustomerService@MenontheNet
"Desde hace años, suelo veranear con mi familia en un pueblo de la Costa Mediterránea. Es un pequeño pueblo de pescadores del Baix Empordà. Allí salimos un grupo de amigos y amigas desde hace mucho tiempo y estoy deseando que llegue el mes de julio para volverlos a ver y empezar a pasarlo de miedo. Aquel año yo contaba 26 años. Había roto con mi novia hacía algún tiempo y me sentía
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